"¡Qué bestialidad!, ¿no?"

"¡Qué bestialidad!, ¿no? ¿Lo tiran seguro? ¿Y qué se hará? Será una pasta el coste, ¿no?". El director de Els Comediants, Joan Font, no formulaba más que preguntas cuando se le comentó la decisión del TSJ de tirar el muro del escenario y levantar las placas de mármol de las gradas. Su compañía inauguró la nueva fase del teatro restaurado. Font también conoció la anterior etapa y el pasado verano el grupo representó Bi. "Es una falta de respeto, sobre todo si no se sabe qué se va a hacer después", afirma, ya más tranquilo. "A mi no me gusta el Teatre nacional de Catalunya, pero tampoco lo tiraría", comenta, antes de resaltar la relación que se establece con la cávea desde el escenario saguntino. También defiende la estética de la intervención, si bien pone algunos peros a la infraestructura, que se podría ir mejorando.

"Nunca he tenido ningún problema en defender la intervención en el Teatro Romano de Sagunto. Su reconstrucción tiene algo de poético. Lo pensaba antes de trabajar en él y después de hacer, aún más. La relación más natural entre el público y el escenario que he conocido está en el Teatro de Sagunto. Así lo decían también los actores de Edipo, porque se ha mantenido una cosa fundamental como es la línea de la cávea de los antiguos teatros romanos". Así se expresaba el director teatral Lluís Pasqual al enterarse de la decisión.

Otro director que ha conocido el teatro antes y después de la intervención de Grassi y Portaceli es Miguel Narros, quien respondió con meridiana claridad ante la decisión: "Qué disparate". "Si quitan lo que dicen no va a servir para nada, antes había piedras rodadas y ahora se ha hecho una reconstrucción muy cualificada", añade, al tiempo que destaca la "buena relación" y la "excelente acústica". "Lo dejarán inútil, con un gasto inútil", concluye.

Contrarios

Nuria Espert no comparte estas opiniones. No quiere pronunciarse sobre el auto porque no tiene suficiente información al respecto, si bien pregunta de inmediato cómo quedará el teatro, en qué situación. "Supongo que dejarlo como antes será imposible", piensa en voz alta. La intérprete de Medea, en el montaje de Irene Papas, recuerda, en cualquier caso, que a ella nunca le ha gustado la restauración. Tampoco a la actriz griega, que preguntada en una ocasión sobre el posible derrumbamiento de la obra, respondió delante del presidente de la Generalitat, José Luis Olivas, que ella no veía ningún problema. Papas preside la Fundación de las Artes Escénicas de Sagunto que promueve un nuevo teatro en el Puerto de Sagunto.

"Me parece que es una jugada política para destrozar lo que han hecho otros: es una barbarie", dice Miquel Peynel, de la compañía Dagoll Dagom, que actuó el pasado verano con su montaje Cacao. Peynel comenta que el escenario presenta algunos problemas, así como la ubicación de los camerinos (que no se pudieron concluir porque se paralizaron las obras a causa del litigio), pero califica como una barbaridad tirarlo para dejarlo como antes. "¿Para sentarnos sobre aquellas piedras que había antes", se interroga.

José Luis Gómez, el director de La Abadía, aún recuerda como uno de los momentos más intensos de su carrera un Edipo rey en Sagunto en 1983, antes de la rehabilitación. Después, él no ha actuado, pero sí que conoce el proyecto y expresa la opinión de que los políticos no ejercieron ningún control sobre el trabajo de los arquitectos en una intervención que califica de posmoderna y que no tuvo muy presente a los profesionales del teatro. En cualquier caso, considera lamentable la situación.