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¡Que viva el teatro!

El dramaturgo alemán Tankred Dorst, autor del mensaje que glosa el Día Mundial del Teatro 2003, insiste una vez más en la falta de futuro que supuestamente tiene esta representación cultural con más de dos mil años a sus espaldas. "Estoy esperanzado de que el teatro siempre de nuevo se llena de vida", escribe en sus líneas optimistas, "en tanto que los hombres sienten la necesidad de presentarse y mostrarse mutuamente como son y como no son y como deberían de ser. Sí, ¡que viva el teatro! Pues es uno de los grandes inventos de la humanidad, grande como el invento de la rueda, como el dominio del fuego".

El teatro nació al mismo tiempo que la democracia en una Atenas que vivía y ejercía la convivencia de una manera abierta en el ágora. Por eso de hecho hay quien piensa que la cultura griega está basada en un hecho teatral, es decir, en la capacidad de escenificación de la voluntad común. Los griegos con derecho a voto se reunían en la gran asamblea a discutir las diferentes opciones de los problemas sociales, y esto lo realizaban de una manera esencialmente teatral para hacerse entender mejor y convencer a la mayoría, y de manera especial al discrepante. La democracia griega se basaba especialmente en la oportunidad de escucharse unos a otros en el espacio escénico y de representación de la plaza pública.

Esa voluntad de poner oídos muy atentos a lo que expresa otra persona en plano de igualdad, esa capacidad de escuchar al otro, se encuentra en la base del teatro, en el origen de la relación que establece el actor con el público de la sala. El teatro siempre será un espacio de encuentro social en la medida que los actores necesitan del público para existir y revivir las ficciones literarias del autor teatral. El público acude al teatro con el interés de encontrarse con unos actores, que son expresión viva y directa de las pasiones y conflictos del hombre, y al mismo tiempo participar en una fiesta colectiva que se expresa de una manera real aplaudiendo, riendo o guardando silencio, reunidos en un mismo recinto diseñado arquitectónicamente como espacio de comunicación e interacción social.

Cuando afirmamos que la cultura teatral es imprescindible para mejorar la calidad de vida y el bienestar de una sociedad, estamos reviviendo la sabia experiencia de aquel ejercicio de convivencia que protagonizaron los griegos a través del teatro. Con ese espíritu hemos estado trabajando a lo largo de la presente legislatura que toca a su fin con las elecciones autonómicas del próximo mayo, y en esa tensión de encuentro con el ciudadano seguiremos trabajando si renovamos el actual apoyo electoral mayoritario.

La Generalitat Valenciana en los últimos años ha realizado un gran esfuerzo por dar estabilidad al sector de creación del teatro y danza valencianos, para paliar la situación de parálisis que había generado la extinción del Centro Dramático de la Generalitat Valenciana llevada a cabo por los últimos gobiernos del PSOE. El aumento paulatino de las subvenciones, que se han duplicado en ese margen de tiempo, el incremento de las oportunidades de trabajo profesional, la difusión del teatro en nuevos sectores sociales, constituyen elementos fundamentales de un programa cultural que busca la estabilidad y arraigo de las nuevas medidas implantadas. Hoy buena parte de las actrices y actores valencianos pueden trabajar con regularidad, las empresas crean producciones de calidad y generan una sólida economía cultural, los creativos de la escena enlazan un proyecto con otro, el teatro y la danza valencianos son reconocidos dentro y fuera de nuestra comunidad. En este balance también hay que subrayar el carácter estable que tiene la programación de numerosos teatros de ciudades y pueblos valencianos que han sido rehabilitados o construidos de nueva planta con la ayuda de la Generalitat.

Sin perder de vista esta atención imprescindible del teatro y la danza valencianos, estos años también nos hemos planteado la apertura de nuestra escena a los grandes creadores europeos y de esa manera contar con su colaboración para elaborar nuevas propuestas conectadas con una cultura internacional. La Ciudad de las Artes Escénicas es el gran proyecto que permite conectar con esas nuevas estéticas de la escena, traspasando fronteras culturales mal que les pese a los que tienen miedo a salir de su pequeño espacio endogámico. Creo que es oportuno realizar estas reflexiones sobre nuestra gestión, planteadas en el horizonte de una jornada de afirmación del teatro como fuente de vida y recreación de la convivencia.

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El director de escena Peter Brook, una de las personalidades europeas que apoya nuestros proyectos, siente pasión por reflexionar sobre el espacio vacío, un espacio vacío que por medio del teatro se ilumina de seres humanos y objetos escenográficos. Al hilo de estos pensamientos, Brook justifica el teatro en el encuentro que se produce en ese espacio vacío cuando la representación escénica comienza su existencia real. "El teatro se basa en una característica humana muy particular, la necesidad que surge de vez en cuando, de establecer con el prójimo una relación renovada y más íntima", escribe este director de escena. Creo que con esta bella reflexión podemos establecer un maravilloso puente con la Grecia clásica para reivindicar en esta jornada mundial teatral unas artes escénicas que mantengan siempre abiertas las vías de comunicación y convivencia social, sin mediaciones virtuales ni aislamientos ineficaces.

David Serra Cervera es diputado del Grupo Popular en las Cortes Valencianas.

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