Decenas de mujeres y niños mueren bajo las bombas en el sur de Irak
Las bombas de helicópteros y aviones británicos y estadounidenses mataron ayer a 48 personas y dejaron heridas a centenares en el sur de Irak, muchas de ellas mujeres y niños. El día anterior, los soldados norteamericanos de un puesto de control dispararon sobre una camioneta sin dar los avisos reglamentarios y causaron la muerte de otros 10 civiles iraquíes. El general Richard Myers, jefe del Estado Mayor norteamericano, envió anoche sus condolencias a los familiares de los muertos en el control de carreteras.
Las matanzas ocurrieron en zonas relativamente cercanas de Hilla, a unos 80 kilómetros al sur de Bagdad. En una de ellas, las bombas caídas sobre el barrio de Nader mataron a 33 personas e hirieron a más de 300. "Lo que ha visto nuestro equipo en el hospital de Hilla es un horror. Hay decenas de cuerpos destrozados", dijo el portavoz de la Cruz Roja Internacional en Bagdad. En el hospital, el panorama relatado por los periodistas presentes era terrible: los muertos y heridos, muchos de ellos niños, yacían en camas o en el suelo. La Cruz Roja cree -igual que la organización de derechos humanos Human Rights Watch- que entre la munición utilizada puede haber bombas de fragmentación. En otra sangrienta acción, en la cercana localidad de Haidariya, un cohete disparado desde un helicóptero Apache, según otro periodista en la zona, alcanzó un vehículo en el que viajaba una familia. Solamente el padre quedó vivo: murieron su mujer, sus seis hijos, sus padres, tres hermanos y sus mujeres. "¿Sobre cuál de estos féretros voy a llorar ahora?", se preguntaba desolado el padre.
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