Vuelve Kily, vuelve la garra
Un Valencia cuesta abajo se agarra al regreso del argentino en su visita al líder, el Deportivo
Eliminado de la actual Liga de Campeones por el Inter y fuera de los puestos que dan acceso a la próxima; después de dos derrotas consecutivas; con el vestuario hecho un polvorín por las declaraciones del técnico, Rafa Benítez, contra los jugadores; sacudido por la batalla preelectoral entre el presidente, Jaime Ortí, y el candidato, Paco Roig... El Valencia visita hoy al Deportivo buscando desesperadamente un reactivo, algo a lo que agarrarse para frenar su cuesta abajo y mejorar su estado de ánimo.
Por si fuera poco, el equipo de Benítez se enfrenta a un líder lanzado hacia el título, con seis victorias seguidas en Riazor -Alavés, Villarreal, Rayo, Real Sociedad, Sevilla y Recreativo-, y al que en sus últimos once duelos no ha sido capaz de marcarle más que tres raquíticos goles.
¿Qué le queda al vigente campeón? El valencianismo se agarra como última opción al regreso de Kily González, su ídolo. El argentino volvió ayer a una convocatoria tras superar un esguince de rodilla sufrido en marzo y que se ha alargado dos meses y medio cuando el plazo previsto era de cuatro semanas. Fue la tercera lesión de Kily este curso, tras romperse los ligamentos del tobillo izquierdo en noviembre -más de tres meses de baja- y lastimarse el menisco a comienzos de campaña. "Estoy listo", afirma ahora Kily, de 28 años, tan querido por la grada como desdeñado por el club.
Cada vez que se abre la puerta del mercado de fichajes, el cromo de Kily es el primero que los dirigentes quieren cambiar. Ya acordaron su traspaso al Lazio en el verano de 2000, pero la operación se rompió a última hora. Kily lloró en el vestuario y no aceptó luego las explicaciones de Ortí en un aeropuerto. Y en el de 2002 el Barcelona y el Inter también lo anotaron en su agenda. Pero Kily siguió en Mestalla. Claro que en diciembre sólo su lesión de tobillo impidió su salida. "¡Que me vendan de una vez por todas!", ha llegado a exclamar, harto del desprecio de los rectores del club.
El Valencia, mientras tanto, se carga de razones para su traspaso. Es el jugador que más cobra de la plantilla, 2,1 millones de euros netos por ejercicio, y el club necesita 26,4 millones para cuadrar su presupuesto. Además, tiene colgado el cartel de conflictivo. En esta temporada ha sido apartado dos veces del equipo, la primera en agosto por faltar a varios entrenamientos y la segunda a principios de este mes por no cumplir, según Benítez, los horarios de rehabilitación. "Pueden decir que soy un chulo, pero nunca indisciplinado", se defiende el jugador. Su relación con Benítez es tensa, como muestra el que esquivase su saludo al ser sustituido en un partido. "Si piensan que me voy a abrazar con el entrenador para que digan que nos llevamos de puta madre, no lo pienso hacer", explicó Kily.
El Valencia desea evitar que coincida en el vestuario con Piojo López, al que intenta repescar del Lazio. Otra vez Kily en la puerta de salida. Antes, sin embargo, el Valencia se agarra a él como su último salvavidas.
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