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El discreto optimismo de 'La casa del jacobino'

Luis García Montero ha reunido en su último libro, La casa del jacobino (Hiperión, 2003) una selección de sus artículos, la mayoría publicados en la edición de EL PAÍS Andalucía entre los años 1995 y 2000, junto con una serie de reflexiones personales y un relato. El conjunto conforma un friso agridulce, una especie de dietario ideológico que, partiendo del pasado, nos alerta sobre el peligro que corren hoy determinados valores democráticos, como la libertad de expresión o el derecho a la vida.

El libro se abre con un relato, el que da título al volumen, en el que un individuo, trasunto del autor, prepara sus vacaciones veraniegas, e incluye, además de los artículos, unas reflexiones íntimas a modo de aforismos. A juicio del escritor el volumen está muy relacionado con La intimidad de la serpiente, su flamante libro de poemas.

"La casa del jacobino trasluce la preocupación por el cambio vertiginoso que hemos vividos en los últimos 30 años, desde el recuerdo de un pasado sórdido, lleno de limitaciones y marcado por la emigración hasta la situación actual, en que estamos instalados en el consumismo", señala. El volumen se distribuirá en los próximos días.

El contenido, agrega, desprende un "optimismo melancólico". "No se puede añorar un pasado reaccionario, pero nosotros participamos en la construcción de un futuro que ahora nos muestra sus contradicciones", dice.

Y entre las más graves García Montero señala la amenaza contra ciertos valores fundamentales de la democracia, entre ellos, la libertad de expresión. "Desde determinados gobiernos conservadores se intenta hoy manejar los medios privados y convertir los públicos en portavoces de los intereses particulares o de los intereses de las multinacionales".

Luis García Montero opina que ciertos Gobiernos, bajo la apariencia de una globalización que impone el poder del más fuerte, están poniendo en duda derechos humanos tan importantes como el de la vida o el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

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"Creo que hay motivos para ser pesimistas, pero estamos obligados a mantener un optimismo moral". agrega.

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