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Crítica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aplaudidores

Antonio Lorca

Si el público de toros peca, en general, de entusiasmo torerista, el de rejoneo es un caso clínico digno de estudio. Para empezar, la plaza cambia su fisonomía habitual y es ocupada por una aplastante mayoría de mujeres, lo que no deja de ser curioso porque no se conoce una especial relación entre el rejoneo y el sexo femenino. Pero allí están, las féminas y acompañantes, con una alegría incontenida en las caras y todos con la cuerda dada para hacer lo que más les gusta: aplaudir.

Ésta es otra acción humana de origen desconocido: no se sabe por qué, pero el público de rejoneo atisba en la lejanía un caballo pinturero con un señor en lo alto y rompe a aplaudir. Pero se lo pasa bien y a eso viene a la plaza: a disfrutar con elegantes jacas y rejoneadores con más o menos torería.

Bohórquez / Domecq, Hermoso, Galán

Toros despuntados para rejoneo de Fermín Bohórquez, justos de presentación y manejables, a excepción de 2º y 3º, parados. Luis Domecq: bajonazo (ovación); rejón bajo (oreja). Hermoso de Mendoza: tres pinchazos y rejón trasero (gran ovación); sablazo en los costillares (oreja). Sergio Galán: rejón trasero y cuatro descabellos (ovación); rejón (dos orejas). Salió a hombros por la puerta grande. Plaza de Las Ventas, 17 de mayo. 7ª corrida de feria. Lleno.

La verdad es que los rejoneadores son tipos listos y buscan el aplauso fácil. A veces, se ponen un poco pesados; para empezar, se dan una vuelta al ruedo apoteósica tras el paseíllo como si acabaran de protagonizar una faena histórica; después, unas cabriolas conjuntas y más aplausos. Y así, persiguen el triunfo ante quienes poco saben de caballos y rejoneo, acuden a la plaza con ganas de diversión y están dispuestos a pasar por alto los errores de los hombres a caballo con tal de que aquello salga conjuntado y con gracia.

Ayer no hubo faenas de gran mérito en Las Ventas, pero el público se lo pasó en grande e, incluso, tuvo ánimos para poner verde al presidente por su negativa a conceder la segunda oreja a Hermoso de Mendoza. Afortunadamente, había alguien con sentido común y tuvo en cuenta que mató al toro de un sablazo en los mismos costillares, y que su actuación, espectacular como siempre, fue deficiente porque clavó con frecuencia a la grupa. No obstante, debe reconocérsele a este rejoneador navarro un impresionante dominio en la plaza, que posee una cuadra excepcional y es un maestro a caballo. Su primero, muy parado a mitad de faena, no le permitió redondear una actuación iniciada con un fallo estrepitoso en el primer rejón, que acabó con un tajo en el lomo del animal.

El gran triunfador de la tarde fue el joven Sergio Galán -sobrio y poco acertado en su parado primer toro-, que salió por la puerta grande tras cortarle las dos orejas a un toro con mucha movilidad que le permitió una faena emotiva, acelerada en ocasiones, pero muy del gusto del público. Estuvo muy decidido en todo momento, buscó el triunfo con decisión, clavó con acierto y se lució especialmente en las banderillas al quiebro. El público pidió mayoritariamente los máximos trofeos y se lo llevaron en volandas por la calle de Alcalá.

También cortó una oreja el jerezano Luis Domecq, que no atraviesa su mejor momento tras el atentado que sufriera su cuadra de caballos. Es un rejoneador sobrio, de estilo campero, que le da poca importancia a lo que hace, y que ayer pecó de ventajista a la hora de clavar. En su primero puso garapullos con escaso acierto en la colocación, resultó atropellado en las banderillas a dos manos y mató mal. En el de la oreja, la muerte espectacular y rápida del toro tras un bajonazo en toda regla hizo olvidar una labor mediocre con continuas pasadas en falso y rejones y banderillas clavados a la grupa.

No fue una tarde de rejoneo ortodoxo, pero sí suficiente para que el público diera rienda suelta a su alegría. A ello contribuyeron especialmente la ilusión y las ganas del joven maestro Sergio Galán. A muchos les dolerán hoy las manos de tanto aplaudir, pero pensarán, quizá con razón, que mereció la pena.

Sergio Galán, en el primer toro de su lote.
Sergio Galán, en el primer toro de su lote.MANOLO ESCALERA

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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