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Columna
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Intriga

Madrid es la capital de la intriga. Semana Santa, tiempo de saetas, también es este año un retablo de puñaladas traperas y tejemanejes políticos de variado calibre. Queda poco más de un mes para que se despeje la incógnita de quiénes ganarán el 25 de mayo. En los cuarteles de la derecha se hacen rogativas a todos los santos para que lo de Irak acabe cuanto antes y sin más daños colaterales, porque cada día que pasa se les alborotan, abochornados, miles de posibles votantes. Las imágenes que vemos por televisión parecen indicar que los aliados han acabado con una dictadura para imponer el caos e inaugurar presagios internacionales tenebrosos a corto, medio y largo plazo. Pura intriga.

Algo habrá que hacer estas vacaciones para espantar congojas. Después de tantos sustos, tanto cabreo y tanta melancolía, se impone una cura de desintoxicación de la realidad. Hay muchas formas de conseguirlo, porque cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas, pero un modo muy eficaz consiste en agarrar el toro por los cuernos. ¿Estás agobiado por la intriga? Pues métete al cuerpo más intrigas todavía, pero intrigas guapas, de ésas que se sacan de la manga los escritores. Los vecinos de la Villa tenemos la suerte de que esta ciudad está muy bien representada en la literatura universal de todos los tiempos, no sólo porque Cervantes, Quevedo, Lope o Calderón fueran madrileños, sino porque también la propia capital es escenario de innumerables obras. La última de ellas es la novela ganadora del Nadal 2003 Los amigos del crimen perfecto (Ed. Destino), de Andrés Trapiello. Una vez leída, se puede revivir pateando los lugares del centro de Madrid por donde discurre la intriga.

La madre del cordero se monta nada menos que en el café Comercial, de la glorieta de Bilbao, donde celebra su tertulia semanal la asociación Amigos del Crimen Perfecto. Por allí te puedes cruzar con Chandler, De Quincey, Conan Doyle, Agatha Christie, miss Marple, el padre Brown, Nero Wolfe, Marlowe. Y te puedes liar con ellos y te llevan a la Gran Vía, el Palacio Real, el Mercado de San Miguel, el Retiro... Y la intriga te empieza a hacer cosquillas.

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