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Dimite el responsable de las encuestas falsas

El conseller en cap y candidato de Convergència i Unió (CiU) a la presidencia de la Generalitat, Artur Mas, se vio obligado ayer a sacrificar a su número dos y colaborador más fiel, David Madí, quien presentó su "dimisión irrevocable" ante la comisión parlamentaria que investiga la manipulación de encuestas del Gobierno catalán. La comisión será la más breve de la historia. Los socialistas se dan por satisfechos con la dimisión del responsable de los sondeos manipulados y hoy sumarán sus votos a los de CiU para dar carpetazo a la comisión antes incluso de que ésta empiece a trabajar (véase EL PAÍS de ayer). El resto de partidos aseguraron que socialistas y nacionalistas han sellado un "pacto en la sombra" para "taparse las vergüenzas".

El 'conseller en cap' afirma que la decisión le "honra personal y políticamente" y cuenta con él para el partido
El pacto entre CiU y el PSC liquidará hoy la comisión de investigación, antes incluso de que empiece a trabajar
Los partidos pequeños acusan a socialistas y nacionalistas de sellar un acuerdo para "taparse las vergüenzas"
Madí dice sentirse objeto de un "acoso" político que busca "erosionar" el proyecto "deslumbrante" de Mas
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Hacia una mayor transparencia

Desde el 1 de febrero, día en que estalló el escándalo de las encuestas, Mas y su equipo han intentado echarle tierra encima para ahogarlo: primero lo minimizaron, después prometieron crear un equivalente catalán del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), suprimieron toda una dirección general, destituyeron de facto a su responsable y el conseller en cap -que evitaba hacer declaraciones- compareció a petición propia ante el Parlament.

Mas lo intentó todo con tal de proteger a su brazo derecho, David Madí, secretario de Comunicación del Gobierno y responsable de las encuestas periódicas de la Generalitat desde 2000. Ayer, no obstante, lo dejó caer y su fiel colaborador presentó su "dimisión irrevocable" en el Parlament durante la sesión preliminar de la comisión creada para investigar el escándalo.

El gesto ha convertido a dicha comisión en la más breve de la historia -hoy mismo se liquidará: un suspiro- y en un ejemplo práctico de la cara más tópica del llamado oasis catalán: ante la eventualidad de hacer aflorar un escándalo mayor, los dos grandes partidos -CiU y el PSC- se pusieron de acuerdo para que la borra quede bien escondida debajo de la alfombra.

Puerta cerrada

Madí, que desde el pasado 1 febrero ha evitado explicar públicamente su versión sobre los hechos, dimitió ayer a primera hora y lo comunicó enseguida al Parlament. El dirigente nacionalista, que seguirá arropando a Mas desde la sombra en la sede de Convergència Democràtica (CDC), compareció a puerta cerrada, pero repartió a la prensa su discurso. Cuando habló, ya no era secretario de Comunicación.

Altivo, y orgulloso de su gestión, negó tener ninguna responsabilidad sobre las manipulaciones detectadas y dijo que dimitía por "responsabilidad". A su juicio, ha sido víctima de un "acoso político, moral y mediático" cuyo objetivo final es "tapar y erosionar el proyecto deslumbrante" de Mas. Todos los errores, dijo, han sido "magnificados" y atribuyó el origen de las informaciones a gente "que ha estado traficando con archivos informáticos deliberadamente alterados". Pese a la gravedad de la acusación, confirmó que el Ejecutivo no ha acudido a los tribunales de justicia para denunciarlo.

"Hoy no es el día más feliz de mi vida", admitió Madí, quien dijo que ya había presentado su dimisión el pasado 6 de marzo, justo el día en que el Gobierno suprimió la Dirección General de Evaluación y Estudios, pero que entonces no le fue aceptada. "El día en que uno presenta la dimisión de un cargo que le gusta y que tengo la conciencia de haber ejercido satisfactoriamente, tanto a escala profesional, política como moral, es fácil entender que no sea un día para lanzar cohetes", remachó.

