Cinco muertos y seis heridos graves al estrellarse un autobús cerca de Zaragoza

"Me estaba quedando dormido, hasta que sentí que el autobús temblaba y vibraba. Me pareció raro que temblara tanto. La muchacha que estaba a mi lado me despertó. Oí gritos, vi el autobús en la mediana, seguía temblando, perdió el control... hasta que se estrelló". Oswaldo Peña, un pasajero venezolano de 28 años, es una de las cinco personas que ayer salieron ilesas del accidente de un autocar de la empresa Enatcar-Alsa que cubría la ruta Madrid-Barcelona y que se empotró contra un pilar en la autopista A-2. A bordo iban 43 personas, con el conductor. Cinco perdieron la vida.

El siniestro ocurrió en la A-2, a la altura del pueblo zaragozano de Pina de Ebro. Ayer por la noche seguían ingresadas en los cinco hospitales de Zaragoza 23 personas, cinco de ellas muy graves.

El autobús había salido a las 22.00 del domingo de Madrid. Eran las 2.30 de la madrugada y hacía apenas 20 minutos que el chófer, Martín Raja, había tomado el volante después de cenar un filete, un café y agua mineral y de haber descansado antes de relevar a su compañero.

A 40 kilómetros de Zaragoza y tras una parada técnica, cuando apenas había recorrido 20 kilómetros, en una recta con visibilidad, se produjo el accidente. El autocar se desplazó bruscamente del carril derecho hacia la mediana, entró en la vaguada que forma la divisoria de los carriles y, dando tumbos, acabó empotrándose contra un pilar de un puente del AVE.

"Pegado al pilón"

El pasajero Peña recuerda que el impacto fue "durísimo". "Dándole gracias a Dios de que no me había pasado nada, traté por lo menos de ayudar un poquito a quien fuese mientras llegaban las ambulancias y la policía". El autobús quedó "roto totalmente" y había un fuerte olor a gasóleo.

Bomberos de Caspe, La Almunia y Zaragoza, la Guardia Civil, Protección Civil y voluntarios acudieron al lugar para intentar rescatar a las víctimas de entre un amasijo de hierros. Javier Laboría, sargento de bomberos, explicaba: "Ha sido un trabajo duro. Es de noche, el autobús ha quedado pegado en el pilón, con la puerta atascada, y hay muchos heridos graves y muy graves".

La mayoría de los 42 pasajeros, 17 de ellos inmigrantes, dormían. Sólo resultaron ilesos el venezolano Pérez, un ucranio que no entendía nada de español, un joven alemán y dos vecinos de Barcelona, padre e hijo. Los cinco viajaron por la mañana a la capital catalana. A lo largo del día fueron dadas de alta siete personas y otras tres trasladadas a hospitales de Barcelona, Badalona y Alcalá de Henares.

Dos de los muertos, Pedro Pastor, de 29 años, vecino de Tarrasa, y Rafael Pastor, de 36, de Hospitalet de Llobregat, fueron identificados por la mañana. Los otro tres fallecidos son mujeres, no portaban documentación y se tardó algo más en identificarlas tras analizar las huellas dactilares.

Una de ellas, Candelas Ortega Guenes, de 60 años, es una religiosa de la orden de San José que trabajaba en el hospital del Remei de Barcelona. La segunda es la ciudadana guineana Teresa Saka Muey, de 58 años. La última víctima en ser identificada -a última hora de la noche de ayer-, fue Melva Merci, peruana, de 34 años.

En la zona ha habido en los últimos años un incremento de la siniestralidad. Entre 1998 y 2000 hubo cinco accidentes, sin víctimas mortales, mientras que entre el 1996 y e 1997 no hubo ninguno. Los datos son de Automovilistas Europeos Asociados. En el asfalto de la autopista no había huellas de frenazo. Sí las había en la mediana, por donde se salió el autobús hasta chocar con el pilar.