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El recreo de Felipe II y sus 'herederos'

La Fresneda era "una puebla segoviana con escasos vecinos" allá por 1561, cuando Felipe II decidió trasladar la Corte a Madrid, construir un monasterio en El Escorial y "adquirir aquel poblado para convertirlo en una agradable finca de recreo", según se cuenta en un estudio de la Comunidad sobre la arquitectura escurialense. Un cronista de la época la definió así: "Un lugar en el cual es imposible distinguir el arte del ser humano de la belleza del sitio y la fertilidad de la naturaleza".

Cuatro siglos después, a mediados del XIX, la finca aparece como propiedad de los monjes jerónimos. La desamortización de bienes eclesiásticos saca La Fresneda a subasta, que así llega a manos de "un Borrell", antepasado de la familia de Esperanza Aguirre. Sus herederos discrepan ahora sobre qué uso dar al histórico paraje.

"En este tipo de fincas, o se busca alguna fuente de rentabilidad o es muy difícil mantener los monumentos, porque su rehabilitación es costosísima; al no estar considerados patrimonio nacional, no reciben ayudas públicas", alega uno de los dueños para explicar su apuesta por el negocio de eventos sociales. "Hay ejemplos similares en toda Europa. Y el impacto ambiental es mínimo", dice.

El portavoz de Ecologistas en Acción, Santiago Martín Barajas, es menos optimista: "En un palacio de Torrelodones se hizo un experimento parecido. En alguna de las fiestas hubo hasta fuegos artificiales, las aves sufrieron mucho", asegura. Modesto Nolla, responsable de Ordenación Territorial del PSOE, añade: "Si no pueden mantener los monumentos, que pidan una subvención. Pero que no monten un chiringuito de bodas y bautizos".

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