Vacaciones en la playa

Los objetos de coleccionista son un bien común en el mundo del videojuego, ya sean en forma de ediciones especiales de los juegos en cajas troqueladas repletas de completos manuales, mapas y camisetas, figuritas de acción de los protagonistas de los juegos con más seguidores o como extraños juegos que sólo sabrán apreciar los acérrimos adeptos a una saga determinada. Este Dead or Alive Xtreme Beach Volleyball se encuadraría en este último apartado. Se trata de un juego deportivo en el que las preciosas, exuberantes y bien dotadas señoritas de la saga de juegos de lucha Dead Or Alive deben participar en torneos de balonvolea en las tórridas playas de una isla privada.

Como juego de voleibol, la verdad es que deja mucho que desear, pero se convierte en un objeto de deseo para los admiradores de las luchadoras Leifang, Lisa, Tina, Kasumi, Helena, Hitomi, Christie y Ayane. El modo principal de juego consiste en elegir a una chica y pasar unos días de vacaciones en la isla de Zack, un luchador americano de Kick Boxing que decidió invertir todo lo ganado en un casino de Las Vegas en comprarse una isla y montar en ella su propio imperio turístico. Durante sus vacaciones el jugador deberá ganar dinero tanto en torneos de balonvolea como en distintos minijuegos que el título ofrece. Con las ganancias podrá comprar regalos para convencer a las otras chicas para que hagan equipo con ella, comprarse complementos para estar más guapa y superar depresiones comprando decenas de biquinis, a cada cual más sugerente. Curiosamente, cuanta menos tela tienen más caros son.

Las jornadas vacacionales están divididas en tres partes: mañana, tarde y noche, durante las cuales se puede elegir realizar una serie de actividades como ir de compras, cómo no; ir a la emisora de radio para elegir las canciones que sonarán durante todo el juego, entre las que hay conocidos títulos de Olga Tañón o las Spice Girls; ir a la piscina a jugar a los saltitos con los que ganar algo de dinero; visitar una playa desierta por el simple hecho de pasear un rato y observar a la chica con el último modelito con el que se la ha equipado; jugar por la noche en distintos juegos de casino en los que apostar algunas monedas y, por supuesto, realizar una partida diaria de balonvolea en algún paradisiaco rincón.

Llegada la noche es la hora de acostarse, pero no sin antes abrir el regalo con el que Zack suele mimar a los huéspedes de su hotel. También es tiempo de revisar la colección de modelos, cambiar de ropa a la chica y sustituir los complementos, como gafas y broches, por otros que se ajusten más con el estilo que lucirá el día siguiente.

Las partidas de balonvolea se realizan en equipos de dos chicas, una de las cuales es la que controla el jugador. Desde una vista de cámara más pensada para ver la belleza del conjunto que para realizar un evento de competición, bastan dos botones para hacer todo lo que el juego permite. Con uno se pasa la pelota a la compañera y con el otro se golpea hacia el otro campo con la intención de marcar. Dependiendo de la posición y del tiempo y la fuerza de la pulsación se hace un tiro suave o bien se machaca fuertemente por encima de la red. El primero de los equipos que marque siete puntos gana y se lleva el botín a su habitación.

Ni que decir tiene que el juego se ha hecho para admirar los cuerpos de las luchadoras y de paso demostrar en qué punto nos hallamos de la reproducción del cuerpo humano en sistemas virtuales en tiempo real. Las luchadoras tienen un aspecto anime impecable y no es posible observar ni un polígono en sus músculos o en las juntas entre las extremidades. Un movimiento bastante humano y una reacción del cuerpo a la fuerza de la gravedad bastante notoria consiguen llamar la atención de cualquier jugador. Un ejemplo más de cuál es la función del juego es que las escenas de descanso en la playa o en la piscina permiten rotar la cámara alrededor de las chicas para observarlas desde cualquier punto y, por si no fuera suficiente, el gatillo izquierdo hace las funciones de lente de aumento para no perder detalle.