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Reportaje:

Los músicos de 'Juan Palomo'

Los nuevos grupos madrileños buscan sus propias fórmulas para dar a conocer su obra, al margen de las discográficas

El disco más vendido en el supermercado cultural Fnac el pasado 6 de marzo fue Plastic Link. Nada de Operación Triunfo, ni de la gran sensación de los últimos premios Grammy, Norah Jones. Los autores del disco se llaman Blue Aliens Temple. Y todavía se están frotando los ojos para convencerse de que no están soñando.

No se trata del último exitazo que llega desde Estados Unidos, ni de la próxima canción del verano. Para la gran mayoría de gente, melómanos incluidos, Blue Aliens Temple no es más que otro grupo de nombre estrafalario que intenta hacerse un hueco entre Chenoa y Bustamante, las estrellas de Operación Triunfo. ¿Cómo consiguió este trío de madrileños encaramarse por un efímero día a la cabeza de los más vendidos? La respuesta la tiene la campaña Autoproducidos, una iniciativa de la Fnac que pretende dar a conocer a bandas de música que no cuentan con el respaldo de una discográfica o de una distribuidora.

La idea es sencilla: los grupos graban su propio disco, crean la portada y hacen todos los trámites para comercializarlo; luego lo entregan en la Fnac y una comisión de expertos elige a un ganador cada mes. Entonces, la tienda se ocupa de distribuirlo, facilitar su escucha en el recinto y organizar un concierto en su Fórum, al que invita a todos los medios de comunicación para darle publicidad.

La iniciativa es sólo una más en un movimiento que adquiere fuerza ante la situación crítica en la que se encuentran los grupos de música que comienzan en Madrid. Fernando Martín, periodista musical, lo explica así: "La industria ha apostado definitivamente por el camino de los macrovendedores. Ahora mismo sólo quieren a gente que venda un millón de discos". Martín recurre a un símil futbolístico para ilustrar el problema: "Las discográficas sólo quieren equipos de Primera División, si no tienes a once Ronaldos, te quedas fuera del juego. Hace falta recuperar las categorías intermedias, dar cabida a personas que no venden tanto pero sí interesan a un público determinado".

Otro crítico musical, Jorge Benítez, corrobora la impresión de Martín: "La industria ha engullido a todo lo que no es susceptible de venderse en masa. Por ello ha surgido una generación de músicos tipo Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como". Para muchos de estos excluidos, la solución está en producir ellos mismos sus discos y luego intentar que alcancen la mayor difusión a través de sus propios medios.

Banda Inaudita, el segundo grupo que distribuye su disco a través de la campaña de Autoproducidos, es el paradigma de esta nueva ola del do it yourself (hazlo tú mismo) que parece impregnar a los músicos que empiezan. Juan Pablo Zielinsky, miembro del grupo, cuenta que la informática ha sido "vital" para el desarrollo de sus proyectos. "Para crear nuestras composiciones, hacer nuestra página web, dar a conocer nuestros conciertos, montar nuestra base de datos... En todo el proceso ha estado presente la tecnología. Pero además hemos tenido que hacer muchos trámites, papeleo, hasta comprar los códigos de barras, que también suponen mucho dinero". Después de enviar su disco a muchas compañías, y ser rechazados en todas, asumieron que la mejor forma de darse a conocer y que la gente comprase sus discos era crear su propio sello y vender sus discos compactos a través de sus actuaciones y de Internet.

"La palabra que más hemos escuchado es: arriesgado. Ahora parece que todo da frutos y distribuir el disco en la Fnac es la guinda del trabajo. Pero así y todo seguimos siendo escépticos. Aunque ahora vayamos a llegar a más gente, las discográficas siguen buscando algo rentable a corto plazo, el pelotazo", se lamenta Zielinsky.

Sony Music es una de esas cuatro o cinco compañías a las que los grupos neófitos ponen en el disparadero de sus críticas. El presidente de su división española, José María Cámara, asume su cuota de responsabilidad, pero reparte culpas: "Seguimos enamorados de vender discos, y ése es un gran error. Si continuamos así, esto se acaba. Pero no sólo las discográficas; también los artistas quieren el triunfo rápido y eso les lleva a buscar las grandes compañías". Y añade: "Para ir a Nueva York, lo mejor es volar en Jumbo, mientras que para ir a Torrejón, lo más recomendable es hacerlo en avioneta. Pero los grupos hoy día quieren coger un Jumbo para ir a Torrejón, y eso tampoco puede ser".

En 2002, los españoles se gastaron 610 millones de euros en la compra de discos legales, un 11% menos que en el año anterior. Lo más preocupante para Luis Ramos, miembro de un grupo de Leganés que da sus primeros pasos, Antiquities Shop, no es el descenso de las ventas ni la piratería en las calles o en Internet. Para Ramos, como músico que empieza, el problema se centra en que "la gran mayoría de esos compactos son de unos cuantos artistas, que son quienes se llevan todo el dinero en promoción y distribución".

Frente a la perspectiva de la industria, que ve las orejas del lobo en Internet y las grabadoras de CD, las bandas se aferran a estas nuevas tecnologías como su salvación. Y también a iniciativas como la de Fnac, que todos, desde las grandes multinacionales hasta los grupos pequeños no dudan en alabar. Aunque surgen otras críticas. El crítico Jorge Benítez lo resume así: "Resulta loable, pero no deja de ser como dar caramelos a alguien que se muere de hambre".

Más de 60 discos en un mes

El proyecto de Autoproducidos, en funcionamiento en Francia desde hace cinco años, se extiende al resto de delegaciones en España de Fnac. En cada una de ellas, se elige a un ganador regional cada mes. Todos ellos compiten por el premio nacional que se concede cada tres meses y que consiste en conciertos en todas las tiendas que estos grandes almaces tienen en España, además de una campaña de promoción más extensa.

Norma Fierro, de Fnac, explica que en el primer mes se recibieron más de 60 discos de diferentes grupos, contando sólo los que están en condiciones de ser editados. Es decir, que tengan los derechos de autor pagados, lleven su propia carátula y hasta estén envueltos en celofán.

Los discos vencedores se venden a un precio de 9 euros, y aunque son bien recibidos, desde la organización se informa de que "las cifras de ventas son modestas y cuesta llegar a los 100 ejemplares".

Javier López, responsable de la sección de discos de Fnac Madrid, explica que la idea es "echar una mano a los creadores". "Nos salimos de los parámetros normales, de la comercialidad pura y dura. Es una apuesta más arriesgada y musical", agrega López.

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