"Puedo presumir de mi gestión, pero acepto que me releven porque así es el juego político"
Entre la decoración del despacho de Manuel Ramos hay un mosaico con la leyenda: "serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar". Y a base de leerla cada día, el concejal de Urbanismo de Málaga ha debido impregnarse de esta máxima porque la aplica a rajatabla para encajar su exclusión de la candidatura del PP, en la que entró hace cuatro años de la mano de Celia Villalobos. Atrás deja un sin fin de polémicas, encarnizados debates con la oposición, y rotundas proclamas contra la Junta, que ha cuestionado la legalidad de un buen número de proyectos urbanísticos gestionados por él. "Sé que soy polémico y estoy encantado de serlo", dice, "porque en mi caso eso se debe a que tomo decisiones y a mi deseo por cambiar cosas, y eso crea enemigos". "Yo no estoy en política para no asumir responsabilidades y dejarme llevar o tomar decisiones sólo cuando sabes que te van a aplaudir".
Dice que de su boca no saldrá una palabra de deslealtad ni de rencor, y así es pese a que confiaba en repetir mandato como concejal. "Estamos en una actividad que se ordena por mandatos de cuatro años y me parece absolutamente normal que quien dirige el equipo de gobierno quiera contar en este momento con otras personas distintas y que se valoren más nuevas aportaciones que la experiencia. Es una cuestión de confianza, así es el juego y lo acepto absolutamente, porque sería tremendo que yo, que presumo de debérselo todo a Celia Villalobos, me quejara porque otros no tienen la misma confianza en mi". Incluso asegura que "hay coherencia, porque llegué de su mano y me voy ahora que ya no está". Y avisa: "Soy un hombre de partido y seguiré volcado en él".
No cree que el partido le haya pasado factura por el movimiento de contestación que lideró con ocasión del último congreso provincial, en el que llegó a promover una candidatura alternativa. "Aquella etapa quedó superada y no creo que las instancias superiores sean tan ruines", dice, y asegura que en los últimos meses ha recibido "suficientes pruebas de aprecio de la dirección". Y tampoco ve una relación directa entre su procesamiento por infidelidad en la custodia de documento público y su exclusión en la lista electoral. "Sería desproporcionado, hay otros concejales imputados en esta y en otras ciudades y un partido no puede atreverse a hacer de juez, sería muy miserable", argumenta.
No cree tampoco que la nueva candidatura del PP, de la que ha salido más de la mitad del actual equipo, simbolice el finiquito que el PP da a la era Villalobos, e incluso niega ser el concejal más afín a la ex alcaldesa. "Es Francisco de la Torre", dice, "porque Villalobos quiso que fuera su número 2 y el alcalde cuando ella se fue".
Reconoce haber tenido discrepancias con el actual alcalde. "Yo tengo mis criterios y los defiendo, pero he sido disciplinado y siempre he cumplido sus directrices aunque no siempre estuviera de acuerdo", explica.
No oculta que hubiera deseado seguir de concejal, pero recalca como mucho más importante la satisfacción con la gestión realizada. "Puedo presumir de ella, la valoro muy positivamente y no tengo problemas de falsa modestia". Recuerda que antes de ser concejal, en el primer mandato de Villalobos, dirigió el área de Bienestar Social, y "participé en la puesta en marcha de los primeros planes municipales". Como concejal de Personal destaca que "firmé un convenio por cuatro años que ha dado al Ayuntamiento una paz social que nunca tuvo y sacamos adelante el reglamento de la Policía Local, que no tenía desde 1927". Y por último, como edil de Urbanismo no le duelen prendas en afirmar que es la etapa "en la que la ciudad se ha desarrollado como nunca en su historia".
Pero muchos de los proyectos impulsados por él, como el centro hispno-ruso de cultura y deporte, el complejo geriátrico de Puerto de la Torre, o recalificaciones en Teatinos y en los terrenos de Tabacalera han sido cuestionados en su legalidad por la Junta. Ramos cree que se han tratado de revestir con argumentos jurídicos discrepancias políticas, y que la Junta "ha intentado poner en duda y obstaculizar todo el desarrollo de la ciudad por una estrategia para favorecer los intereses del PSOE". Asegura que los delegados provinciales forman un "frente radical de hinchas" que incluso "han sido rectificados por la propio Gobierno andaluz", que dice está más próximo al Ayuntamiento en algunos asuntos que sus propios representantes en Málaga.
Niega a la mayor que el desarrollo de Málaga se caracterice por el excesivo cemento, la colmatación urbanística y que existan operaciones especulativas. "Son lemas de campaña y me siento a debatir con cualquiera con números en la mano, no con consignas", dice. "La realidad es que se van a construir 1.300 viviendas menos de las que se pactaron en el PGOU con el PSOE, hay más zonas verdes que nunca y unas nuevas infraestructuras muy importante acordes con el desarrollo de la ciudad".
Se le reprocha no haber buscado el consenso sobre los proyectos de más calado, y replica: "Mi obligación era cumplir un programa de gobierno". "Los malagueños no nos eligieron para cogobernar, sino que dijeron claramente que no querían el programa del PSOE ni el del PP", apostilla.
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