El castillo encantado
Ricardo Miravet, músico argentino y organista en París, es el propietario de la fortaleza de La Todolella
El castillo de La Todolella se alza con su historia y belleza arquitectónica sobre este pequeño pueblo de Els Ports. Fortaleza del siglo XIII que conserva las huellas de aquellos tiempos de nobleza y estelares citas históricas. Ricardo Miravet Toutai, músico argentino (Córdoba, 1930), organista y maestro de capilla de la iglesia Sant Germain de París, se instaló en los años sesenta en este monumento, después de adquirirlo al anterior propietario, que usaba el recinto como granja avícola, secadero de estupendos jamones y establos. Hoy esta construcción medieval es como un castillo encantado donde conviven los ordenadores con la música de órgano, piezas barrocas y escudos de armas.
Miravet sonríe al decir: "Los argentinos vivimos empeñados en buscar las raíces europeas, en conocer el paisaje de nuestros antepasados". Y así fue a Cataluña, para conocer Llimiana, localidad de la familia Toutai, porque la saga de los Miravet procedía de Elche. Este viaje al pasado recorrió también tierras aragonesas de la mano de Gabriel Blancafort, prestigioso maestro organero de Collbató, en cuyo taller se han recuperado destacados órganos españoles y de otros países europeos. Blancafort se dedicaba en 1963 a la restauración del órgano de Daroca y conocía al joven argentino de la actividad organística de París. Ambos se adentraron en el Maestrazgo hacia Morella.
"La verdad, con tanto amor que tenía a España y a los lugares que iba conociendo, cuando llegamos a Morella aquel verano quedé deslumbrado, eran las tres de la madrugada y, además, un sereno cantaba las horas, era como trasladarse a la Edad Media". En aquella época Miravet buscaba una casa rural y en poco tiempo conoció la posibilidad de poder adquirir el castillo. Era 1966. "Menos mal que contamos con ayuda, como la de José María Armengot, que era pintor, artesano, músico, juez de paz.... Costó mucho limpiar aquellos espacios pero quedó habitable, como está ahora, sin casi hacer obras". Las estancias son las originales, como los pavimentos, o como la cocina, las enormes chimeneas, las vigas de madera, las puertas talladas y las piedras góticas. Ricardo Miravet ya ha decidido legar este monumento a una institución pública. La religiosidad de la música organística fluye en el aire y Miravet recuerda aquella estrofa de El lobo estepario que habla del organista como la antítesis de Cristo. Y es que los maestros de capilla siempre están al lado opuesto del altar, o de espaldas.
Va despegándose de la vida parisina. Además, el organista cuenta con la actividad musical que desarrolla en Morella, concentrada en el Festival Internacional de Música, que se celebra en agosto y que acaba de cumplir 21 años. En la última edición se inició la experiencia de un Curso Internacional sobre organística que atrajo hasta Els Ports a prestigiosos músicos. "Morella es algo más que una sede. Hay festivales muy caros que, sin embargo, no dejan semilla cultural". La concepción del Festival de Morella, explica Miravet, "no es nada elitista, siempre se ha concebido como una cultura compartida, tanto, que sin la complicidad de los morellanos no puede darse este Festival".
La saga de los Toutai eran músicos, el abuelo Adolfo era violonchelista, y cuenta cómo solía prestar el violonchelo a un amigo catalán, Pau Casals, para que participara en exámenes, "decía mi abuelo que era increíble el sonido que sacaba Casals".
Ricardo Miravet, estudiante de piano con el profesor Rossi, empezó a los 14 años restaurando un órgano roto del museo cordobés Sobre Monte. En 1952 viajó a Francia donde realizó estudios de musicología, escritura y órgano en la Universidad Católica, "porque quería estudiar con Souberbielle, que se había formado con discípulos de César Frank".
En 1959 ya era organista titular en la capilla parisina. En 1960 llegó a compartir residencia con Julio Cortázar. Y aún recuerda cómo a los 10 años, en Córdoba, escuchó entre un grupo de amigos de su familia a un joven Rafael Alberti recitando a Antonio Machado. "Un poema de Machado es tan hermoso y emocionante como una sonata de Bach". Machado acompaña los estados anímicos del músico, compartiendo el amor a las letras con su compañera Libia, también argentina, apasionada de la literatura y mujer llena de energía y de inquietudes políticas. La música del barroco español, Bach y Buxtehud son, sin duda, las notas perfectas para Miravet.
Le duele la guerra y la tristeza que parece residir en sus ojos azules crece cuando se refiere al conflicto, a los males de la humanidad, a la falta de libertad y justicia social. En Francia el gobierno ha sabido escuchar a sus ciudadanos, señala. Y le duele aún más la situación de Argentina, donde viajó el pasado noviembre para recoger el premio 2002 al mejor organista, celebrando conciertos en Buenos Aires y Córdoba
La melancolía se extiende por los espacios sobrios del castillo de La Todolella, como reza una frase en un retrato de Miravet, realizado por el pintor argentino Coello: "La dulce pena que mi pecho habita...".
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