El manto protector de Renault
El asturiano quiere reducir la euforia, y su escudería, alejarle del mundanal ruido
El tercer puesto de Fernando Alonso en Malaisia, además de causarle la correspondiente explosión de júbilo, ha puesto en guardia a la escudería Renault. Más que nada, porque el español es un bicho raro en el elitista mundo de la fórmula 1. A diferencia de la mayoría, el asturiano no huye del mundanal ruido. Pero lo ocurrido en el circuito de Sepang ha provocado la reacción de su equipo. De momento, se acabaron las continuas entrevistas. En los despachos quieren proteger al corredor que volvió a subir al podio a Renault, como constructora, tras 18 años de sequía.
Alonso aterrizó ayer en el aeropuerto de Madrid-Barajas de paso hacia Londres, donde llegó al mediodía para trasladarse a Oxford, su residencia. La fiebre que le había martirizado antes de la carrera y durante ella había remitido. Estuvo casi de incógnito en el aeropuerto, pero se detuvo a comentar algunos aspectos de la carrera: "Nunca me puse eufórico. Ni cuando estuve el primero", declaró a Efe; "sencillamente, se nos dio bien el circuito".
Aunque ya había sido informado, Alonso pudo comprobar en primera persona la reacción de la prensa española y la mundial ante su actuación. Y quiso rebajar la euforia: "Es muy difícil o casi imposible repetir podio en lo que queda de año". "Ahora me ponéis por las nubes, pero cuando lo haga mal seguro que me dais unos cuantos palos", bromeó con los periodistas.
Pese a que Renault quiere atarle en corto, la idea del corredor es desplazarse este fin de semana a su tierra, a Oviedo, lo que no sabe si conseguirá: "No toco mi ciudad desde hace tiempo. Sé que allí la gente ha disfrutado con la carrera. Precisamente por eso tengo ganas de aparecer. Pero existen obligaciones con el equipo. De todos modos, se lo agradezco de corazón. Ojalá puedan disfrutar mucho más conmigo".
El próximo fin de semana Alonso emprenderá un nuevo viaje, esta vez a Brasil, donde el 6 de abril se disputa la tercera prueba del Mundial. Prefiere no elucubrar e insiste en que "no todos los días van a ser fiesta".
Luego, comentó que el vuelo de regreso a España, desde Kuala Lumpur, había atravesado algunas zonas cercanas a donde se desarrolla la guerra contra Irak. Y reconoció haber sentido preocupación: "La mayor es que este conflicto se acabe pronto", declaró poco antes de coger otro avión a Londres para continuar en coche hasta Oxford, donde vive en un apartamento cercano a la fábrica de Renault, una escudería que va a vigilarle de cerca, aunque será difícil que evite que Alonso logre el que es ahora su principal propósito: "Disfrutar la comida de mi madre. Lo que me dan por ahí es un asco".
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