_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Denuncia

A principios de los 80, el veterano corresponsal de guerra Leo Ros recorrió el nauseabundo cauce del Segura, tras las sombras de la codicia y de la corrupción. En sus indagaciones, fue víctima del desprecio, del alcohol y de un asalto de miles de ranas enfurecidas. Por entonces ya era consciente de que poderosos intereses ajenos a la agricultura habían sentenciado al río. Y Leo Ros, que sobrevivió al napalm, en la selva vietnamita de Xanu, sucumbió a la náusea en las aguas podridas de vertidos industriales, junto a una espléndida pinada. Pero en el último instante, hizo un esfuerzo, se acercó a la charca y rescató de tanta podredumbre un modesto bolígrafo. Sacó su libreta y vio, con esperanza, que aún escribía. Leo Ros supo que no estaba vencido.

Más de 20 años después, ya no hay río. Se ha consumado el disparate en beneficio de los poderosos y sus cómplices; se ha actuado con impunidad, con falacias, con promesas envilecidas. Pero ahora se han puesto sobre la mesa la imperiosa necesidad de unas pesquisas sobre la "gravísima situación en la Confederación Hidrográfica del Segura y el Ministerio del Medio Ambiente". Pro-Río, Ecologistas en Acción de Murcia y dos colectivos más han anunciado "la investigación abierta por la Fiscalía del TSJ de Madrid sobre presunta corrupción en el reparto del agua del río Segura y extracciones ilegales". Se habla de unos 1.500 pozos clandestinos, la mayoría de los cuales canalizan las aguas hasta urbanizaciones y campos de golf. Quien dio la voz de alarma fue Vicenta Oliveros, jefa del servicio jurídico de la propia CHS, que en compañía del responsable de prensa de la institución, Antonio Bernabeu, y de uno de sus hijos, salieron en coche hacia Madrid, en julio de 2002. La misma Vicenta Oliveros solicitó declarar ante el fiscal de Medio Ambiente, y parece que acudía con documentos, que nunca alcanzaron su destino. Un accidente de carretera acabó con sus vidas. La Guardia Civil de Tráfico continúa sus investigaciones. Accidente extraño, sin duda. A más de uno no le llega la camisa al cuerpo. Tal vez les lleguen otras cosas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_