Bagdad no fue 'Sadamgrado'
Finalmente, Bagdad no fue Sadamgrado. Lo que los más pesimistas vaticinaron que sería una batalla larga y cruenta, calle por calle, por la capital iraquí no fue tal, y un par de zarpazos bastaron para que las defensas iraquíes se plegaran ante la apabullante superioridad de los tanques estadounidenses.
Las perspectivas no eran halagüeñas para las fuerzas invasoras -una ciudad gigantesca, de cinco millones de habitantes, en la que la Guardia Republicana y los fedayin fieles a Sadam Husein se habían atrincherado-, aunque los generales estadounidenses y estrategas como Anthony Beevor dejaron claro desde el principio que EE UU no repetiría la experiencia de Hué, la ciudad vietnamita que los marines tardaron un mes en tomar tras salvajes combates en 1968. La "estrategia de roer", como fue definida por un mando estadounidense en el cuartel general de Qatar, funcionó. Tras sólo tres semanas de guerra, la capital iraquí cayó en manos de EE UU.
Las tropas de la III División de Infantería y la I División de Marines tardaron 12 días en plantarse a las puertas de la capital iraquí
Las tropas de la III División de Infantería (mecanizada) y la I División de Marines tardaron 12 días en plantarse a las puertas de Bagdad, a pesar del retraso provocado por una intensa tormenta de arena. Tras dejar de lado Nasiriya, Nayaf y Kerbala, los soldados y marines norteamericanos alcanzaron la capital desde el sur. La 101ª División Aerotransportada llegó después por el mismo camino.
La llamada Zona Roja
Los bombardeos sobre Bagdad, que comenzaron el 20 de marzo con el objetivo de descabezar al régimen, se fueron intensificando a lo largo de la campaña. Dos semanas después, los ataques desde el aire no sólo alcanzaban la ciudad, sino que también castigaban las posiciones de la Guardia Republicana en la llamada Zona Roja, el anillo defensivo que, en un radio de 50 kilómetros, rodeaba la ciudad. Misiles, bombas guiadas, bombardeos de alfombra de B-52 o incluso las BLU cortadoras de margaritas -dos de estos misiles de siete toneladas fueron lanzados el 2 de abril- destrozaron las defensas iraquíes y permitieron un avance muy rápido hasta el primer objetivo urbano: el aeropuerto Sadam, a 20 kilómetros al suroeste de la capital.
Con apoyo de aviones F-15E y F-18 y de helicópteros Apache, las fuerzas de la coalición comenzaron el 3 de abril el asalto sobre el aeropuerto. A las 7.30 del día siguiente, el capitán John Altman, de la I Brigada de la III División de Infantería, anunciaba el control del "80% del aeropuerto", aunque los combates continuaban.
Para no ver a sus tropas atrapadas en un infierno de guerrilla urbana en las calles de Bagdad, el mando estadounidense pensó, en un principio, en aplicar la lección aprendida de los británicos en la toma de Basora: lanzar un ataque paulatino, de baja intensidad, con las menos bajas posibles. Pero ese plan prudente quedó descartado a última hora y fue sustituido por uno más audaz, destinado a sacar provecho cuanto antes de la debilidad del enemigo. EE UU, según relata el especialista de The New York Times Michael Gordon, siguió el principio militar de responder a la vulnerabilidad del enemigo con una fuerza abrumadora.
A primera hora del sábado 5 de abril se produjo una operación espectacular que significó el punto de inflexión en la batalla por la capital iraquí. Una columna de 50 carros de combate -"la columna infernal", la llamó Le Monde- entró durante tres horas en los barrios de Al Dorah y Yarmouk, dejando un rastro de muertos, vehículos y cañones calcinados. La incursión fue retransmitida en directo por la cadena Fox News y narrada por varios enviados especiales, entre ellos el de la revista militar Raids. "Disparan sobre todo lo que se mueve. Es 'fuego a discreción'. Les encanta disparar con sus cañones de 25 milímetros sobre los retratos de Sadam. No tienen disciplina de fuego, se ha dado la iniciativa a chavales de 20 años". La incursión demostró la debilidad de las defensas iraquíes, igual que la efectuada al día siguiente, más profunda, que llegó hasta el centro de Bagdad.
La ofensiva definitiva sobre Bagdad tuvo lugar el martes 8 de abril, cuando cientos de tanques estadounidenses penetran, casi sin oposición, hasta el centro de la ciudad y toman varios palacios presidenciales. Un día después, la resistencia iraquí se ablanda, las trincheras se vacían y el régimen de Sadam se desvanece. Las tropas de EE UU controlan la ciudad, aunque los saqueos se multiplican y persisten todavía algunos focos de resistencia.
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