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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Pamesa crece en Europa

El equipo valenciano gana la ULEB y jugará la Euroliga el próximo curso

Juan Morenilla

Ahora sí. Por fin el Pamesa ha dado el paso definitivo para hacerse llamar de usted. Por fin, después de dos finales de la Copa Saporta perdidas, después de que su presidente, Juan Roig, firmara un cheque tras otro para tener la mejor plantilla de su historia, el conjunto valenciano es campeón de Europa. Anoche tumbó la última resistencia, el Novo Mesto de Eslovenia, en la vuelta de la final de la Copa ULEB, y conquistó así su primer título internacional y segundo de su historia, después de la Copa del Rey de 1998. El triunfo le clasifica además directamente para la próxima Euroliga, el gran sueño del club. Se cumple así la palabra de Juan Roig, quien tras la última final perdida, la pasada temporada contra el Siena, prometió con los puños cerrados de rabia que el equipo levantaría un título continental. Y ya lo ha conseguido. El Pamesa ha dominado con autoridad la Copa ULEB, y se ha ganado el derecho a entrar en el círculo de los conjuntos españoles que han conquistado títulos europeos: el Real Madrid, el Joventut, el Barcelona, el Tau y el Unicaja. Su paso por Europa este curso y el coste de su plantilla no merecían otro resultado.

PAMESA 78 - NOVO MESTO 76

Pamesa: Rodilla (2), Luengo (5), Paraíso (6), Oberto (13), Tomasevic (28) -cinco inicial- Montecchia (3), Robles (8), Kammerichs (9), Hopkins (4), Cardinal, García.

Novo Mesto: Capin (7), Duscak (11), Maravic (8), Arnold (20), Bader (7) -cinco inicial- Gnjidic (11), Mathis, Paravinja (6), Drobnjak (6).

Árbitros: De Keiser, Colucci y Gondas. Eliminados: Luengo (m. 34).

Vuelta de la final de la Copa ULEB. Resultado ida: 78-90. 9.259 espectadores en el pabellón de la Fuente de San Luis.

El encuentro, jugado a toda mecha en un pabellón Font de Sant Lluís a reventar, se movió poco respecto a lo que se esperaba. Es decir, el Novo Mesto volcado en el lanzamiento de un triple tras otro y el Pamesa manejando con inteligencia la renta de 12 puntos con que regresó de Eslovenia. Y así fue. El Novo Mesto puso desde el primer minuto sus cartas sobre la mesa, que son pocas y repetidas: triples y triples. Y eso es muy poca cosa. La estrategia, eso sí, les funcionó un rato. Duscak y Maravic enlazaron varios tiros desde 6,25 y el Novo Mesto se situó en un abrir y cerrar de ojos con una cabeza de ventaja (4-12). Pero ésa es la única arma de los eslovenos. Ya no tiene otra. El Novo Mesto es peligroso porque no se mide, no tiene término medio. O te machaca a triples o pierde el control sin saber lo que hacer, como ya le ocurrió en la ida.

La fuerza local

El Pamesa contribuyó a sus planes. Durante los primeros minutos cedió muchas posiciones de tiro exterior. O sea, que dejó al Novo Mesto que jugara a la lotería. Ganó durante medio cuarto, y punto. El conjunto de Spahija es tan peligroso en ataque como blandengue en defensa, y el goteo de triples acabó secándose. En cuanto el Pamesa hizo un poco de fuerza, el equipo esloveno se abrió como un melón. El centro de la zona parecía un pasillo con permiso libre para circular. Para colmo, Tomasevic sacó el manual de las asistencias y dejó a todos los defensas mareados con su juego de manos. Nadie como el yugoslavo, campeón de todo, es tan importante en este equipo. No sólo porque odia perder, sino porque además es el más listo de la clase, un jugador con una inteligencia única en la pista. Durante el recital de triples del Novo Mesto, Tomasevic se echó el equipo a las espaldas por puro instinto: 14 puntos y tres rebotes en el primer cuarto. Se convirtió en la referencia para sus compañeros, en el eje sobre el que pivotaba todo el juego valenciano.

Ahí se asomó entonces la enorme diferencia entre ambos equipos. El Novo Mesto, que lo había confiado todo a la muñeca de los triplistas, duró medio asalto. El Pamesa sólo tuvo que practicar su asignatura favorita, la defensa, y la grieta empezó a abrirse (42-37 al descanso). Lo hizo desde el interior de la zona, pese a la heroica resistencia de Arnold, el único que aguantaba el cuerpo a cuerpo de los pívots del Pamesa. Mientras Tomasevic pone el cerebro, Oberto es un huracán, un jugador de gran regularidad, luchador como pocos. Son, sin duda, una pareja perfecta, tan compenetrada que juegan de memoria y cuyo sitio no es otro que la Euroliga. Tampoco hay que olvidar a Hopkins, suplente este año tras ser el mejor del curso pasado, lo que da la medida de lo que ha mejorado este conjunto. Lo mismo que al estadounidense le ha ocurrido a Paraíso, desplazado a menudo de la titularidad por Kammerichs, y al mismísimo Rodilla, a quien Montecchia le ha cogido más de una vez la batuta. Ésa fue también la fuerza ayer del Pamesa. Mientras Paco Olmos -mención aparte para el técnico más joven de la ACB y ya campeón de Europa- movía el banquillo, el Novo Mesto se mantenía casi siempre con las mismas piezas.

La diferencia se redujo a los tres puntos (59-56) al comienzo del último cuarto, punto en el que empezó a jugar la grada. Oberto levantó los brazos pidiendo el apoyo del público, y la afición, más acostumbrada últimamente a lágrimas que a sonrisas en las finales, se despertó. Fue el arreón definitivo hacia el título. Pese a que el Novo Mesto quemó sus últimos disparos, cómo no, desde los triples, el Pamesa aguantó el tipo. Por fin era campeón de Europa.

Hopkins, a punto de pasar el balón ante Drobnjak.
Hopkins, a punto de pasar el balón ante Drobnjak.SANTIAGO CARREGUI

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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