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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Carta abierta a don Miguel Castillejo

Estimado don Miguel, presidente de Cajasur: Confieso que no salgo de mi asombro. La polémica en torno a su gestión en Cajasur, no sólo me inquieta por las repercusiones que pueda tener para el buen nombre de la caja cordobesa, sino también por su eco social y porque este escándalo salpica a la Iglesia.

Don Miguel, durante muchos años y para muchos cordobeses usted ha sido un referente ético y de mecenazgo. Poco importaban los rumores sobre su forma de vida, que intentaban descalificarlo, así como el hecho de que su mecenazgo lo ejerciera manejando con discrecionalidad los fondos de la Obra Social y Cultural. En cualquier caso, su influencia personal en la ciudad ha sido constante y reconocida.

Creo que el nacimiento de Cajasur por la unión de las dos cajas cordobesas, fue un mérito de todas las partes y respondió al deseo y las necesidades de la ciudad. Da igual que esa unión se bautizara como fusión o fusión por absorción. Estas son cuestiones técnicas que al ciudadano de a pié poco le interesan. Lo esencial, era tener una caja cordobesa eficiente y con futuro, y se consiguió.

Su liderazgo indiscutible trajo unos años de expansión y fortalecimiento de nuestra caja. Tras este período, comienzan a surgirme una serie de interrogantes. No entendí su rechazo frontal a la Ley de Cajas Andaluzas, a la que antepuso el argumento de que querían llevarse la nuestra de Córdoba. Tampoco alcancé a comprender a quienes criticaban su posición y denunciaron que, tras un pacto encubierto con el Partido Popular, ocultaba usted intereses personales y una turbia gestión. No podía esperar de don Miguel Castillejo ni ocultación, ni mentira.

Cuando conocí por la prensa que la Junta de Andalucía revisaba las cuentas de Cajasur, tenía el convencimiento de que estas averiguaciones despejarían cualquier sombra de duda sobre su conducta. Volvieron los rumores y, con ellos, las informaciones cruzadas y las descalificaciones a su persona y a su gestión, pero tampoco les di crédito.

Más tarde, los cordobeses supimos por la investigación de las cuentas que ha utilizado 500 millones de pesetas de la caja para garantizarse una renta vitalicia para usted y sus cuatro hermanas, así como el despilfarro de cientos de millones de pesetas en compra de joyas, viajes, gastos de representación y comilonas, que salen del trabajo y del ahorro de muchas familias de Córdoba. A pesar de todo, mi buena voluntad y mi ingenuidad me obligaron a creer en su honestidad personal y cristiana.

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Necesité leer y releer el escrito del obispo de Córdoba, don Javier Martínez, en el que denuncia que su conducta y comportamiento no se ajustan a la ética católica, para quitarme la venda de los ojos.

Ahora empiezo a comprender, y todo encaja. Ahora veo claro su pacto con el PP para huir despavoridamente del control andaluz, su manipulación de los hechos, la falsedad de su mecenazgo, su megalomanía, su egocentrismo y su apego al poder y al dinero. Nada más lejos de la imagen que nos ha transmitido durante tantos años, desde su sacerdocio y desde la presidencia de Cajasur. ¡Qué decepción y qué vergüenza, Don Miguel!

Córdoba, que le ha dado reconocimiento y honores y ha creído en su persona, no merece esto y, menos aún la Iglesia, a la que usted representa. ¡Por favor! no maltrate más su dignidad y nos haga sentir más vergüenza, muestre su arrepentimiento ante los cordobeses y márchese de Cajasur.

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