La inevitable sombra de Santana
Los vecinos de Linares ven frustradas en parte las expectativas que levantó hace unos meses el auge del comercio
Ubicada en el principal acceso de la localidad, la Cabria de Matacabras da la bienvenida a los que llegan a Linares (Jaén) y, de paso, les recuerda el inmenso patrimonio minero que toda la comarca linarense tuvo durante buena parte del siglo XX. Pero ese vestigio no es más que un símbolo de lo que fue un pasado esplendoroso. En la otra esquina de esta ciudad de algo más de 60.000 habitantes, la factoría Santana Motor, con sus inmensas filas de vehículos alineados prestos para su comercialización, se presenta como la principal referencia industrial de la localidad. Así lo ha sido desde su creación en el año 1956.
Es cierto que Santana ya no es lo que era, pero su sombra sigue siendo demasiada alargada. Pese a los empeños de las autoridades municipales y de la Junta de Andalucía -principal accionista de Santana- por diversificar la actividad productiva, la vida económica en Linares sigue girando alrededor de los santaneros, que forman ya parte, con sus chaquetillas azules, de la historia de la lucha obrera de este país por sus tenaces movilizaciones tras la suspensión de pagos de la compañía en el año 1994. En Santana sólo quedan ya 783 empleados (muy lejos de los 3.000 de hace una década), pero a esos hay que añadir otros 400 empleados que engrosaron el parque de proveedores de Santana, los 600 prejubilados y otros tantos que se acogieron a las bajas incentivadas.
"Ya no gira todo alrededor de Santana", asegura Jesús Fernández, uno de los más de 1.000 socios de la asociación de ex trabajadores de la factoría automovilística. Y es que la diversificación del tejido productivo es uno de los principales compromisos de los cinco partidos que concurren a las elecciones municipales (PSOE, PP, IU, PA y PSA). Parecía que se conseguiría con el comercio, pero lo cierto es que las expectativas creadas hace medio año, cuando se abrió una gran superficie comercial de El Corte Inglés, se han frustrado en parte. "El auge del comercio se ha frenado un poco", indica Pablo Morris, el dueño de una cafetería ubicada justo enfrente de El Corte Inglés, la zona más codiciada del centro de Linares. De los más de 500 empleados que contrató la firma comercial -casi la misma cifra que prejubilados en Santana- ahora se mantienen en plantilla poco más de 200.
Por ello, la "locomotora del desarrollo local" que iba a ser El Corte Inglés, en palabras del alcalde, el socialista Juan Fernández, tendrá que compaginarse con otros focos de producción. Como el bullicioso centro comercial abierto alrededor de la calle del Pasaje. Rafael Bejarano, propietario de una tienda de bricolaje en esta dinámica zona linarense, cree que los pequeños comercios no pueden competir con las grandes superficies, "que les dan más crédito a los clientes", afirma.
Ajeno a la efervescencia comercial del centro, Luis Roselló, empleado de una gasolinera ubicada a las afueras, demanda más atención para su barriada, La Paz. "Sólo se acuerdan de las barriadas periféricas en las elecciones", sostiene. Fátima Matut, una joven de 21 años que trabaja en una heladería, pide más ocio alternativo al botellón. Y es que las protestas de los vecinos que habitan en la zona de la movida ha provocado la aparición de una asociación que demanda que puedan conciliarse el derecho al descanso con el ocio de los jóvenes.
Por lo demás, Linares está aumentando considerablemente sus espacios industriales beneficiándose de su privilegiada situación geográfica, y aguarda con interés el desarrollo de varios proyectos en infraestructura de comunicaciones como reto más inmediato.
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