Pyongyang saca su as
El hecho de que Corea del Norte disponga de armas nucleares no constituye una sorpresa. Sí que lo haya puesto sobre la mesa en la reunión tripartita con EE UU y China en Pekín: "Tenemos bombas nucleares. ¿Qué van a hacer al respecto?". La desafiante afirmación ha pillado a la Administración de Bush dividida sobre la política a seguir frente a Corea del Norte, pero unida en la exigencia de que se eliminen esas armas y en el rechazo a la actitud belicosa de un régimen que sabe fabricar armas, pero no alimentos para su población.
Aunque las conversaciones de Pekín se han interrumpido, Washington no ha descartado proseguirlas. Pero, en todo caso, consultará con otros actores importantes de la zona, como Corea del Sur y Japón. Pyongyang sabe que para EE UU hay un límite: la fabricación de nuevas armas nucleares o su entrega a grupos terroristas. Pero a Washington se le ha planteado un inmenso problema. Después de haber atacado a Irak en busca de supuestas armas de destrucción masiva, no resolver la situación norcoreana equivaldría a lanzar el mensaje de que quien tenga armas nucleares estará a salvo de un ataque de EE UU. La CIA siempre ha considerado que Corea del Norte tenía al menos dos bombas nucleares, fabricadas con material anterior a 1994, cuando interrumpió su programa, y que dispone de misiles de largo alcance, aunque quizás las cabezas nucleares sean demasiado grandes para lanzarlas con estos vectores.
El jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, es partidario de pactar con China una política para forzar un "cambio de régimen" en Pyongyang. Powell, por el contrario, apuesta por la vía diplomática para ayudar económicamente al régimen a cambio de que renuncie a estos programas armamentistas.
En los últimos meses, a modo de advertencia, Pekín ha cerrado brevemente el grifo del petróleo, del que Corea del Norte depende para sobrevivir junto con la ayuda alimenticia del gigante asiático. La respuesta del aislado régimen comunista norcoreano -que sugiere "medidas audaces" para resolver la situación- puede ser a la desesperada. Una guerra en la zona sería un desastre; no digamos ya una guerra con armas nucleares de por medio.
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