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Reportaje:

El poder de la OPEP se debilita

Las nuevas relaciones entre Irak y EE UU, el primer consumidor de crudo, podrían afectar al poder del cartel

Durante las últimas semanas, los mercados financieros han experimentando una extraordinaria volatilidad asociada a la evolución de las expectativas sobre un posible conflicto bélico en Irak y, posteriormente, sobre su desarrollo. El final de la intervención ha provocado fuertes descensos en el precio del crudo, mientras los efectos en los mercados de valores han sido menos drásticos... por el momento. Lo que sí está claro es que el conflicto tendrá un efecto inmediato sobre la OPEP. La especial relación que se establecerá entre el segundo exportador de petróleo (Irak) y el primer consumidor (EE UU) puede debilitar enormemente el poder del cartel.

Los factores que provocaron el alza se han diluido. Venezuela y Nigeria se han estabilizado y el invierno termina
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El precio del petróleo en los mercados internacionales no ha sido ajeno a este entorno de volatilidad, como es lógico si tenemos en cuenta que la guerra se ha desarrollado en la zona productora de crudo más importante (un 25% del total diario, y posee un 65% de las reservas). Sin embargo, el precio del barril se ha visto condicionado por otros factores que han contribuido a aumentar la volatilidad.

El movimiento alcista de la cotización del barril de crudo comenzó en cotas de 23 dólares a mediados del mes de noviembre, por el aumento de la tensión política, del estallido de la guerra y que ésta fuera desarrollada de forma unilateral por EE UU... Factor, por tanto, de oferta (temor a represalias árabes, destrucción de pozos en Irak y problemas logísticos en la zona del Golfo) que encontró en el comienzo de la huelga general en Venezuela un temor añadido. La paralización de la extracción en el país suramericano comenzó el 2 de diciembre, cuando el precio había alcanzado ya la cota de los 25 dólares. La reducción de la producción, que se cuantifica en dos millones de barriles diarios (mbd), propició un alza en la cotización (cada vez más afectada por otra parte por la cercanía de la guerra) del 30%, superando la cota de los 30 dólares.

Recorte de oferta

Este movimiento alcista se reforzó por las propias decisiones del cartel que, a pesar de superarse al alza su propia banda objetivo, en la cumbre extraordinaria del 12 de diciembre, no hizo más que ajustar las cuotas a una producción que las excedía claramente. El límite autoimpuesto por los 10 países (excluyendo a Irak, que no participa al estar sujeto al Programa Petróleo por Alimentos) se elevó hasta 23 mbd desde los 21,7 vigentes desde enero de 2002, pero, al mismo tiempo, se acordó un recorte de la producción diaria de 1,5 mbd. En definitiva, la producción de la OPEP en diciembre descendió hasta los 22,38 mbd, frente a los 24,1 del mes anterior (reducción que no encontró compensación por parte ) y la de los países no miembros, ya que su producción se estabilizó en 48,50 mbd.

Esta caída de la oferta diaria de crudo coincidió con dos distorsiones importantes desde la vertiente de la demanda. En primer lugar, el periodo invernal (especialmente intenso en algunas regiones) aumentó el consumo en el hemisferio norte. En segundo lugar, el bajo nivel de inventarios que, en media, se situaban un 15% por debajo de las cifras de los niveles de un año antes y, en algunos casos, en mínimos de los últimos 20 años (fundamentalmente en EE UU). Presión desde el lado de la demanda (en el último trimestre del pasado año se elevó desde 76,8 mbd a 78,2 mbd) que no encontró respuesta desde el de la oferta y que, incluso, concentraba cada vez más dudas sobre su evolución en los siguientes meses.

Comienza el ejercicio 2003 y la persistencia de la cotización por encima de la cota de los 30 dólares es una clara amenaza para el ciclo económico. A pesar de que a corto plazo supone una noticia muy positiva para los países productores (y obviamente para las compañías petroleras, que ofrecen alzas significativas en sus resultados del cuarto trimestre de 2002 y del primer trimestre de 2003), éstos son conscientes de que pueden provocar una recesión económica con el consiguiente hundimiento de los precios en los siguientes meses. Son varias las evidencias históricas, algunas muy recientes, que demuestran que los riesgos derivados de un encarecimiento del petróleo, aunque a corto plazo, están más vinculados a la vertiente inflacionista, a medio plazo impactan de forma virulenta en materia de crecimiento. La posición actual del ciclo -sin presiones inflacionistas pero con incertidumbres de crecimiento- hace especialmente vulnerables a las economías a un barril de petróleo por encima de los 30 dólares.

