El éxito de un 'rompepelotas'

El sábado el Juventus ganaba su 27º título y su técnico, Marcello Lippi, se presentaba en la sala de prensa del estadio Delle Alpi con cara de triunfador: "En la vida es difícil vencer. Puedes hacerlo una vez, por fortuna o por una serie de coincidencias. Pero cuando ganas por tercera, cuarta o quinta ocasión... para eso sólo sirve tener dotes técnicas, morales y psicológicos excepcionales. Como los de este grupo, siempre dispuesto al sacrificio para ser cada vez más competitivo". Lippi se deshacía en elogios hacia sus jugadores para luego acabar confesando una parte de su carácter bien conocida por sus pupilos: "¿Mi mérito? Ser un gran rompepelotas cada día en el campo de entrenamiento. Reconozco que a veces exagero, pero sin eso no habría ganado tanto". En un fútbol como el italiano, que rinde pleitesía al vencedor por encima de cualquier otra consideración, Lippi y su Juve se sienten hoy los reyes, y no les faltan razones para sacar a pasear su orgullo.

No en vano son los vencedores de cinco de los últimos nueve títulos ligueros disputados, y en esta ocasión ni siquiera han tenido que esperar a la angustiosa incertidumbre de la última jornada, en la que se ha decidido tradicionalmente el título en las cuatro temporadas precedentes.

El Juventus ha tenido la mejor defensa del campeonato (24 goles encajados en 32 jornadas), y el Milan es el único equipo que supera, y sólo por un gol, a los turineses en la faceta goleadora (59 tantos para los turineses). Sólo en dos partidos de la presente liga el Juventus no fue capaz de marcar un gol. Incluso hay un dato estadístico capaz de ayudar a medir algo tan supuestamente intangible como la perseverancia del equipo o su capacidad de reacción: 15 goles marcó la Juve en ese espacio de tiempo comúnmente llamado zona Cesarini, más allá del minuto 38 de la segunda parte. Goles agónicos que modificaron resultados a última hora, y que a la postre supusieron rescatar puntos decisivos contra rivales directos como el Inter, el Milan o el Lazio. El tiempo y los números parecen cargar de razón el título del Juventus, que además ha mostrado otros valores emparentados con el carácter más allá de las estadísticas. Si ha habido un grupo capaz de sobreponerse a los contratiempos, ese es el de Lippi. En verano se lesionó su delantero Trezeguet, autor de 24 goles la temporada pasada. En la presente campaña sólo ha podido actuar en la mitad de los encuentros, pero aun sin él, los goles no faltaron: 16 para Del Piero, 9 para Nedved, 8 para el propio Trezeguet... y así hasta quince jugadores diferentes. Las lesiones de otros jugadores tan importantes como Del Piero, apenas se han notado más que puntualmente, gracias al culto al grupo y a la autoconfianza que respira el vestuario, regada diariamente por el grupo de veteranos encabezado por Ferrara y Montero. Por si estos valores fueran pocos, además el Juventus ha contado con Nedved, que firmado 9 goles, diez asistencias y un montón de virtudes ordenadas en su justa medida que le han elevado a los altares de Turín. El sábado, eufórico por su segundo título consecutivo y con su pequeña hija Ivana en brazos ataviada con la camiseta de su padre, el checo dio dos vueltas al campo saludando a los hinchas para luego cambiar el gesto y volver al discurso que imperaba en todos los jugadores: "He hecho grandes cosas desde que llegué al Juventus. No vine a sustituir a Zidane, porque él es de otra galaxia. No quiero el Balón de Oro porque mi mejor regalo será la Liga de Campeones. Nuestra temporada acaba en Old Trafford el 28 de Mayo".

Como decía Lippi, no había tiempo para discotecas ni celebraciones. El Juventus que espera al Madrid se muestra calculadora incluso para exteriorizar la alegría por su merecido título. Y llega al duelo europeo con sus mejores armas a punto y su vieja leyenda un poco más agrandada.