Mas, lacónico

También un lacónico Mas dijo por la tarde que "no es un día especialmente alegre". En la conferencia de prensa posterior a la reunión del Consell Executiu -de apenas 30 minutos y con un espeso ambiente de decepción flotando en el aire-, Mas se limitó a afirmar: "Es una decisión que le honra política y personalmente y que valoro; [Madí] seguirá estrechamente vinculado a nuestro proyecto de futuro". El candidato nacionalista evitó realizar cualquier otro comentario esgrimiendo que la comisión de investigación todavía no había concluido sus trabajos.

Asegurada la cabeza de Madí, los socialistas se aprestaron a dar por cerrada de inmediato la comisión de investigación para desvanecer cualquier posibilidad, por remota que fuera, de que se forzara la comparecencia del alcalde de Barcelona, Joan Clos, por las encuestas del Ayuntamiento. Los socialistas alentaron desde el principio la creación de la comisión de investigación, pero fueron perdiendo entusiasmo a medida que la firme posición del PP la iba haciendo verosímil.

El diputado David Pérez, que llevaba semanas preparando la comisión a conciencia, guardó en un cajón las decenas de preguntas que tenía preparadas, que muy probablemente se quedarán sin contestar. Él mismo fue el encargado de explicar, con cara de circunstancias, que el PSC se da por satisfecho con la renuncia de Madí.El portavoz del PSC y muñidor del acuerdo, Miquel Iceta, se quedó ayer en un discreto segundo plano. El lunes por la tarde, Mas y el propio Madí comunicaron la dimisión de éste a los dos diputados de CiU que integran la comisión de investigación -Jaume Camps y Jordi Casas- durante una reunión en el Palau de la Generalitat. Camps reveló ayer que Madí les había explicado que quería tanto al proyecto de CiU que había optado por dimitir a la vista de la campaña contra él. "Ha sido una dimisión dolorosa y mi opinión es que se ha pagado un precio injusto", sostuvo Camps.

El acuerdo entre socialistas y nacionalistas para bajar la persiana de la comisión de investigación antes incluso de que ésta se ponga a funcionar causó irritación en el resto de partidos, que coincidieron en denunciar un "pacto en la sombra" entre los dos partidos mayoritarios para "taparse mutuamente las vergüenzas". Hacía nueve años que el Parlament no creaba una comisión de investigación, y la que hoy se dará por cerrada ni siquiera ha fijado un plan de trabajo. Ha bastado una comparecencia a puerta cerrada de un alto cargo que no ha aceptado haber cometido ningún error para redactar las conclusiones, que se votarán hoy.

El Partido Popular (PP), que al respaldar por sorpresa la creación de la comisión dejó descolocados a los socialistas, se mostró ayer partidario de "continuar la investigación porque quedan muchas preguntas sin respuesta". "El oasis catalán se ha convertido en una pastelería; [CiU y el PSC] se han tapado las vergüenzas y la corrupción", afirmó Daniel Sirera, portavoz adjunto del PP en el Parlament.

El republicano Joan Ridao habló de un "pacto de pasteleo vergonzoso e indigno para blindarse las vergüenzas". El portavoz de Esquerra consideró que las explicaciones de Madí "no han sido nada convincentes" e ironizó sobre el hecho de que éste se presentara a sí mismo como una "víctima". "No sabemos quiénes son los responsables [de las manipulaciones], quedan muchos interrogantes", añadió.

Joan Boada, portavoz parlamentario de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), mostró su estupefacción por el rápido final de la comisión. En su opinión, la comparecencia de Madí puso de manifiesto precisamente la "necesidad de continuar investigando" porque, subrayó, "nada se ha aclarado". El dirigente ecosocialista recordó que nada se sabe de los estudios cualitativos encargados y pagados por el Gobierno catalán. También llamó la atención sobre las diferencias entre lo que el Ejecutivo ha pagado por encuestas de opinión -según las tarifas homologadas- y el volumen de información que se ha remitido a la Cámara catalana.

Por todo ello, Boada insistió en que su formación se planteará llevar el escándalo ante el fiscal tras las vacaciones de Semana Santa al existir, en su opinión, "indicios de uso fraudulento de dinero público en beneficio de Mas". "Probablemente hoy somos la burla del parlamentarismo a escala mundial y no queremos ser cómplices de este ridículo", concluyó.

David Madí (centro), a su llegada ayer al Parlament, acompañado de sus colaboradores.
David Madí (centro), a su llegada ayer al Parlament, acompañado de sus colaboradores.JOAN SÁNCHEZ

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