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Crónica:BALONMANO | Liga Asobal
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça, campeón

Los azulgrana logran en la penúltima jornada su 16º título con su victoria en Ciudad Real

El abrazo en el que se fundieron todos los componentes del equipo no dejaba lugar a engaños. Aquello era sincero y respondía a un anhelo largamente esperado. El Barcelona ganó en la pista del Ciudad Real y la victoria le concedió matemáticamente el título de la Liga Asobal. "La Liga es siempre la obligación", acostumbra a dogmatizar Valero Rivera, el artífice de este nuevo grupo campeón; "la competición europea, la ilusión". Este Barça cuadró las dos. Después de ganar hace un par de semanas la Copa EHF, ayer le llegó su decimosexta liga, la duodécima de la era Rivera.

Tal vez en otras circunstancias el sentimiento de unión y de compañerismo no habría sido tan fuerte. Pero hace dos años que el Barça no gana ninguno de los títulos importantes y eso, para un equipo que ha sido considerado el mejor del mundo y que ha conquistado 66 entorchados desde que Rivera está en el banquillo, estaba siendo una penalización excesiva. Ayer, los veteranos Enric Masip, Xavi O'Callaghan, Antonio Ortega, Andrei Chepkin, David Barrufet y el propio Valero volvieron a sacar pecho. "¡Estamos ahí!", gritaron.

CIUDAD REAL 28 - BARCELONA 30

Ciudad Real: Hombrados (Núñez); Trives (3), Kallman (4), Runar, Duishebáev (5), Uríos (6), Zaky (3), Hjermind (2, 1 de penalti), Romero (1), Entrerríos (4) y Rose.

Barcelona: Barrufet (Ohlander); Chepkin (1), O'Callaghan (3), Masip (8, 3 de p.), Hagen, Hernández (3), Fernández (3, 1 de p.), Nagy (3), Ortega (3), Skrbic (5) y Solberg (1).

Marcador cada cinco minutos: 2-4, 6-5, 8-7, 9-12, 12-13, 15-15 (descanso), 18-19, 21-23, 24-25, 25-28, 26-28 y 28-30.

Árbitros: Fernández Peñeiro y Permuy.

3.500 espectadores en el pabellón Puerta Santa María, de Ciudad Real.

Sin embargo, en el pabellón Puerta Santa María, de Ciudad Real, el artífice principal del triunfo fue un hombre que ha sido cuestionado a lo largo de toda la temporada, el portero sueco Fredrik Ohlander. No fue por él la apuesta inicial de Rivera, que buscó la seguridad de David Barrufet en la alineación inicial. No fue hasta pasado el descanso cuando decidió hacer el cambio. Aunque el técnico siempre ha defendido su calidad, a Valero debió de costarle sentar a Barrufet. Y, sin embargo, ya no le restituyó.

El partido fue un enorme ejercicio de desgaste desde su inicio. Tanto Juan de Dios Román, el técnico del Ciudad Real, como Rivera pusieron en la pista a su mejor arsenal. Pero, mientras el Barça fue recomponiendo el equipo a medida que el partido avanzaba, el cuadro manchego hizo una apuesta más clara por un siete estable en el ataque, dirigido por la creatividad y la calidad de Talant Duishebáev.

Las defensas hicieron un buen trabajo y no permitieron que ninguno de los dos equipos se distanciara de forma importante. Las máximas diferencias no superaban los dos o los tres goles. Todos los parámetros inducían a la conclusión de que nada se decidiría hasta los minutos finales.

Pero entonces Rivera dio entrada a Ohlander y Masip tomó el toro por los cuernos. Era un animal duro de enderezar porque el Ciudad Real sabía que en cuestión de 30 minutos, los de la segunda parte, se estaba jugando el primer título de Liga de su historia. Y costó. Tanto Duishebáev, como Uríos mantuvieron el equilibrio con una serie continuada de aciertos y de pases imaginativos que rompieron a la defensa azulgrana.

Sin embargo, superado ya el ecuador del segundo tiempo, el desgaste físico pasó factura. Juan de Dios Román jugó su última carta: dio el mando de las operaciones del ataque al egipcio Zaky y ofreció más libertad de movimientos a Duishebáev, al que situó en el lateral derecho. Y el cambio seguramente habría funcionado, a no ser por la aportación que ayer ofreció Ohlander. Uno a uno, fue desbaratando todos los intentos ofensivos del Ciudad Real hasta llegar a desesperar a los lanzadores del conjunto manchego.

Ahí estuvo probablemente la clave del triunfo azulgrana. Pero también en su mayor efectividad ofensiva -es el equipo más goleador de la Liga-. Y en la aportación personal de un líder del calibre de Enric Masip, que ayer se encaramó a la cumbre de la lista de máximos goleadores de la historia de la Liga Asobal. Lleva marcados 1.623 goles y dejó atrás el histórico récord de 1.622 del ruso Oleg Lvov. Al final, el propio Masip manteó, junto a varios azulgrana, a Ohlander. "Volvemos a ser un equipo ganador. Hemos recuperado la buena dinámica", concluyó Joan Sagalés, ex jugador y presidente de la sección.

Los jugadores del Barcelona celebran su triunfo.
Los jugadores del Barcelona celebran su triunfo.EFE

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