Enemigos en Irak, unidos en España
Mientras norteamericanos e iraquíes se enfrentan en Bagdad, compatriotas de ambos bandos comparten posturas contra la guerra lejos de sus países
"La Administración Bush no pretende imponer un régimen democrático ni acabar con las armas de destrucción masiva en Irak. El motivo de esta guerra es un control político y económico en plena expansión: se empieza por Irak y se sigue por Siria, Irán, Corea...". En el contexto actual, cualquiera que lea estas declaraciones pensaría que pertenecen más bien a un ciudadano iraquí indignado que a un estadounidense. Sin embargo, el que se expresa de este modo es Joshua Edelman, un pianista de jazz latino "100% judio" que vive hace 23 años en España, pero que vivió hasta los 24 en Nueva York con su familia.
En España viven 700 iraquíes y unos 14.300 estadounidenses, según los datos del Ministerio del Interior. Los primeros son mayoritariamente exiliados políticos que huyeron del régimen dictatorial de Sadam Husein y que ya han vivido una o dos guerras en su país. Los segundos salieron de EE UU por motivos bien distintos (amor, trabajo, estudios, casualidad...), aunque algunos como Thomas Fisher, un ciudadano estadounidense jubilado y afincado en España desde 1984, aluden a motivos políticos: "Cuando me preguntan sobre la política de mi país, respondo que por algo vivo lejos de allí".
"El recorte de libertades en EE UU nos está haciendo retroceder 50 años"
"Habrá resistencia. No son tontos, todos saben quién mantuvo a Sadam en el poder"
Mientras los norteamericanos luchan con los iraquíes en Bagdad, compatriotas de ambos bandos, con familiares y amigos en los dos lados del frente, permanecen unidos contra la guerra en España. Unos y otros desconfían de las razones esgrimidas por EE UU para justificar la guerra y se lamentan de la comprometida situación en la que han quedado la ONU y la legalidad internacional.
"Lo primero que tiene que quedar claro es que Irak no estaba ocupado y por tanto no tenía que ser liberado", dice Waleed Saleh, director del Departamento de Estudios Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. "Que yo sepa, el único territorio ocupado está en Palestina", agrega. "Efectivamente existe una dictadura terrible como la de Sadam Husein (por cierto, apoyado hace años por los mismos que hoy quieren liberarnos de él) que nos ha obligado a muchos a salir de nuestro país dejando allí a nuestras familias. Pero hay muchas dictaduras en el mundo y nadie se ha planteado bombardear esos países para liberarlos de sus dictadores. La política exterior, imperialista y criminal de las sucesivas administraciones norteamericanas se ha ganado el odio del mundo árabe ¿Y ahora esperaban que los recibieran con los brazos abiertos?", comenta este iraquí que huyó de su país hace 20 años perseguido por el régimen de Sadam y que mantiene a gran parte de su familia en Bagdad. "Nadie defiende a Sadam, defienden su dignidad. Es todo una gran hipocresía, ésta es una guerra por el petróleo y por el poder. Irak es sólo el objetivo más fácil. Si yo estuviera allí no dudaría en coger un fusil aun sabiendo que van a matarme", asegura.
La mayor parte de los iraquíes que viven en España comparten esta postura, a excepción de algunos kurdos que confían en que los americanos les ayuden a conseguir cierta autonomía como Estado (Kurdistán) tras el conflicto.
Para Paul Isbell, estadounidense y analista principal del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estrategias, "es una lástima que el asunto se haya desarrollado así. Habría sido mejor que se resolviera en el seno de la ONU, incluso aunque hubiese supuesto un aplazamiento de la intervención. Esperar no habría supuesto un gran riesgo para el mundo y no hacerlo, sin embargo, no ha permitido demostrar que se habían agotado todas las posibilidades", explica. "No tengo la misma valoración que tiene la Administración Bush de la amenaza que supone Sadam. Son amenazas que siempre han existido y siempre existirán. Creo que han querido evitar que la situación de Oriente Medio escapara de todo control, pero no considero que los medios utilizados sean sabios", matiza.
Paradójicamente, los norteamericanos perciben menos la amenaza de Sadam Husein -que teóricamente ha dado lugar a la intervención militar liderada por su país- que los propios iraquíes, que hablan de Sadam como del diablo y dan infinitos ejemplos de sus maldades.
