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Reportaje:FUERA DE RUTA

La magia de los sombreros de calabaza

Camerún funde sabana y selva tropical, montañas bajas y grandes cataratas

Camerún es un destino iniciático. Este país, que tiene una superficie similar a la de España, ofrece en pequeñas dosis buena parte de los atractivos del África negra. La gente y la naturaleza delimitan los espacios por los que el viajero ha de moverse; un entorno que no se ajusta a guiones preconcebidos y que no deja de sorprender. Más de 250 etnias diferentes y un clima que permite la coexistencia de paisajes tan plurales como la árida sabana o la húmeda selva tropical, configuran un territorio que es un pequeño mosaico -tiene frontera con seis naciones centroafricanas- de todos cuantos lo rodean.

Lo primero que llama la atención, sobre todo en el norte, es la ausencia de casas. Pequeños grupos de chozas de adobe o piedra, techadas con la paja seca del mijo y unidas entre sí por finas paredes de barro, se desperdigan, aislados o formando aldeas, por la estrecha franja de tierra que se abre paso entre las fronteras de Nigeria y Chad. No es un reclamo turístico. El ladrillo y el cemento permanecen confinados en las ciudades de Garoua o Maroua, y en algunas poblaciones medianas, como Mokolo o Rumsiki.

El paisaje en el norte cambia rápidamente; es poco más que un flas

en la retina. El agua omnipresente en la zona del lago Chad da paso, casi sin solución de continuidad, a la sabana característica del parque nacional de Waza para, a los pocos kilómetros, transformarse en un paraje misterioso y verde, delimitado por unos imponentes picos fálicos que se yerguen aislados contra el horizonte y que, en su día, llevaron al premio Nobel de Literatura francés André Gide a calificarlo como el "paisaje más hermoso del mundo".

Kirdis y kapsikis

Es, además, una zona de refugio. Varias etnias, como los kirdi o los kapsiki, se asentaron allí tras ser rechazados hace dos siglos por los foulbé, que querían convertirlos al islam. No da la sensación, sin embargo, de que la religión sea un problema en las relaciones entre los cameruneses. Además de musulmanes, el país está lleno de todo tipo de misioneros de ese Dios que los católicos se han empeñado en fraccionar y a quienes los cameruneses aceptan con el sincretismo que les proporciona su creencia más extendida, el animismo. Resulta elocuente la lucha sorda que las mujeres de la etnia gre mantienen contra los misioneros católicos, empeñados en conseguir que dejen de llevar a modo de sombrero media calabaza pintada y decorada con diferentes dibujos. Verlas en el mercado de Tourou, cerca de Mokolo, es un espectáculo.

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La vida diaria de Camerún conserva aún muchas costumbres derivadas de esa doctrina de origen alemán que atribuye vida anímica y poderes a los objetos de la naturaleza. El brujo ocupa un lugar preeminente en el escalafón social. Se le consulta ante todo acontecimiento que escape de lo cotidiano y juega un papel determinante en el rito de la iniciación de los jóvenes, un conjunto de pruebas que sirven para certificar el paso a la edad adulta. También perdura la creencia de que los herreros son portadores de mala suerte y por ello viven aislados de la comunidad. Prejuicio extensible a los albinos, condenados igualmente a vivir en soledad.

Otra piedra angular de la sociedad camerunesa son las chefferies. Los fon o jefes de las etnias ejercen desde sus casas el auténtico poder social. Se ocupan, básicamente, del mantenimiento y respeto de las tradiciones, los conflictos hereditarios y el reparto de tierras. El resto de sus atribuciones, así como el papel que juegan en este sistema de decisiones las sociedades secretas, permanecen en el silencio africano, un método que consiste en desentenderse directamente de la pregunta cuando no se tiene la intención de contestar. El aspecto externo de las chefferies difiere según la región del país. El viajero puede encontrarse desde un conjunto de cabañas tribales hasta el palacio de un sultán. Algunas como la de Bandjoun, cerca de la ciudad de Bafoussam, ya en el oeste, tienen más de dos siglos de antigüedad. En ésta destaca una gran choza comunal de 17 metros de altura, cuya fachada de bambú está adornada con pilares de madera tallados con escenas de la vida tradicional y otros más recientes en los que figuran imágenes como la del papa Juan Pablo II.