Llega la guerra

El cartel vuelve a reunirse de forma extraordinaria el 12 de enero y acuerda compensar la menor producción de Venezuela elevando las cuotas en 1,5 mbd hasta 24,5. De esta forma, en los dos primeros meses del año se consigue volver, e incluso superar, los niveles de oferta de octubre, gracias, sobre todo, a Arabia Saudí, que eleva su producción en casi un mbd, hasta nueve mbd (máximo desde octubre de 1981).

Sin embargo, la cotización del barril continúa su escalada, que culmina en niveles de 35 dólares en las primeras sesiones de marzo. Nuevos problemas de oferta condicionan este encarecimiento adicional. El más importante es la proximidad del estallido de la guerra y el hecho de que, sobre todo desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE), se advierte de que el margen de aumento de la producción es muy reducido (2 mbd) y que podría no ser suficiente para suplir la reducción de la oferta derivada de la guerra en Irak (se estimaba en 2,5 mbd). Además, a pesar de la finalización de la huelga, Venezuela no consigue recuperar la producción (en febrero se situó en tan sólo un 50% de la de noviembre), mientras que en Nigeria (quinto exportador, con una producción de 2 mbd) se produce también una minoración de la extracción diaria motivada por conflictos étnicos.

Comienza la guerra y la rapidez con la que ésta se desarrolla y las noticias que apuntan a que los pozos no van a sufrir daños importantes se traducen en una compensación prácticamente total del encarecimiento observado entre noviembre y marzo. Incluso, como sucedió en otros mercados, las correcciones llegan a producirse antes de los primeros ataques sobre Bagdad. La cotización del brent se había situado ya por debajo de los 30 dólares el 18 de marzo y en 25 dólares menos de 48 horas después del comienzo de los bombardeos.

¿A qué se debe esta fuerte caída? Además de la típica reacción de los mercados, se puede señalar que todos los factores que motivaron el alza en la cotización se han diluido (o cambiado de signo) de forma simultánea. Venezuela ha podido recuperar ya el nivel de producción anterior a la huelga, la situación en Nigeria se ha estabilizado, el periodo invernal en el hemisferio norte ha terminado, al igual que la guerra y, por último, las cuotas siguen en niveles elevados. En consecuencia, la OPEP ha reaccionado convocando una reunión extraordinaria para el próximo 24 de abril en la que analizará la nueva situación tras el final de la guerra y, posiblemente, acuerde la reducción de cuotas para situarlas otra vez en 23 mbd o, incluso, por debajo.

Productores y consumidores

La actual fase del ciclo económico podemos considerarla como de estancamiento, por lo que no es previsible un fuerte crecimiento de la demanda asociada a una reactivación de la producción industrial. Además, el panorama en el mercado puede modificarse en los próximos meses. Las reservas de crudo en Irak se estiman en 113.000 mbd, es decir, sólo por detrás de Arabia Saudí (262.000 mbd), y supondrían un 11% del total mundial, con una alta probabilidad de ser revisadas al alza cuando los campos petrolíferos sean analizados con rigor. Se calcula que Irak podría llegar a producir 6 mbd en un plazo de entre uno y dos años, es decir, un 25% de lo que extrae actualmente la OPEP, lo que tendría claras consecuencias sobre su poder de fijación de precios.

Más allá del aumento de la oferta diaria, el hecho más relevante y que puede desestabilizar al cartel es que el segundo mayor productor de crudo será, presumiblemente, un país estrechamente vinculado a los intereses del primer consumidor mundial. Transformaciones, por tanto, en el equilibrio de fuerzas entre productores y consumidores que se traducirá en una mayor estabilidad del precio del crudo en la banda baja del rango observado en los últimos años. Cotizaciones de entre 20 y 25 dólares que deben servir para alcanzar una mayor tasa de crecimiento económico sin dañar ni a la industria petrolera ni a los países cuya principal fuente de ingresos es la venta del crudo. Aunque no parece factible a corto plazo, a medio plazo la OPEP puede perder gran parte de su capacidad de fijación de precio.

Soldados estadounidenses y civiles iraquíes derriban una estatua de Sadam Husein en Bagdad.
Soldados estadounidenses y civiles iraquíes derriban una estatua de Sadam Husein en Bagdad.REUTERS

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