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Entrevista:ROBERT BLUMENSCHINE | Antropólogo

"No es fácil ser un carroñero de éxito"

Jacinto Antón

El bronceado y la espléndida forma física de Robert Blumenschine (Port Chester, Nueva York, 1957) son los que cabe esperar de un hombre que pasa buena parte de su tiempo en el Serengeti y que se ha acercado mucho a los leones para estudiar lo que hacen con sus presas. Blumenschine, sin embargo, no es zoólogo, sino antropólogo (de la Rutgers University, en Nueva Jersey) y su campo de interés es la evolución del comportamiento humano. Es precisamente la investigación sobre la dieta y las estrategias de subsistencia de los homínidos en la primera edad de piedra lo que le ha llevado hasta Tanzania y a observar las carroñas que producen los grandes félidos africanos.

Este estudioso estadounidense sostiene que la obtención de esas carroñas era una actividad fundamental de los primeros miembros del género Homo (Homo habilis) y su fuente primordial de proteínas animales. Afirma que para conseguirlas había que echarle no sólo valor sino inteligencia. El trabajo de Blumeschine se desarrolla en la célebre garganta de Olduvai, predio histórico de la familia Leakey y uno de los lugares señeros, sino el verdadero templo, de la búsqueda de nuestros orígenes. Allí, él codirige desde 1989 un proyecto de investigación internacional y multidisciplinar dedicado a recuperar rastros de la actividad de los homínidos en toda el área, el Olduvai Landscape Paleoanthropology Project (OLAPP), en el que participan científicos españoles.

"Tras los leones y antes de las hienas los homínidos llegaban a las carcasas"

En el marco de sus investigaciones, Blumenschine y su equipo descubrieron sorpresivamente (pues el hallazgo de fósiles no es su objetivo) una impresionante mandíbula de Homo habilis de 1,8 millones de años que presentó hace poco en Science. El estudioso ha participado en una jornada sobre ecología y comportamiento de los homínidos africanos desarrollada en el Museo de la Ciencia de La Fundación La Caixa en Barcelona.

Pregunta. Que nuestros antepasados hayan sido grandes carroñeros puede no resultar agradable para algunos.

Respuesta. Pero parece haber sido así. Hemos observado sistemáticamente cómo diferentes carnívoros comen carcasas frescas y qué tipo de restos quedan. Y lo hemos relacionado con el registro arqueológico y las capacidades de los primeros Homo de usar sus herramientas de piedra para cortar carne y romper huesos. He estudiado cerca de trescientas carcasas y puedo afirmar que hay muchos conceptos erróneos acerca de la actividad carroñera. El primero es que es algo asqueroso que supone la ingestión de carne podrida y cargada de bacterias. Eso no es cierto, las carcasas no duran tanto en este entorno de sabana como para llegar a la putrefacción, pues hay multitud de animales esperando para aprovecharse de ellas. La segunda idea equivocada es que conseguir carroñas es algo extremadamente arriesgado. Puede serlo, ciertamente, pero no si entiendes las señales naturales que indican cuándo es seguro aproximarse a ellas. Y hay muchas señales, incluso de larga distancia. Yo creo que los Homo habilis de Olduvai podían reconocer algunas.

P. Hace usted que ser carroñero parezca un mérito.

R.No es fácil ser un carroñero de éxito. En el caso de nuestros antepasados requería inteligencia y un conocimiento profundo del medio natural. Otra concepción errónea acerca del carroñerismo es que es puramente oportunista, que es impredecible dónde están las carcasas. Pero puedes saberlo, porque puedes saber dónde están los leones, puedes tener controlado el territorio de los leopardos, y entonces buscar ahí, y encontrar los restos antes de que lleguen las hienas, que suelen tardar unas 12 horas. Incluso más en zonas boscosas donde no cuentan con el indicador de los buitres. En fin, el caso es que hay un lapso entre que los grandes felinos dejan la presa y que llegan las hienas -también potencialmente muy peligrosas- que podía ser usado por nuestros homínidos.

P. Eso sí que es fast food. ¿Valía la pena el riesgo?

R. Otro concepto erróneo es que el carroñerismo es una vida miserable en términos nutricionales. Las carcasas, incluso aquellas a las que se les ha arrancado toda la carne, poseen una gran cantidad de alimento en su interior: la médula y el cerebro. La médula de una cebra, por ejemplo, tiene suficientes calorías para satisfacer las necesidades de todo el día de dos homínidos.

P. El uso de útiles sería fundamental para hacer acopio de restos con rapidez.

R. Sin duda; no diré que el carroñerismo haya sido la fuerza motora de la inteligencia y la evolución de la sociedad humana y su organización, pero me parece que explica muy bien la aparición de la primera industria lítica, el olduvaiano antiguo. Esa actividad puede explicar coherentemente el registro arqueológico encontrado en Olduvai. El descubrimiento de que con una piedra se podía acceder a una gran fuente alimenticia fue algo extraordinario. Aquellos seres bípedos lentos, relativamente débiles, consiguieron comer lo que comían los grandes depredadores.

P. ¿Los australopitecos no lo hicieron?

R. Aparentemente no. También debían de consumir carroña, pero de animales pequeños. No encontramos los restos líticos que prueben la sofisticación tecnológica de Homo habilis.

P. ¿Se puede distinguir realmente si se ha aprovechado de una carcasa un Homo habilis o un animal?

R. Estamos llegando a ese tipo de sofisticación en el análisis de las marcas. Yo puedo hacerlo con un 80 % de certeza. Y otros pueden incluso con más. Es el tipo de estudio en el que tenemos que avanzar. Con algunos estudiantes hemos llegado a precisar las marcas características que dejan en los huesos los cocodrilos. La experiencia es fundamental para reconocer las trazas de carroñerismo en los huesos. Los fósiles no aparecen con una etiqueta explicativa.

P. Es obvio, visto el hallazgo de la mandíbula, que Olduvai no está agotado.

R. En absoluto. Será un yacimiento productivo durante muchos años. Pese al trabajo de los Leakey hay mucho por hacer y zonas poco o nada exploradas. Es el más rico del mundo en materiales sobre el origen y la evolución del género homo, entre 2 y 1,5 millones de años, junto con Turkana.

P. Cuando todo el mundo se empeña en descubrir y bautizar nuevas clases de homínido, usted hace al revés: quiere eliminar al Homo rudolfensis.

R. Creemos que la mandíbula hace replantearse esa especie y que rudolfensis es en realidad lo mismo que Homo habilis.

P. En su experiencia con los leones habrá tenido algún susto.

R. Bueno, una vez me impacienté, abrí la puerta del Land Rover y traté de llevarme una carroña arrastrándola y se desencadenó un infierno. En otra ocasión se me paró el coche en medio del cráter del Ngorongoro y tuve que salir de allí solo caminando; espanté a una leona que se interesó mucho por mí quitándome la camiseta y agitándola: como era roja debió confundirme con un masai, ¡por suerte!

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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