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Columna
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Crispación

No cabe duda de que el ambiente está crispado. En la calle y en el mundo político. ¿Por culpa de quién? Sin duda alguna, por culpa de la guerra contra Irak y de quienes la decidieron. Si el presidente Aznar no hubiese apostado por unirse a Bush y Blair y meter a España en el conflicto, sin haber explicado claramente los motivos de esta decisión personal -pues ha sido una decisión personal, tomada sin consultar a su partido ni pedir la aprobación del Congreso de los Diputados- la ciudadanía no habría salido a la calle a mostrar su rechazo. Si España no hubiese formado parte de esa tripleta formada por Bush, Blair y Aznar, especie de somatén internacional para imponer un nuevo orden mundial o vaya usted a saber qué, liderado por el presidente de los Estados Unidos, el analfabeto Bush, y sin que el presidente del Gobierno español haya informado de los motivos y beneficios que a España le reportaría esa participación, los españolitos estarían asistiendo desde lejos a esa guerra y prestando su atención, por lo que a la política se refiere, a las elecciones municipales y autonómicas que están a la vuelta de la esquina. Pero la gente se ha lanzado a la calle a manifestarse en contra de la participación de España en esa guerra en la que nos ha metido Aznar. Naturalmente, cuando el pueblo se manifiesta masivamente para expresar su protesta, no es extraño que se produzcan excesos y actuaciones violentas -todas condenables- pero que traen cuenta de lo dicho. Por otra parte, se han oído voces protestando, por ejemplo, de que algunos manifestantes enarbolaban banderas republicanas. ¿Por qué esas banderas, se preguntaban? Pues muy sencillo: porque quienes portaban esas enseñas eran republicanos que querían hacer patente su identidad en la protesta. Aznar y su fiel Arenas, insisten una y otra vez en acusar al PSOE e Izquierda Unida de ser los culpables de todos los desmanes y violencias. Saben que no es verdad, pero lo repiten y seguirán repitiendo mil veces con el mejor estilo goebbelsiano para que cale en la opinión pública. Pero los únicos culpables de la crispación popular son quienes metieron a España en este berenjenal bélico. ¿Y a cambio de qué?

fburguera@inves.es

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