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Catalana Occidente digiere el crecimiento

La aseguradora quiere rentabilizar todos sus ramos, pero permanece atenta a nuevas oportunidades

Digerir el crecimiento pero sin quitar el ojo a las oportunidades de compra. Este es el planteamiento de futuro del grupo asegurador Catalana Occidente para el medio plazo. Después de dos intensos años protagonizados por las adquisiciones de Multinacional Aseguradora (MNA) y Lepanto, con la empresa de decesos Nortehispana incluido en el paquete, Catalana Occidente se siente cómoda con su tamaño. "No nos preocupa en exceso, creemos que es más que suficiente para poder competir en España", explica el director general del grupo, Francisco Arregui.

Pero eso no quiere decir que esta compañía, cuyos pilares los empezó a cimentar Fernando de Delás en 1864 -La Catalana-, no esté atenta a los movimientos del mercado. Su presidente, Josep Maria Serra, no descarta ninguna posibilidad y apunta la marcha de España de algunas multinacionales, al no haber logrado una cuota significativa de mercado, como una puerta de oportunidades. Mientras tanto, hasta que esta brecha se abra, el crecimiento será orgánico.

El tamaño "no nos preocupa en exceso, creemos que es más que suficiente para poder competir en España", afirma Arregui

El grupo prácticamente ha completado el ajuste de plantilla derivado de las dos adquisiciones y cerró el año pasado con 2.245 trabajadores. Ahora falta rentabilizar la cartera. La digestión más pesada es la de MNA -arrastra los problemas heredados de su compra a finales de 1999 a Caixa Catalunya-, que, además, resulta clave para que el ramo de automóviles de Catalana Occidente, abandone los números rojos. En 2002, las pérdidas fueron de 17,1 millones de euros, cuando un año antes eran de 37 millones. Sanear MNA "requiere prisa, aún a costa del negocio", que ha pasado del 40% al 27,8% de su cartera, asegura Arregui. La compañía pretende que el resultado técnico del ramo auto alcance este año el equilibrio. La urgencia no existe para Lepanto, ya es rentable.

El grupo obtuvo en 2002 un beneficio neto de 41 millones de euros, un 22,9% menos que el ejercicio anterior, atribuible al mal comportamiento de las bolsas. La compañía está controlada por la sociedad Inocsa, principalmente de la familia Serra, con el 52,8%, un 18% está en manos de las familias fundadoras y el consejo y el 30% restante flota en Bolsa.

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