"Mi madre me cuenta que las cadenas de televisión estadounidenses no dejan de contar las barbaridades que ha hecho Sadam a lo largo de su historia. Muchos ni las conocían, porque la gente vive mucho más pendiente de lo que ocurre dentro que fuera de su país. La Administración Bush hace esto para ganarse a la opinión pública. Cuando hablo con ellos me doy cuenta de que la mayoría de los estadounidenses no están al corriente de lo que está ocurriendo realmente", cuenta Jennyfer Schlueter, una joven periodista estadounidense de Milwaukee que regenta la International Bookshop en Madrid.
El controvertido futuro de Irak, que se vislumbra más o menos claro desde el lado de los aliados -"Liberaremos al pueblo iraquí de la tiranía de Sadam Husein e instauraremos un sistema democrático ejemplarizante para toda la región"-, no parece convencer al colectivo iraquí: "Habrá resistencia por parte de la población. No son tontos, todo el mundo sabe quién mantuvo a Sadam en el poder y quién propició el embargo. Una memoria llena de dolor no se borra tan rápido. Sé que muchos, antes de irse, morirán en sus casas. Así son los iraquíes", dice Raad Salam Naaman, un iraquí de Basora exiliado hace 10 años.
Pero tampoco a los estadounidenses lo ven claro: "El verdadero objetivo de Bush es el poder político y el control económico. Irak es sólo el objetivo más fácil y estratégico", dice Beth McGowan, una empresaria norteamericana de 35 años afincada en España hace 11. "Esto no tiene nada que ver con la liberación de nada ni de nadie. La prueba es que, para conseguirlo, EE UU se ha lanzado a una invasión no apoyada por el mundo, ha deslegitimado a la ONU y, con ello, ha insultado de manera grave al resto de los países del Consejo de Seguridad en un estúpido alarde de prepotencia".
Según Joshua Edelman, "se está sembrando un precedente inaceptable: invadir un país por suposiciones no respaldadas por ningún organismo legal ni avaladas con pruebas contundentes. Se está castigando a una población inocente y esto generará odio también en países árabes no directamente implicados en el conflicto."
Ésta es la consecuencia más repetida y el temor más destacado por ambos bandos: el surgimiento descontrolado y virulento de grupos terroristas. "Esta guerra y esta violencia sólo va a fomentar el terrorismo", dice Jennyfer Schlueter.
"El futuro del país es muy oscuro porque los norteamericanos ya están hablando de quedarse, pero ¿quién va a parar al pueblo iraquí?, se desatará una guerra civil. Irak no es fácil de controlar porque es un país multiétnico", explica Raad Salam y señala un aspecto destacado por todos sus compatriotas.
Pero ya no es sólo el futuro de Irak, sino que a los estadounidenses les preocupa enormemente el futuro de su propio país: "Las consecuencias las estamos padeciendo ya", dice Berltran Schader, un empresario norteamericano instalado hace más de 40 años en España, "el recorte de las libertades en EE UU nos está haciendo retrocer 50 años. Se están vulnerando derechos fundamentales y se le están atribuyendo poderes excesivos al fiscal del Estado. Todo tras amenazas permanentes de peligros que alarman a la población", comenta.
Algo que ratifica Thomas Fisher: "Mis amigos me escriben correos electrónicos codificados por miedo a estar siendo espiados". Y, según Edelman, "el miedo es una de las formas más antiguas de dominio y manipulación y por eso tratan de inculcarlo, hacia afuera y hacia dentro".
De hecho, la propia embajada de EE UU en España divulgó una serie de precauciones para los estadounidenses al ver que la mayor parte de la opinión pública española estaba en contra de la guerra. "Nos aconsejaron que no dijéramos que éramos americanos, que no hablásemos de la guerra y que no fuésemos a manifestaciones ni a países árabes", cuenta Sara Hunt, una estudiante de 21 años de la Universidad de Nueva York en Madrid, donde asegura que han retirado la placa identificativa "por si acaso". Sin embargo, ninguno de los estadounidenses consultados ha sentido miedo, "aúnque sí cierta molestia por tener que explicar que éramos americanos pero estábamos en contra de la guerra", dice Jennyfer Schlueter. Más aún, casi todos han participado en las manifestaciones contra la guerra.
Los que viven realmente aterrorizados en la distancia son los ciudadanos iraquíes: "Llamamos sólo para saber si siguen vivos", dice Pius Alibec, procedente de Irbil y propietario de un restaurante árabe en Barcelona. Raad Salam ya no duerme: "Hace 12 días que no sé nada de los míos. Están en Basora y sé que tienen un sótanos y provisiones, pero...".
Son los encuentros y desencuentros de los dos bandos: enemigos en Irak, pero unidos contra la guerra en España.
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