El 9,4% de las adopciones fracasa y el 40% de los niños implicados acaban en centros de acogida

Una de cada diez adopciones fracasa y acaba con la salida del menor de casa, según un estudio que presentó ayer la decana de la facultad de psicología de la Universidad de Valencia, María Vicenta Mestre, quien señaló que un 40% de los niños que son rechazados no se adapta a nuevas familias y acaba en centros de acogida. Mestre destacó que en estos datos existe una sensible diferencia entre los niños menores de seis años y los que superan esta edad ya que el grueso de los fracasos se da entre estos últimos (el 6,3%). La profesora de psicología explicó que a mayor edad, mayores son las experiencias y la conciencia de abandono por parte de sus padres, en casos relacionadas con maltrato, lo que dificulta su adaptación a un nuevo entorno familiar. Además, estos chavales suelen tener más problemas de conducta al haber desarrollado comportamientos "adaptativos", en boca de Mestre, dirigidos a sobrevivir en un medio hostil -responder de forma violenta, reacciones agresivas-, unos hábitos de los que les puede costar desprenderse en el nuevo entorno familiar.

Pero los factores de riesgo no son exclusivos de los menores. El trabajo, elaborado sobre 168 casos (80 niños y 88 niñas) de entre 1 mes y 15 años de los que un 49% eran adopciones nacionales, también incide en los factores de riesgo existentes en las familias. Entre ellos se encuentra la existencia de expectativas en los nuevos padres que no se ajustan a la realidad o la incapacidad que tienen a la hora de manejar situaciones de conflicto con los menores, además de presentar actitudes poco afectuosas o tener pocos apoyos sociales o profesionales. Mestre comentó que también eleva las posibilidades de fracaso adoptar a dos hermanos al mismo tiempo, ya que suelen rivalizar para llamar la atención de los padres "y esto es algo que desborda a los padres adoptivos".

Ante estas situaciones, propuso el desarrollo de un programa para las familias que quieran adoptar un niño, con el fin de prepararlas y darles los recursos educativos necesarios para atenderlos, especialmente durante los dos primeros años de vida del menor adoptado y cuando lleguen a la adolescencia.