Serranos y pantanos

Es una lástima que dos series españolas tengan que competir casi a la misma hora y los mismos días, pero una oscura ley así lo manda. Además del duelo entre Siete vidas y Un lugar en el mundo, Tele 5 y Antena 3 vuelven a competir los martes con Los Serrano y El pantano. Esta última defiende una historia seria, con sólidos personajes femeninos envueltos en situaciones que propician un, en teoría, inquietante clima de misterio. Tanto Natalia Verbeke como Emma Suárez resuelven bien su papel de hermanas distintas y complementarias, sin que podamos opinar del trabajo de Antonio Valero: no compareció en un primer capítulo que sugiere desenlaces dramáticos y mucha historia oculta, proclive a truenos, pesadillas y otros efectos especiales.

La clave parece esconderse en la mirada de una adolescente teóricamente sordomuda, que revive un episodio traumático al ver una joya pescada en un pantano. El anzuelo narrativo, pues, consiste en que nada sea lo que parece y que todos tengan algo doloroso que ocultar (secretos, insatisfacción, violencia latente) y deseos de enderezar su vida (Verbeke huye de un mal momento profesional y sentimental y se refugia en la casa de campo de su hermana, que también tiene problemas).

En Los Serrano se apela a un primario humor intergeneracional, concentrado en la suma de familias unificadas por una boda entre el viudo Antonio Resines, que aporta al hogar sus hijos y su facilidad para el cabreo rebozado de ternura, y Belén Rueda, una separada hiperactiva que, tras tirarse repetidamente desde lo alto del mástil de un velero en un anuncio, regresa a la ficción con hijas y deseos de volver a empezar. Hay un bar, y secundarios solventes con tendencia al palillo en la boca.

Da la impresión de que han metido en una licuadora todas las series españolas de los últimos años (desde Los ladrones van a la oficina a Médico de familia pasando por Farmacia de guardia) y han sacado un zumo con sabor a españolada. Las tramas multidireccionales que orbitan alrededor del nuevo núcleo familiar impiden concentrarse, aunque intuyo que los adolescentes darán más juego que los niños (¿que pasará cuando el hijo de Resines se enamore de la hija de Rueda?). Lo mejor: la caricatura de un antiglobalizador cantautor catalán que empeora todavía más, si cabe, la precaria situación de nuestra cançó. Me temo que esta actualización de arquetipos es, junto al trabajo de los actores, lo único susceptible de crear cierta adicción a la serie.