El cultivo del té

Conforme se avanza hacia el sur, la selva va ganando de forma selectiva el paisaje. Como si se considerara depositaria de la historia de su país, mantiene una diferencia de trato. Así, en poblaciones anglófonas como Foumban o Bamenda, su presencia es casi testimonial. Predomina un paisaje de montañas bajas, formas suaves y siempre verdes que permiten, entre otras cosas, el cultivo de té. Un poco más hacia el sur y ya en territorio francófono, la vegetación se hace promiscua y lujuriosa en su viaje a Gabón y el Congo. Los gigantescos kapokie, los árboles más altos del bosque, o los azobe, cuya madera no flota, o los parasoles de tronco hueco estrechan su follaje de tal forma que ocultan todo lo que hay detrás de ese abrazo tupido. Solamente la presencia de niños en el arcén de la carretera vendiendo monos, ateruras (de la familia del puerco espín) o ratas gigantes del bosque indican que por algún sitio próximo hay un poblado.

Es la zona donde las cataratas ganan altura. La de Metche, de unos 15 metros, y la de Moakeur, de 30 metros, son el aperitivo del auténtico plato fuerte: la catarata de Ekom, de 80 metros de altura. Este imponente salto de agua, que rompe la selva en dos mitades, se ha hecho famoso por el rodaje de la película Greystoke, con Tarzán de protagonista. En todo caso, una maravilla que se promociona sola. Como la catarata de Lobé, ya en la zona costera de Kribi, que vierte sus aguas directamente sobre el mar. El río Lobé es uno de los pocos en los que todavía se pescan camarones, crustáceo que está en el origen del nombre del país.

El este de Camerún ofrece al viajero, sobre todo, la posibilidad de entrar en contacto con las comunidades pigmeas. Primeros pobladores del país y señores de la selva, se enfrentan a la crisis de la civilización y al agotamiento paulatino de sus fuentes naturales de supervivencia, fundamentalmente la caza. Su pequeña estatura se engrandece en el momento en que se adentran en la selva. Seguirlos por las estrechas sendas que sólo ellos conocen sería imposible si cada cierto tiempo no se apiadaran de uno y aflojaran el paso. Conocen la utilidad de cada raíz o las propiedades medicinales de las plantas, y en vez de sentidos parecen tener sensores que les permiten detectar e identificar cualquier movimiento o ruido. Sin embargo, sus miradas tristes y su expresión resignada parecen anticipar el fin próximo de su sistema de vida ancestral.

Los coloridos sombreros de media calabaza son uno de los mayores atractivos del mercado de Tourou, cerca de la ciudad camerunesa de Mokolo.
Los coloridos sombreros de media calabaza son uno de los mayores atractivos del mercado de Tourou, cerca de la ciudad camerunesa de Mokolo.MIGUEL MELENDRO

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos

Población: 15,4 millones. Documentación: pasaporte, visado y certificado internacional de vacunación contra la fiebre amarilla; se recomienda la profilaxis antipalúdica. Moneda: el franco CFA; un euro, 657 CFA. Idioma: francés; inglés, en la zona fronteriza con Nigeria.

Cuándo ir

La mejor época para visitar Camerún es de noviembre a mayo.

Cómo llegar y moverse

- Air France (901 11 22 66; www.airfrance.es). Vuelos de ida y vuelta a Douala, vía París, desde 829 euros, más tasas.

- Swiss (901 11 67 12). A Yaoundé, vía Zúrich, desde 752 euros, más tasas.

- Zeppelin (902 38 42 53; www.viajeszeppelin.com). Vuelos de KLM, con escala en Amsterdam y Nairobi, desde 699 euros, más tasas. Una buena forma de moverse por el interior es en taxi-brousse, minibuses colectivos que enlazan casi todas las poblaciones; el tren Gazelle du Nord enlaza a diario Yaoundé y N'Gaoundere, en el norte.

Viajes organizados

Varias agencias independientes organizan viajes a Camerún. Tarannà (914 47 04 74 y 934 11 83 70; www.taranna.com), por ejemplo, tiene un viaje de 21 días por todo el país, con vuelos, transporte interior, alojamiento en hoteles y aldeas, pensión completa y seguro, por 1.998 euros, más tasas y visado. Ámbar (913 64 59 12; www.ambarviajes.com), Orixà (915 50 01 86; www.orixa.com) y Cultura Africana (915 39 32 67; www.culturafricana.com), entre otros, cuentan con programas parecidos.

Información

- Embajada de Camerún (915 71 11 60).

- www.cameroun-infotourisme.com.

- www.interhotel.com/cameroon/es.

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