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Reportaje:AIRE LIBRE

Secretos verdes en Cáceres

Una ruta al noroeste de la provincia desde Robledillo de Gata

Flanqueada por la raya portuguesa, las tierras hurdanas y los campos charros de Ciudad Rodrigo, se pierde en el noroeste extremeño la denominada sierra de Gata. Uno de esos rincones sumidos en el olvido capaces de revivir tiempos pasados.

El entorno.

Una comarca poblada de montes encrespados de leñosa vegetación mediterránea, en la que robles rebollos y castaños ocupan los terrenos que no quieren encinas, olivos y alcornoques. En ella, un goteo de pequeños pueblos de estampa rústica y recogida riega las riberas y laderas de los cinco valles labrados por los ríos Erjas, Árrago, Trevejo, Acebo y Gata. Son tierras de frontera y reconquista que un día conocieron el esplendor de la cultura árabe, que les proporcionó su máximo desarrollo. Ni celtas ni romanos supieron anteriormente valorar la bondad y belleza de estos pagos; sin embargo, sus pobladores musulmanes opusieron gran resistencia a ser despojados por los reyes de León. Por fin, en 1212, Alfonso IX les hace abandonar el territorio dejándolo en manos de las órdenes militares de Alcántara y el Temple. Desde entonces, los pueblos de la sierra de Gata han permanecido prácticamente olvidados y relegados por una orografía difícil y falta de buenas vías de comunicación.

Soportales y callejones.

De sus villas históricas, la más despistada y quizá por eso la que ha podido conservar mejor su arquitectura tradicional y sabor medieval es Robledillo de Gata. Oculta en las profundidades de un angosto valle, la localidad se muestra tal y como fue siempre (no es un pueblo reconstruido), conservando las piedras y tejas que dan forma a sus casas, pajares, fraguas y bodegas. Su estampa puede parecer un tanto destartalada y caótica, con estrechas calles recorridas por túneles y pasadizos, oscuros soportales y un intrincado laberinto de callejones que bajan al río.

Buenos vinos y aceites.

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Robledillo de Gata duerme su anonimato colgado de una ladera desde donde se asoma a un paisaje montano, envuelto entre los murmullos del río Árrago y los colores verdinegros de árboles y pizarras. Pero las viejas balconadas de madera de sus casas no miran sólo la sierra montaraz; también descubren el lado humanizado en un entorno de bancales o poyos, cultivados con las viñas y olivos que tanta fama han dado a esta zona. Los buenos vinos y aceites del lugar han sido mentados a lo largo de la historia, desde la ocupación árabe, por su buen hacer y mejor paladar, con la declaración en la actualidad de sus propias denominaciones de origen. La adaptación al medio natural del centenar y medio de almas que viven en la localidad muestra facetas del manejo agroganadero heredadas de la antigüedad y que aún se emplean de forma habitual. Un museo vivo donde se sigue peinando la tierra con la reja tirada por bestias, donde las albercas árabes recogen el agua que por medio de acequias regará por su peso cada uno de los bancales cultivados, y donde todavía se ve llegar por las veredas que dan al pueblo a los asnos camino del pajar, cargados con los haces de hierba recién segada.

Ruta hacia el puerto Viejo.

Entre las muchas excursiones que ofrecen estos parajes extremeños hay una que enseña desde lo alto la áspera hermosura de las montañas gateñas: la subida al collado del puerto Viejo. Un paseo de unos diez kilómetros por la estrecha carretera que corre paralela al río Árrago, por las faldas del monte Bolla (1.517 metros).

Tras atravesar de cabo a rabo las calles de Robledillo, y salir por la parte más alta camino de las piscinas naturales del río, se retoma la única carretera que pasa por el pueblo con dirección norte hacia la tierra salmantina de Martiago. En un par de kilómetros, las revueltas de la pista se asoman al mirador de Lagartera, con unas excepcionales vistas del pequeño villorrio y sus poyos cultivados. A golpe de pedal o un paso tras otro, el viejo asfalto que cubre el camino va tomando altura entre el ir venir necesario para superar las empinadas curvas de nivel. Cotorro Albecerro, Torrejón, arroyo de la Garganta, garganta del Espino, cumbre de La Petalla y puerto Viejo de Las Erias son algunos topónimos de los parajes que a un lado y otro de la ruta muestran los predios salvajes donde aún sobreviven especies tan emblemáticas como el lince ibérico.

GUÍA PRÁCTICA

Dormir

- La Luna Menguante (927 67 10 48). Robledillo de Gata. Casa tradicional recuperada para el turismo rural. Habitación doble, 36 euros.

- Casa Manadero (927 67 11 18). Manadero, 2. Robledillo de Gata. Antiguo caserón de entramado y techo de pizarra, dividido en dos estudios de dos plazas y tres apartamentos de cuatro. Precios: estudios, 42; apartamentos, 60 euros.

- El Pajar (927 14 17 24). Finca El Becerril. Acebo. Tres apartamentos rurales en una finca de agricultura ecológica. Dos plazas: 48 euros.

- Casa Maire (927 67 20 79). Humilladero, 66. Gata. Casona rehabilitada con patio ajardinado, en las afueras del pueblo. La doble, 30.

Comer

- Casa Manadero (927 67 11 18). Manadero, 2. Robledillo de Gata. Precio medio, unos 12 euros.

- La Chopera (689 31 53 95). Paraje Puente de la Huerta. Gata. Unos 12.

- Sierra de Gata (927 10 22 11). Paraje Puente de la Huerta. Gata. Alrededor de 12 euros.

- Marlohi (927 19 30 83). Carretera de Ciudad Rodrigo, s/n. Acebo. Unos 12.

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