Una empresa personal virtual
GUSTAVO CALDAS OPERA DESDE SU CASA "o desde cualquier lugar donde me encuentre" por medio del teléfono y de la Red. Emplea apenas dos personas fijas, quienes trabajan también desde su casa. Pero cuenta con una red de 1.500 traductores independientes repartidos por el mundo. Sin Internet nunca habría creado Span-It, su empresa de traducción. Su historia ayuda a entender por qué las tecnologías de la información ganan terreno a pesar de la crisis. Y sirve de ejemplo para otros.
La aventura empezó cuando Caldas trabajaba de traductor para el sitio de noticias Cnet, una de las 10 empresas más grandes de Internet. "Fui testigo de los gastos exorbitantes que se hacían al principio y vi una ventaja en poder funcionar con gastos reducidos". La idea era ofrecer precios atractivos con traductores de Colombia (su pais de origen), México y el resto de América Latina.
Cuando Caldas recibe un texto, busca en su base de datos y escoge los traductores apropiados y les envía una descripción del trabajo. El primero que responda se lo lleva
El secreto, los precios: "Más o menos una tercera parte" de los que se cobran en EE UU, donde oscilan entre 15 y 25 centavos de dólar por palabra
"Empecé con un cliente muy bueno". Así procedió durante unos meses "sin inversión alguna". Luego se dedicó a buscar más clientes y a constituir su red de gente gracias a las bases de datos de las asociaciones de traductores de cada país. Los que emplea tienen al menos 5 años de experiencia.
El 60% de sus traducciones son en español. Pero también trabaja en inglés, portugués, francés e italiano. Tener contactos en muchos países le permite adaptar los textos en función de las audiencias. Obviamente no trabaja frecuentemente con los 1.500 traductores de su base de datos. Su núcleo duro es de 50. "Contacté con ellos por Internet. Conozco a dos o tres".
El funcionamiento es sencillo. Cuando recibe un texto, hace una búsqueda en su base de datos gracias a un software especial. Entonces, explica Caldas, "se escogen los traductores más apropiados y de manera automática se envía una descripción del mismo a cada uno. El que primero responda se lleva el trabajo".
Buena parte del secreto son los precios. Son "más o menos una tercera parte", según Caldas, de los que se dan en EEUU, donde oscilan entre 15 y 25 centavos de dólar por palabra, según los idiomas considerados y el tipo de trabajo.
La explicación está en el uso de la red por dos razones. Primero emplea traductores de calidad pagados a precios modestos ya que viven en lugares donde el costo de la vida es relativamente bajo. Segundo, sus costos fijos son mínimos.
"Los márgenes son reducidos pero el volumen lo compensa. Las ventas han ido duplicándose trimestralmente durante el último año". El 70% de sus clientes son grandes compañías, e incluyen agencias de traducción que lo subcontratan.
Para seguir creciendo está pensando abrir oficinas virtuales en Europa, lo cual sorprende cuando lo puede hacer todo desde Miami o donde se encuentre. "Tener un teléfono y una dirección local en Londres hace que la gente se sienta cómoda para hacer el contacto y mandar el cheque", explica. "La sensación de cercanía es importante para el cliente".
¿Se puede aplicar la experiencia en otros campos? Caldas estima que sí, "a cualquier servicio que no requiera contacto humano y cuyo activo pueda transmitirse electrónicamente". De hecho las grandes empresas lo utilizan para sus servicios de atención al cliente conectados desde la India o desde Costa Rica. De manera más modesta existen servicios de secretariado particular virtual.
La empresa de Gustavo Caldas está en Miami, podría estar en cualquier parte de América Latina o del mundo (con oficinas virtuales donde haga falta). Su forma de operar ilustra que muchos pueden sacar provecho de ciertos aspectos de la globalización, incluyendo la subcontratación transnacional.
También revela que en la Red, entre los hackers, quienes trabajan por amor al arte y las corporaciones, motivadas por la búsqueda de las mayores ganancias, hay espacio para individuos o muy pequeñas empresas que hacen su propia mezcla de ambas motivaciones.
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