Abducidos por la casta
Los novillos santacolomeños de La Quinta dieron un gran espectáculo por su variado juego, por acordarse de esa casta que el conde de Santa Coloma aquilató con esmero y que ahora parece perdida en los viejos libros de tauromaquia. Los novilleros, sin embargo, se situaron en el presente que asola a la fiesta y anduvieron sin los recursos necesarios para gustarse con los buenos y lidiar a los que pedían el carné. Fueron, a la postre, abducidos por la casta. Paúl Abadía, que no entendió la nobleza del primero, se la jugó a carta cabal con el codicioso cuarto. Solís dio los mejores muletazos de la tarde. Perera, el más bisoño, anduvo porfión y gris con el lote que le cayó en suerte.
Quinta / Serranito, Solís, Perera
Novillos de La Quinta, muy bien presentados, encastados y justos de fuerza. Paul Abadía Serranito: saludos tras aviso y saludos. Javier Solís: saludos tras aviso y silencio tras dos avisos. Miguel Ángel Perera: Silencio tras aviso y silencio. Plaza de La Ribera, 5 de abril. Menos de media entrada.
Babelia
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