Beloki vuelve a la escena
El zaguero, acompañado por Koka, gana de nuevo una 'txapela' ante un Olaizola poco asistido por Pascual
Rubén Beloki se ha recuperado doblemente. En el sentido físico, no cabe ninguna duda de que el zaguero navarro tiene un cuerpo duro de tumbar. Una severa gastroenteritis le atacó la víspera de la final y el partido se tuvo que aplazar una semana, un plazo muy justo para recuperar totalmente la fuerza. Pero Beloki sabe sufrir. Una cualidad muy ligada con su otra recuperación. En el sentido psicológico, el pelotari sabe que, aunque Barriola y Olaizola han apagado su estrella últimamente, todavía tiene pegada de campeón. Ayer se lo demostró a sí mismo y a los 1.200 espectadores que abarrotaban el frontón Atano III.
Beloki ganó el Campeonato de Mano Parejas al lado de Koka, donostiarra, el único no navarro de la final. La estrategia de ambos estaba cantada: evitar como fuera a Olaizola II, la nueva perla de la pelota vasca. El joven delantero no defraudó. Tiene seda en su zurda y casi todo lo que golpeó no sólo fue certero, sino tan intencionado que a punto estuvo de ganar él solo la final. Pero su problema fue de pura lógica. Con cuatro pelotaris en la cancha, cada cual no tiene el protagonismo que uno busca, sino el que los demás le conceden. Y Olaizola jugó menos de lo que él y su compañero, Iñigo Pascual, hubieran querido.
Este zaguero de Abarzuza también es joven (26 años), pero a diferencia de Olaizola II no está completamente hecho. La de ayer era su primera final y entró temblando en el frontón. Como Beloki, Pascual también tuvo problemas físicos los días previos al gran partido, en la mano derecha. Sabía que le tocaba el papel más desagradable, el de encajador. Sin embargo, el escenario se le presentó más grande de lo que él esperaba. Beloki y Koka se abalanzaron sobre él y empezaron con un tanteador de 9-0.
Todas las miradas apuntaban a Pascual, demasiado tierno ante un pelotari tan metódico y machacón como Beloki. Cada peloteo acababa con un fallo del chaval, que se sentía cada vez más incómodo y abochornado. Quien no se resignaba a dejar pasar una final de esa manera fue Aimar Olaizola. Optó por involucrarse en los peloteos. Echó una mano a su desbordado compañero, sacó su zurda y hubo partido.
Olaizola se atrincheró en el txoko. Allí adelante, en el rincón, se hizo fuerte con esas dejadas suyas, despistando una y otra vez a sus dos rivales, enviando la pelota a tierra de nadie, ni de Beloki ni de Koka. Suyos fueros los mejores tantos de la final, y obtuvo un merecido premio, un parcial que le dejó por delante en el marcador: 10-13.
Con un viento tan favorable, hasta Pascual se asentó. Perdió los nervios y por fin hizo lo que se le pedía, devolver las pelotas. Rematar y encontar el pelotazo ganador era asunto de su compañero.
Cuando el desgaste empezó a acusarse, el partido entró en una fase igualada, de errores más que de aciertos. Hasta que el círculo se cerró. Pascual cayó en la misma dinámica del principio y el choque avanzó hacia el final a ritmo de vértigo. Del 13-14 se pasó en cuestión de minutos al 21-14, con una inesperada dejada de Koka, escondido en un segundo plano.
Poco quedaba ya por ver, salvo el tanto de la victoria (21-15), que puso de manifiesto una falta de coordinación en la pareja más joven. Olaizola amagó y dejó pasar la pelota, pero Pascual andaba muy por detrás como para llegar en condiciones. Al fin y al cabo, este campeonato premia el equilibrio entre el dúo, y Beloki y Koka están bien compenetrados.
El torneo del desgaste
El campeonato de Mano Parejas ha resultado demoledor. Como prueba, basta ver la composición de la final de San Sebastián, donde dos de los protagonistas comenzaron la competición en calidad de suplentes. Las lesiones han obligado a unos cuantos pelotaris a apearse de la competición.
Koka levantó ayer la txapela a pesar de que ese puesto estaba reservado en un principio a Berasaluze. Pascual también entró gracias a las lesiones. Otxandorena le precedía en la lista, pero se lesionó. El propio Pascual ha padecido la dureza de la competición. En el anterior partido a la final, le suplió Armendariz en un partido durísimo ante Agirre y Barriola.
El de ayer no fue un choque tan agotador: 500 pelotazos repartidos en 56 minutos de partido, aunque 27 minutos de juego reales. Rubén Beloki resultó el más beneficiado de los cuatro. Su cuerpo no llegaba sobrado de defensas.
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