Incursión relámpago a través del desierto
El avance implacable de las fuerzas norteamericanas hacia Bagdad ha tenido tres etapas -Nasiriya, Nayaf, Kerbala- y ha sido probablemente la incursión militar a través del desierto más rápida de la historia. En menos de dos semanas, la III División Mecanizada de Infantería y la I Fuerza Expedicionaria de los marines de Estados Unidos recorrieron casi 500 kilómetros. La operación, un auténtico sprint, fue también una exhibición de cómo se combina en el campo de batalla la precisión del poder aéreo, la flexibilidad de las tropas de tierra y la información de las Fuerzas Especiales.
La incursión mostró asimismo la capacidad real de resistencia iraquí. Los iraquíes recurrieron a tácticas guerrilleras con emboscadas, francotiradores y ataques suicidas. Sin embargo, sorprendentemente, no dinamitaron los puentes sobre el río Éufrates.
La carrera hacia el norte comenzó a los tres días de iniciada la guerra. La primera ciudad clave fue Nasiriya, cuyos puentes sobre el Éufrates eran vitales para la estrategia de la coalición
La tenacidad de sus fuerzas irregulares -las milicias del partido Baaz y los fedayin de Sadam- llegó a poner en duda en un momento el plan militar del Pentágono, pero al final su esfuerzo resultó inútil. Por su parte, las divisiones Medina y Bagdad de la Guardia Republicana, las tropas de élite del régimen iraquí, sucumbieron ante la potencia de fuego del Ejército de Estados Unidos.
La carrrera hacia el norte comenzó a los tres días de iniciada la guerra. La primera ciudad clave es Nasiriya, cuyos puentes sobre el Éufrates son vitales para la estrategia de la coalición, que quiere avanzar sobre dos ejes, uno al este, hacia Kut, y otro al oeste, hacia Kerbala. Los combates se suceden durante días. Los paramilitares iraquíes, aprovechando las tormentas de arena que azotan la zona, obligan a los soldados norteamericanos a luchar calle por calle, y los muertos y heridos se cuentan por centenares. El capitán Lauren Edwards comenta a Rosalind Russell, periodista incrustada de la agencia Reuters: "No esperábamos tanta resistencia. Los iraquíes están luchando duro y están luchando sucio". Un piloto de helicóptero agrega: "Algunos ondean banderas blancas, pero, tan pronto como les pasamos, nos disparan por detrás". El régimen iraquí, por su parte, acusa a los invasores de destruir decenas de edificios y de disparar contra civiles.
A unos doscientos kilómetros más al norte se encuentra la ciudad santa shií de Nayaf. Los combates son feroces. El comandante Kenneth Preston, de la III División de Infantería, calcula que en 48 horas han muerto 500 combatientes iraquíes. Es sólo el aperitivo de la decisiva batalla de Kerbala, y la resistencia iraquí abre el debate sobre si EE UU cuenta con tropas suficientes para hacer el trabajo. El general Tommy Franks, jefe supremo de la operación Libertad iraquí, aparece en público el 30 de marzo para defender su plan de guerra y repetir la consigna: "No habrá pausa". Al día siguiente, la 101ª División Aerotransportada ocupa el aeropuerto de Nayaf.
El último obstáculo
Kerbala, otra ciudad santa del shiísmo, a tan sólo 90 kilómetros al sur de Bagdad, es el último obstáculo antes de llegar a la capital iraquí. La defienden 6.000 hombres de la División blindada Medina, que van a recibir un tremendo castigo. Franks ordena 1.400 ataques aéreos en 24 horas concentrados en tan sólo 200 objetivos. Los bombardeos preparan el terreno para el ataque de la III División y la 101ª, que tendrán que hacer frente también a medio millar de fedayin que buscan refugio en mezquitas y otros lugares santos del islam. La batalla se libra metro a metro y se salda dos días después con 400 iraquíes muertos y un centenar de prisioneros.
El 2 de abril, Kerbala cae en manos norteamericanas. Al este, los marines ponen fuera de combate a la División Bagdad y cruzan el Tigris en Kut. Esa noche, las fuerzas de Estados Unidos se encuentran ya a 30 kilómetros de la capital iraquí. Entre ellos y la defensa interior de Bagdad no hay nada. La incursión ha terminado.
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