Impresionante Alonso
Extraordinaria actuación en Montmeló del español, al que sólo pudo superar el alemán Michael Schumacher
Fernando Alonso, un asturiano de 21 años de edad y de profesión "futuro campeón mundial de la fórmula 1", puso ayer patas arriba el circuito de Montmeló al protagonizar una carrera que quedará para siempre en la memoria del automovilismo español, ése que se ha encargado de colocar en el mapa. Todo lo dicho hasta ahora, todos los adjetivos, todas las alabanzas, todas las expectativas generadas a su alrededor..., fueron refrendadas por Alonso en el mejor escenario posible, entre el histerismo general de los miles de aficionados que se congregaron en torno a la pista barcelonesa y que acabaron rendidos a la lección magistral dictada por un joven dispuesto a cometer la herejía de enseñar el morro de su coche incluso al más grande.
Ralf intentó resistir, pero no pudo. Lo que tenía al lado era un animal con sangre en los ojos
Schumacher ganó, sí, pero no sin sufrir, no sin apartar la vista del retrovisor
Con Alonso sólo pudo el alemán Michael Schumacher, el campeón vigente, que vive subido en el mejor automóvil jamás construido. "Si llego a correr con el Ferrari del año pasado, el ganador habría sido Fernando". Ésas fueron las primeras palabras que, tras su nueva victoria, arrojó al aire Schumacher, consciente de que hay un chaval con largas patillas que se ha empeñado en desalojarle del trono.
Schumacher ganó, como no podía ser menos tratándose de quien se trata y superando los 331 kilómetros por hora de velocidad a los mandos de una máquina perfecta, su renovado Ferrari, más potente, más rápido, más ágil, más seguro y más bonito. Schumacher ganó, sí, pero no sin sufrir, no sin apartar la vista del retrovisor, por donde veía el Renault, otro gran bólido, de Alonso, un extraordinario piloto que sobre el asfalto no respeta ni a su padre.
Fue segundo Alonso con un monoplaza que tiene un chásis extraordinario y una aerodinámica maravillosamente trabajada, pero... un motor limitado. Limitado, sí, porque es muy inferior en potencia a otros muchos. Y ahí están las cifras para demostrarlo: la máxima velocidad alcanzada por el Ferrari de Schumacher fue 16 kilómetros superior a la conseguida por el Renault de Alonso, al que también superaron en ese aspecto otros 13 monoplazas. Pero el segundo fue Alonso. Y ningún manual de conducción alcanza a explicar la razón por la cual este señor conduce mejor que los demás, a quienes roba tiempo en cada curva, en cada apurada de frenada, en cada maniobra...
Desde la salida comenzó Alonso a escribir su página más gloriosa. Arrancó el tercero, pero antes de la primera curva estaba ya a la altura del brasileño Rubens Barrichello, el otro ferrari. A por él iba, lanzado, pero el suramericano se sostuvo en su posición con un volantazo que acabó pagando por detrás el italiano Jarno Trulli (Renault), que tuvo que abandonar tras tocar al McLaren del británico David Coulthard. Al fondo del pelotón, su compañero de equipo, el finlandés Kimi Raikkonen, el líder del Campeonato del Mundo hasta que Schumacher lo decida, embistió el Jaguar del también brasileño Antonio Pizzonia y se fue a ver la carrera por televisión. Ese accidente provocó la salida del coche de seguridad, que puso a todos en fila de a uno durante cinco vueltas.
Reanudada la carrera, Alonso aguantó en la tercera plaza, sin dejar que Michael Schumacher y Barrichello se escaparan. Nada ocurrió hasta que se fueron produciendo las entradas a los talleres para repostar y cambiar los neumáticos. Fue Alonso el primero de los de delante en detenerse y volvió el quinto. Las distintas paradas le colocaron luego el segundo, tras el mayor de los Schumacher, un sitio que parecía momentáneo porque por detrás venía Barrichello. ¿Y qué? En la vuelta 28ª, el alemán se vio obligado a doblar a cuatro pilotos. A continuación le tocó el turno a Alonso, que hizo lo propio con suficiencia. Más le costó conseguirlo a Barrichello, sobre el que Alonso aumentó su ventaja. Cuando en la vuelta 35ª Schumi entró a repostar, Alonso se colocó el primero mientras el público saltaba, gritaba, hacía la ola...
Un giro duró Alonso en cabeza, que su Renault también tenía que alimentarse. Volvió el tercero, tras Ralf Schumacher, y ahí se produjo la escena del día. Se pegó al alemán, que le tapó el hueco una, dos, tres veces. Se enfadó el español. Con un gesto le indicó que, si no aceleraba, se apartase. No le tocó la bocina porque el coche no la tiene. Pero Ralf siguió a lo suyo. En una curva larga, Alonso le metió la rueda. El hermanísimo intentó resistir, pero no pudo. Lo que tenía al lado era un animal con sangre en los ojos. Ralf, un señor que ha ganado cuatro grandes premios, no aguantó la presión y se salió del asfalto.
De ahí al final, a Alonso le dio tiempo a propinar otro guantazo al menor de los Schumacher, al que dobló, algo que hace pocas semanas hubiera parecido de ciencia ficción, pero que ayer sufrieron Ralf y otros siete corredores. Entonces todo estaba ya decidido, con Michael Schumacher disfrutando de su victoria número 66 deprisa, muy deprisa, a bordo de su Ferrari, aunque sólo con 5,7 segundos de ventaja sobre Alonso, un asturiano de 21 años de edad y de profesión "futuro campeón del mundo de la fórmula 1". Palabra de Michael Schumacher.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.