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Columna
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Cuentos de guerra

Le escuché referir a Felipe González, hace ya bastantes años, de qué manera solía ilustrar Omar Torrijos, aquel inefable líder panameño, su estrategia de vecindad con los norteamericanos. Una estrategia, no lo olvidemos, que le reportó la firma de un tratado con Jimmy Carter en 1977, por el que el Canal pasó a manos de Panamá en 1999.

Cuando tú eres un ratoncito, decía Torrijos, y te toca por vecino un elefante como los EEUU, hay dos cosas que no puedes hacer: enfrentarte a él, porque te aplasta, y casarte con él, porque te aplasta. Lo primero se entiende con facilidad. Lo segundo, tampoco es difícil. Si te vas a la cama con el paquidermo, a la primera vuelta que se dé en la cama, incluso sin querer, se te echará encima, y ahí se acabó el matrimonio. Lo más que hará por ti será llorar en el funeral (ya se sabe que los elefantes son muy sentimentales) y depositar unas cuantas flores sobre tu tumba. Eso, si en ese momento no le entran ganas de mear.

¿Qué se puede hacer entonces? Pues no te queda otra que pedirle al hada madrina de los ratones que te convierta en mosca cojonera. Sólo así, picándole con insistencia al coloso en sus partes sensibles, adonde no le alcanzan ni la trompa ni el rabo, acabará concediéndote alguna cosa, con tal de que lo dejes tranquilo.

El presidente Aznar, a pesar de tener un bigote y una esposa cuentista, se ha empeñado en acostarse con el elefante Bush II. Y por si fuera poco, con su cría, el confundido Blair, que también goza de un tamaño considerable, sobre todo comparado con el ratón. Y ya se están viendo los resultados. Si aplicamos el cuento, en paralelo, al contencioso de Gibraltar, los frutos de este maridaje no pueden ser más elocuentes. Lejos de haber firmado ningún acuerdo de devolución, o por lo menos de bienes gananciales, como nos habían prometido en la euforia del casamiento, la altiva Roca se muestra cada día más desafiante, más oscura, más lejana. Y sus dirigentes, más británicos (con algo de rusos), pero, eso sí, dándose la gran vida en sus palacetes de Sotogrande. El resultado es que Andalucía padece una tercera base para los desafueros de la guerra de Irak, además de una gasolinera flotante incontrolada y un paraíso fiscal protegido por una policía nada complaciente con periodistas y ecologistas.

Pero el no va más de la estrategia ha sido el anuncio del amigo Tony, advirtiéndonos, para un futuro no muy lejano (el 2006), que piensa pedir a la UE que se retiren a España los fondos estructurales europeos. ¿Y esto a quién perjudicará mayormente? Pues a Andalucía y a Extremadura, de lleno. Para entonces las dos dejarían de ser "Objetivo 1" a los ojos de Bruselas, al haber superado nuestro país el 90% del PIB medio europeo. (Qué casualidad que las dos regiones más afectadas sean las que más se resisten a la estrategia interior del ratoncito). Y eso sólo ha sido a la primera vuelta en la cama que se ha dado la cría del elefante. ¿Qué nos aguarda cuando el grande quiera desperezarse un poco?

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