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Reportaje:J. A. BARROSO | Alcalde de Puerto Real | ELECCIONES 25M | Retratos y perfiles

El revolucionario de la Bahía

El alcalde de Puerto Real, identificado con el régimen cubano, confía en su reelección y en liderar el "salto histórico" del municipio

De José Antonio Barroso (Puerto Real, 51 años) lo primero que llama la atención son sus poderosas y grandes manos. Lo segundo es que, con frecuencia, sujeta un puro habano enviado directamente desde el Caribe. "Últimamente no los fumo tanto porque los regalos de Cuba escasean y mi economía familiar no me lo permite", afirma el alcalde con más mandatos (cinco) al frente de un ayuntamiento gaditano, sólo superado por Pedro Pacheco, con seis en Jerez.

Acumula dos décadas como primer edil de Puerto Real, municipio que está en el corazón geográfico de la Bahía de Cádiz. Encabeza de nuevo la candidatura de IU convencido de que esta localidad afronta en los próximos años "su gran salto histórico" y de que él debe ser el alcalde "del más importante proceso de transformación" que vivirá este municipio, de 38.000 habitantes.

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Mentar a Barroso en la Bahía de Cádiz es hablar, según sus colaboradores, de carácter, de historia y de movimientos solidarios con Nicaragua, Sáhara, Perú y, en especial, con Cuba. José Antonio Barroso se define como un "veterano" político "con experiencia". Una experiencia de más de 30 años de trabajo. Con 17 comienza a trabajar como tubero en los antiguos Astilleros de Matagorda, hoy factoría Izar de Puerto Real. Pronto ascendió a oficial de segunda y se ganó el aprecio y la estima de sus compañeros, que lo eligen para el jurado de empresa.

Su labor sindical le marcó. Aquella etapa del joven Barroso sindicalista es recordada por muchos. Algunos consideran incluso que en el Museo del Dique debería exponerse el bidón donde se subía Barroso a dar los mítines en defensa de los derechos de los trabajadores, sobre todo cuando formó parte del comité de la primera huelga en astilleros en plena dictadura franquista por una subida de salarios.

Fundó el sindicato Comisiones Obreras del Metal y la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores. Al mismo tiempo, ingresa en el Partido Comunista de España Internacional, que en su congreso en la clandestinidad de 1973 pasa a llamarse Partido del Trabajo de España. En esta formación -definida marxista, leninista de orientación maoísta- estuvo militando hasta su autodisolución en 1981. En 1979, es elegido primer alcalde democrático de Puerto Real y ahí permanece hasta hoy, a excepción del periodo 1995-1999 cuando un pacto de cinco partidos le desterró de la alcaldía pese a ser la lista más votada.

El compromiso de Barroso con sus ideales se ha mantenido imperturbable pese a las adversidades. Su complicidad con el régimen cubano no ha variado un ápice. "Me sigue sorprendiendo el orgullo patriótico, la altura y la solidaridad del cubano", afirma. La delicada situación actual tampoco le hace cambiar de opinión, a pesar de reconocer que esta vinculación ha sido aprovechada por los adversarios políticos para intentar desgastarle. De hecho, la oposición llegó a llamarle "alcalde de asuntos exteriores".

Ahora, sus viajes a Cuba se reducen a uno al año cuando es invitado por la Administración cubana. Está prendado por los atractivos "políticos, históricos y populares" de esta isla caribeña gobernada por Fidel Castro. Le hipnotiza la belleza de Santiago, aunque su instante de mayor gloria lo obtuvo cuando Castro le invitó a intervenir ante decenas de miles de personas en la Plaza de la Revolución en nombre del movimiento de solidaridad internacional con Cuba. Cuando concluyó, el comandante le felicitó: "Has estado majestuoso, andaluz". Precisamente, Castro propició que se casara simbólicamente con su segunda mujer mediante un documento notarial que certificaba una relación amorosa.

Se mira en el espejo del Che Guevara, al que profesa una profunda devoción. "Tiene una dimensión casi cósmica. Conocerle hubiera sido lo máximo que habría vivido", confiesa.

Esta simbiosis hacia todo lo que suene a Cuba y sus inicios sindicales le procuraron una especial virulencia en su discurso. Con todo, la vehemencia que emplea para casi sentenciar cada cosa que sale de su boca se ha mesurado parcialmente con el paso de los años. "Pero se sigue perdiendo en su elocuencia", afirma con cariño un antiguo compañero de partido. Tanto es así que después de protagonizar sonados enfrentamientos con todos los alcaldes de la Bahía, fue elegido hace un año como el presidente del consenso de la Mancomunidad de municipios de esta comarca con el mayor de los apoyos nunca obtenido por un alcalde. Aún así, su gran pasión es Puerto Real. "Y seguirá siéndolo siempre", apostilla.

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