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ELECCIONES 25M | Chabolismo e infravivienda

Marginación en la ciudad del Paraíso

En Málaga ya no hay chabolas, pero sí tres barrios marcados por la exclusión social

En Málaga ya no quedan chabolas. Un convenio entre el Ayuntamiento y la Junta permitió hace dos años el desmantelamiento de los núcleos de Puente de los Morenos y La Misericordia. Pero todavía hay tres barriadas marcadas por la marginación: Los Asperones, La Corta y La Palmilla.

Los Asperones es, con diferencia, la más degradada. Fue creada para realojar chabolistas; era una barriada de transición que debía desaparecer en cinco años, pero ha cumplido 14. La Junta y el Ayuntamiento coinciden en que la única solución es su desmantelamiento, pero no cierran un acuerdo sobre cómo hacerlo. Dispone de todos los servicios, aunque la limpieza, el alumbrado y el transporte son bastante deficientes. Allí malviven unas 350 familias, la amplia mayoría de etnia gitana.

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La Corta nació hace una década concebida como una barriada estable que sirviera de alojamiento temporal a familias procedentes de viviendas prefabricadas desmanteladas, de expropiaciones, de corralones demolidos o de desahucios, hasta que accedieran a un nuevo hogar. Pero muchos casos acabaron enquistándose ante la imposibilidad de conseguir una vivienda. Está habitada por unas 180 familias, más de la mitad, gitanas; aunque la proporción de esta etnia no es tan alta como en Los Asperones. Hubo un tiempo en que los empleados de la limpieza entraban acompañados de la policía. La situación se ha normalizado, pero la inseguridad sigue siendo alta. Raro es el taxista que accede a llevar a un pasajero dentro de la barriada, algo similar a lo que ocurre con Los Asperones. Los servicios se prestan, pero son deficientes.

La Palmilla es la más normalizada de las tres. Formada por bloques construidos en los años sesenta para viviendas sociales, era una barriada más, pero se fue progresivamente degradando. Allí conviven más de 1.000 familias; la etnia gitana está más diluida y se mezcla con inmigrantes y españoles. También los servicios están más normalizados que en Los Asperones o La Corta. La labor de los últimos años de ONG, administraciones e incluso de las propias asociaciones vecinales no ha caído en saco roto, a tal punto que la Junta ha dejado de considerarla barriada de actuación preferente, un criterio que el Ayuntamiento no comparte. Es un núcleo de venta de droga, pero las redadas policiales no son fáciles porque en algunos bloques sus moradores han llegado a colocar puertas metálicas electrificadas.

Málaga, la llamada Ciudad del Paraíso, también tiene marginación, pero pasa inadvertida para turistas e incluso a los ojos de muchos malagueños porque, salvo La Palmilla, que está más cerca, La Corta y, sobre todo, Los Asperones, están en los extrarradios. Los políticos no suelen prodigarse en visitas a estos dos últimos núcleos.

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Al margen de estas barriadas, hay otra realidad que va en aumento: la de los inmigrantes que duermen en la calle o en la playa, en los alrededores del albergue municipal, debido a la saturación de los recursos sociales. Las cifras varían pero en algunas ocasiones alcanzan el centenar. Poca gente los ve porque recogen su improvisado dormitorio bien temprano, para no molestar.

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