Bombín, paraguas y cuero: agentes para la eternidad
¡Mrs. Peel, nos necesitan! Esta frase pertenece a la mítica serie televisiva británica Los Vengadores (The Avengers, 1961-1969), protagonizada por los carismáticos John Steed (Patrick Macnee) y Emma Peel (Diana Rigg). El apodo de este dúo de agentes del servicio secreto británico, más propio de una cuadrilla del salvaje oeste que de unos y refinados espías, se desvela en el primer capítulo de la serie, donde Steed ayudará al doctor Keel a vengar la muerte de su prometida. Resuelto el tema en el segundo episodio, una nueva pareja catódica de espías irrumpía en el panorama televisivo dominado por las insulsas comedias norteamericanas.
Sus insólitas aventuras se extenderían a lo largo de 161 episodios (serie clásica) y, por el momento, una película del mismo título (1998). En su documentado texto El Universo de los Vengadores (1998), el profesor Xavier Pérez, sentencia: "Los Vengadores no sólo es la mejor serie de agentes secretos de la historia de la televisión, sino el más audaz compendio de sofisticado vanguardismo visual y desacomplejado delirio surrealista que acogieron las ondas catódicas durante la prodigiosa década del pop". La película, en cambio, decepcionó a los seguidores y admiradores de la serie televisiva. Empezando por la pareja protagonista (Ralph Fiennes y Uma Thurman). Y es que la altura del listón impuesto por su predecesora resulta insuperable. Por cierto, el aristocrático Macnee encarna (es un decir), en el filme, a Jones, un agente invisible habitante de los archivos del servicio secreto.
El argumento está inspirado en el episodio Un puñado de H2O, en que un meteorólogo (Sean Connery), científico excéntrico y desalmado, emplea con fines malévolos el proyecto Próspero, un experimento gubernamental que tiene por objeto controlar y dominar el clima mundial. Como demostración de su poder, sir August de Wynter (un juego de palabras -tema recurrente en la serie-: Agosto de Invierno) convierte un solitario y desangelado Londres en una postal navideña. Momento en que deberá enfrentarse al dúo vengador. ¿Es posible controlar el clima? Tal vez algún día, aunque se está aún muy lejos de conseguirlo. Basta tener en cuenta las dificultades en la predicción pese a la inestimable ayuda de satélites meteorológicos como Meteosat. Los modelos climáticos se enfrentan a la titánica tarea de compaginar a la vez todo un conjunto dinámico de subsistemas (atmósfera, hidrosfera -océanos, ríos-, criosfera -nieve y hielo-, litosfera -continentes- y biosfera -fauna y flora-) que intercambian masa y energía e interaccionan entre sí en un rango muy amplio de escalas temporales (de días a millones de años) y espaciales. Pasará aún bastante tiempo antes de que puedan contratarse los servicios de empresas como Wonderland Weather Co., dedicada a crear microclimas personalizados en las residencias de sus clientes.
En el filme, como en la serie, nada es lo que parece. Un inofensivo paraguas es la funda de una espada; un distinguido bombín se convierte en una útil arma defensiva; la mansión del diabólico doctor es un hipnótico laberinto construido con las imposibles geometrías de Escher (referencia al episodio La casa que Jack construyó) por el que deambula aturdida la secuestrada Emma. Abundan en la serie empresas comerciales, meras fachadas que esconden una actividad delictiva. Una fábrica de fertilizantes (United Foods and Dressings) cuyo propietario pretende reinstaurar... ¡el Imperio Romano! o una agencia matrimonial (Togethermess Inc.) especializada en el intercambio de crímenes: los clientes acuden con el deseo de eliminar a una persona a cambio de liquidar a otra. Algunas están directamente fuera de la ley, como la compañía dedicada a suprimir la competencia de cualquier negocio que solicite sus servicios (Bussines Eficiency Bureau) o la empresa farmacéutica (Willis Sopworth) utilizada para inundar los países árabes de productos venenosos y desestabilizar el orden internacional (ese que, dicen, estamos defendiendo a golpe de bombas en Irak).
Un cementerio privado cuyo lema es "La gente se muere por entrar en Happy Meadows" acoge a empresarios perseguidos que se hacen pasar por muertos y da entrada a un lugar de diversión (El Paraíso) donde esperan, tranquilamente, a ser olvidados. Todo un catálogo de extravagantes sociedades filantrópicas, centros de formación y organizaciones, como la sociedad secreta (The Danger Makers -creadores de miedo-) de militares "desencantados a causa de los pocos peligros y emociones que viven en tiempos de paz" cuyos miembros practican actividades de riesgo. Ya saben, militares del mundo, inscríbanse en ella y déjennos en paz.
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