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Crónica:FÚTBOL | 31ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sopor en Mestalla

El Valencia gana con lo mínimo a un Alavés paupérrimo

Se juntó todo. Un Alavés en plena fase de descomposición, un Valencia cansado de atacar, dos técnicos con ganas de especular -Benítez y Mané- y un calor en Mestalla que invitaba a salir por piernas del estadio. Eso es lo malo de que tres equipos italianos hayan alcanzado las semifinales de la Liga de Campeones con un estilo tan rancio: que cunde el ejemplo. Así que el Alavés sólo vino a defenderse a Mestalla y, encima, defendió mal, muy mal. Y el Valencia, que tanto espectáculo derrochó el martes ante el Inter, advirtió que ayer ganaba sin apenas juego. Sin más desgaste que el estrictamente necesario. Así que se dedicó a dejarse llevar. Con un ritmo cansino y un par de achuchones. Y es que no necesitaba más para asustar a un Alavés que, o cambia radicalmente, o va directo al calabozo de Segunda. ¡Qué lejos queda aquel conjunto atrevido y compacto que disputó la final de la Copa de la UEFA en 1998! Y cuya base estaba ayer en Mestalla. Con la autoestima por los suelos, Mané dejó en punta tan sólo al pequeño Iván Alonso, pero su potente salto al lado del de Ayala quedó en saltito. Y así todo lo demás. Un tirito de Pablo al filo del descanso con la derecha fue el peligro que llevó el Alavés en toda la tarde. Después entró el ex valencianista Adrian Ilie, recibido con división de opiniones, y abundó en la lamentable pinta de sus compañeros.

VALENCIA 3 - ALAVÉS 0

Valencia: Cañizares; Réveillère, Ayala, Marchena (Sánchez, m. 82), Fabio Aurelio; Rufete, Albelda (Pellegrino, m. 73), Baraja, Vicente; Aimar (Carew, m. 79); y Angulo.

Alavés: Dutruel; Geli, Karmona, Téllez, Ibón Begoña; Mara (Magno, m. 66), Astudillo, Luis Helguera, Pablo, Jordi Cruyff (Ilie, m. 66); e Iván Alonso (Rubén Navarro, m. 78).

Goles: 1-0. M. 31. Tras una jugada de Rufete, el rebote le cae a Réveillère y éste marca por alto. 2-0. M. 56. Rufete, a pase de Angulo. 3-0. M. 67. Aimar marca cruzado tras el pase de Baraja.

Arbitro: González Vázquez. Amonestó a Réveillère, Aimar, Marchena, Ibon Begoña, Geli y Luis Helguera.

Unos 45.000 espectadores en Mestalla.

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Tres goles para un equipo que le cuesta tanto marcar son muchos. Claro que, vista la entidad del rival, son una birria. Era un partido para golear. Pero a los chicos de Benítez, con el marcador de cara, le entraron ganas de ahorrar. Las mismas que a su entrenador, que ni siquiera con el 3-0 le dio una alegría a la hinchada soltando lastre defensivo y dándole bola a gente realmente hambrienta de fútbol. A Sánchez, por ejemplo, al que sólo sacó al final, con 10 minutos por delante.

Los tres tantos llegaron por el flanco derecho del ataque valencianista, o dicho de otra manera: la zaga vitoriana tuvo un serio problema toda la tarde en su costado izquierdo. Ni Ibon Begoña ni el central zurdo Téllez supieron cerrar la brecha. La tenacidad de Rufete por ese lado resultó determinante. Fue el origen de los dos primeros tantos. El tercero fue otra cosa, fruto del entendimiento entre los dos futbolistas más decisivos del Valencia en los últimos dos años: Baraja y Aimar.

Un Baraja, por cierto, a quien una parte de la grada parece tener ganas de echarle el guante. Toca la pelota y algunos ya ponen los labios en posición de silbar. Claro que él no se arredra y sigue arriesgando en los pases: unos salen y otros no, pero es su forma de jugar y no la cambia, afortunadamente para el Valencia. De no haber sido por su buen gusto y el de Aimar, la huida del estadio habría sido masiva. La conclusión es que el Valencia depende demasiado de estos dos hombres. Les carga un peso tremendo. Les pide que corten, que creen y que marquen. Y no les da licencia para los altibajos.

También porque su participación goleadora resulta inexcusable. Ayer, sin ir más lejos, marcó Aimar, su séptimo tanto en la Liga, y fue acompañado por otro centrocampista -Rufete- y un defensa -Réveillère-. Corren malos tiempos para los atacantes en Mestalla. Benítez confió ayer otra vez en Angulo como

único 9. Es decir, todo el año probando delanteros para, al final, recurrir, como el curso pasado, a Angulo, un tipo agresivo y veloz, sí, un segunda punta aceptable, pero no un 9 hecho y derecho.

Rufete, a la izquierda, acude a felicitar a Réveillière, tras marcar éste el primer gol.
Rufete, a la izquierda, acude a felicitar a Réveillière, tras marcar éste el primer gol.JOSÉ JORDÁN

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