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Crónica:FÚTBOL | 29ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Javi Moreno harta al Calderón

Nulo su delantero, el Atlético tira de la heroica para empatar un encuentro que el Espanyol dominó en el marcador pese a su racanería

Más chulo que un ocho, el Atlético le quiso ganar al Espanyol con un futbolista menos. Con los mismos en la pura teoría, porque es seguro que Javi Moreno estuvo sobre el césped -así lo acreditaron los inequívocos silbidos de la grada cada vez que el balón se le acercaba-, pero con uno menos en la realidad. Con Javi Moreno, que saltó para suplir al lesionado Fernando Torres al cuarto de hora, ya no hay duda: no suma, resta, decididamente debilita a los suyos y potencia al rival. Y así, empujando para el lado contrario, desaparecido en combate, permaneció el 19 rojiblanco todo el tiempo, sin que Luis Aragonés le discutiera su presencia. Muy al contrario, cuando nada más comenzar la segunda parte le dio su célebre ataque cambiador, al que mandó a la ducha fue a José Mari. Y la decisión, la verdad, sonó a provocación. El público también lo entendió así.

ATLÉTICO 3 - ESPANYOL 3

Atlético: Esteban; Otero, Coloccini, Hibic, Sergi; Albertini, Emerson (Movilla, m. 57); Aguilera, Luis García; José Mari (Stankovic, m. 49) y Fernando Torres (Javi Moreno, m. 15).

Espanyol: Toni; Marc Bertrán (Morales, m. 75), Lopo, Jarque, Torricelli, David García; Domoraud; Maxi, Óscar (Fredson, m.60), Roger (De la Peña, m. 75); y Tamudo.

Goles: 0-1. M. 23. Tamudo, de penalti, cometido por Hibic sobre él mismo. 0-2. M. 57. Tamudo cabecea un córner hacia atrás y Lopo, anticipándose a Hibic, marca. 1-2. M. 74. Luis García controla con el pecho un envío largo de Albertini y marca de fuerte y colocado derechazo. 1-3. M. 77. De la Peña saca un falta y Domoraud, tras ganarle el salto a Hibic, cabecea a la red. 2-3. M. 85. Stankovic cuelga una falta e Hibic fusila con de volea con la izquierda. 3-3. M. 90. Stankovic cuelga desde la derecha y Aguilera cabecea picado.

Árbitro: Undiano. Amonestó a José Mari, Sergi y Lopo.

Unos 30.000 espectadores en el Calderón.

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En el fondo, el Atlético jugó con dos menos. Pero Hibic, que estuvo desastroso, redimió sus pecados con el desesperado gol del 2-3. El bosnio defendió de horror ante un equipo que se resistió a subir, que llegó al Calderón a esconderse. Cada vez que el Espanyol atacó, marcó. O casi. Y en sus tres visitas, Hibic pifió: hizo el penalti a Tamudo (0-1) y se dejó robar la cartera por Lopo (0-2) y Domoroud (1-3) en dos centros que debía ganar de todas, todas.

Jugar en semejante situación de inferioridad -sin la máxima estrella, con un defensa en su día torpe, con muy poco portero bajo la portería y con el excesivo peso de Javi Moreno sobre el juego- condenó al Atlético. Que no pudo ganar, claro, por mucho que el arrebato de heroismo de Luis García, Aguilera y compañía a punto estuviera de lograrlo; por mucho que no se rindiera jamás y que la iniciativa del juego fuera siempre suya. Pero no, la épica de la que se armó el conjunto madrileño sólo sirvió para dejar la cosa en empate.

Quién sabe si en la locura final, con el Atlético lanzado y el Espanyol perdido del todo, a los rojiblancos le hubiera dado para más, quién sabe. El caso es que a Otero le dio un incomprensible ataque de equipo pequeño, se puso a perder el tiempo de manera irritante y decidió que era bastante con el empate. Un resultado que dejó peor sabor de boca al Espanyol, que tiró con fallos infantiles una renta sabrosísima. No había enseñado demasiado para llevarse los puntos, pero sí una efectividad demoledora. Dejó la velocidad de Tamudo y cierto sentido para el contraataque, pero también una actitud reservona. El Atlético le regaló facilidades y debió pensar que para qué exponer más.

Sin embargo, pagó su racanería. Fue cuando el Atlético entendió que para darle la vuelta al marcador debía asumir que jugaba con uno menos, cuando Luis García y Aguilera, los hombres de banda, decidieron echarse los asuntos del área a sus espaldas. Stankovic, Albertini y Movilla se encargaron de los centros y ellos dos, llegando con decisión, sorpresa y determinación, pelearon por los remates. Luis García falló llegadas cantadas, pero resultó encomiable su perseverancia, recompensada con el golazo del 1-2. Y lo de Aguilera definitivamente no tiene explicación: no había cabeceado en toda su vida y se ha convertido en un insólito especialista. Empezó a probar suerte este año y ya se tiene una fe extraordinaria. Ayer le ganó en el salto hasta cuatro veces a los centrales del Espanyol, dejando cuatro remates venenosos. Uno de ellos, el último, a la red.

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