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Reportaje:

Hallado un plano de trazas barrocas oculto tres siglos

El documento mural, atribuido a fray Lorenzo de San Nicolás, ha sobrevivido intacto 325 años bajo dos capas de yeso

Madrid acaba de registrar el hallazgo de un documento mural único en España y tal vez en Europa. Se trata de un plano a escala 1:20, de unos cuatro metros y medio de altura por casi tres metros de base, dibujado al grafito con regla, cartabón y compás sobre la pared de una capilla de la iglesia madrileña de Las Calatravas, en el comienzo de la calle de Alcalá.

El plano contiene las primigenias trazas arquitectónicas de este mismo templo, surgidas de la mano de fray Lorenzo de San Nicolás (Madrid, 1595-1679), el arquitecto, tracista y tasador más destacado de Madrid en la segunda mitad del siglo XVII.

El diseño ha permanecido sorprendentemente a salvo gracias a haber quedado oculto bajo dos capas de yeso desde la séptima década del Siglo de Oro, en que fuera dibujado para servir de guía a los constructores del convento madrileño. Hubo de sobrevivir a un incendio en el siglo XVIII y a un casi completo remozamiento del cenobio cisterciense femenino por parte de Juan de Madrazo, en pleno siglo XIX. Pero hoy muestra casi intacto el perfil en sección de este edificio, vértice del arte barroco madrileño y obra magna de fray Lorenzo de san Nicolás. A éste se atribuye el claustro de Los Jerónimos y el convento de San Plácido, en la calle de San Roque, cuya bóveda encamonada, con madera y cañas revestidas de yeso, fue uno de los descubrimientos del clérigo agustino madrileño, autor de Arte y uso de la arquitectura, el más notable tratado tectónico de la historia española y uno de los mejores del mundo, a decir del crítico G. Kubler. Fray Lorenzo fue hijo de un maestro de obras, Juan Martín, que, tras enviudar y sufrir la muerte de tres hijos por la peste, tomó el hábito de San Agustín, al igual que lo hizo con el tiempo su vástago.

El clérigo agustino logró en este templo el máximo esplendor del barroco madrileño

"El plano hallado es un hito en la historia de la arquitectura española, porque no existe precedente de un documento mural ubicado in situ de su calidad y extensión", explica Antonio Sánchez Barriga. El arquitecto y su colega, José Sancho Roda, restauran el interior de este templo dentro de un programa conjunto, capitaneado por el Instituto del Patrimonio Histórico Español, de la Subdirección General de Patrimonio Histórico, de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, con el que colaboran la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. A través de la empresa Condisa, culmina estos días la rehabilitación de crestería, pináculos y crucero de la fachada. Dentro de la iglesia, la restauración por la compañía burgalesa CPA progresa a buen ritmo sobre las ahora polícromas pinturas de las pechinas de la espléndida cúpula encamonada, de 40 metros hasta la linterna. Las obras durarán hasta mayo.

Se ha restablecido el fondo blanco de muros y paramentos; el órgano ha sido trasladado a la parte posterior de la iglesia y en el lugar lateral que ocupaba se ha abierto una vidriera que en las mañanas filtra la luz a raudales. Las Calatravas, uno de los emblemas más céntricos de la ciudad, pronto se desprenderá del lóbrego aspecto que le caracterizó durante décadas de abandono, hoy finalizadas con una restauración interior por valor de 258.654,40 euros y la exterior cifrada en 629.729,8 euros.

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Uno de los descubridores del magno hallazgo del dibujo de las trazas ha sido Gregorio Bahilo, maestro de obras de CPA en el convento madrileño: "Trabajábamos en la capilla de San Antonio de Padua", explica, "y, mientras picábamos su revoco, de factura reciente, tras levantar dos capas más de revestimientos vimos aflorar unos rasgos continuos de grafito: al momento nos dimos cuenta de que podía tratarse de un hallazgo valioso", señala. "Dejamos de picar y aplicamos con delicadeza el bisturí", puntualiza. Ante los ojos de restauradores y operarios fue surgiendo el relato del deslumbrante dibujo con, al menos, 325 años encima, pero conservado en condiciones que, de no ser por mataduras causadas sobre su diseño por la impostación de algunos tubos y cañerías, serían perfectas. El trazo es firme y vigoroso, a base de un lápiz de grafito y tonos negros de humo y rojo rosáceo, para subrayar volúmenes y planos distintos. A veces adopta un punteado, pero marca muy bien el perímetro constructivo, así como los mútulos de sus cornisas en saledizo, rúbrica ornamental inconfundible del fraile madrileño, cuyo amor por el anonimato había despistado, hasta hace unos días, a tratadistas y estudiosos del barroco madrileño.

El plano de sus trazas ahora descubierto incluye las naves laterales de la iglesia de Las Calatravas, planta y linterna rematada por un chapitel central que no coincide con el actual, aunque sí con el que corona otra torre del templo. La capilla posterior en la que han sido descubiertos los planos debió ser en su día una caseta de obras. Lo sorprendente es que bajo esos revocos, el dibujo del perfil del templo sigue íntegro. "Es admirable su entidad artística. No existe en Madrid, ni siquiera en Europa, un plano testimonialmente tan valioso como éste", asegura Sánchez Barriga. En fechas próximas se impondrá un cristal transparente para guarecerlo. "El plano despeja incógnitas no sólo sobre el convento de Las Calatravas, cuya autoría ya es posible atribuir con certeza a fray Lorenzo, sino además sobre la construcción en el Barroco", concluye el restaurador. A un lado del mural, bajo un rosetón lobulado, surge escrita, con elegante caligrafía, la palabra Arquitectura.

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