Guerrero, compositor de culto
En su corta vida, Francisco Guerrero (Linares, 1951-Madrid, 1997) creó una música de sobrecogedora fuerza expresiva. Su pensamiento musical era tan poderoso como su inquebrantable voluntad de construir un universo sonoro propio, sin concesiones a las modas. La obra del malogrado compositor español es la de un titán, la de un corredor de fondo que sólo creía en un arte potente, sincero y comprometido, sin coartadas, un arte que siempre miraba hacia adelante. Compositor de culto, lejos de los circuitos que promocionan la música como espectáculo de consumo turístico, Guerrero creó una fascinante obra orquestal que, casi seis años después de su muerte, irrumpe en el mercado del disco en una extraordinaria grabación de José Ramón Encinar y la Orquesta Sinfónica de Galicia.
Cinco obras, compuestas entre 1980 y 1996, integran el monográfico que reúne el legado orquestal de Guerrero, editado por un sello de referencia en la música contemporánea, col legno, que incluye en su catálogo a otros creadores españoles como Cristóbal Halffter, Tomás Marco y Carlos Cruz de Castro.
Las cinco partituras graba-
das -Antar Atman (1980), Ariadna (1984), Sáhara (1991), Oleada (1993) y Coma Berenices (1996)- abarcan 16 años de actividad en los que Guerrero se lanzó a un reto apasionante: doblegar la materia sonora a través de una escritura de obsesiva precisión, de tal dificultad y virtuosismo que exige una concentración y un esfuerzo abrumador tanto a los instrumentistas como al oyente. No hay nadie que conozca más a fondo las obras de Guerrero que su colega y amigo José Ramón Encinar, titular de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y figura clave en la divulgación de la música española contemporánea al frente del Grupo Koan y otras formaciones. "En los últimos 30 años han aparecido muchos compositores, unos buenos, otros regulares, pero lo difícil es encontrar una voz propia a nivel mundial. Y Guerrero lo logró, su obra es muy compacta y su impactante música refleja una gran personalidad".
Amigos de juventud -se conocieron en Granada en 1970 y estrecharon después su relación personal y artística en Madrid a partir de 1975-, Encinar estrenó una docena de partituras del desaparecido compositor y pedagogo andaluz. "Su obra es un aspecto de su trabajo, pero lo que deslumbraba en él era la riqueza de su pensamiento, de una gran profundidad, fruto de una gran formación científica. Tenía una voz personal y era un músico inmenso, da igual cómo construyera su obra, por encima de todo brillaba su riquísimo pensamiento. En esa voz propia estriba la mayor honestidad, veracidad y grandeza de su obra".
Con sinceridad, Encinar asegura que, por encima del valor de las partituras de Guerrero, lo que más admiraba era su poderosa personalidad. "Hicimos mucho trabajo juntos, grabamos obras para Radio Nacional de España y, en el terreno personal, lo conocí íntimamente. Sus obras están muy bien, aunque, como compositor, mi trabajo está en los antípodas. Pero por encima de todo, lo que subyugaba era su personalidad intelectual, la riqueza de su inteligencia, su formación filosófica y matemática".
Músico y matemático, Guerrero siguió la huella de Iannis Xenakis, pero sin dejar de buscar su propio camino. Siempre le interesaron las matemáticas y la relación de la música con campos del conocimiento como la psicología, la astronomía y las ciencias puras. Inició su aventura orquestal a través del cálculo combinatorio, y las obras más antiguas del disco -Antar Atman y Ariadna- se basan en la combinatoria.
Más músico que experimentador, encontró el mejor aliado para su imaginación sonora en la geometría fractal. Obras para gran orquesta como Sáhara y Coma Berenices plasman sus teorías fractales, pero quizá el ejemplo más revelador sea Oleada, una fascinante partitura para 52 instrumentos de cuerda, estrenada por Encinar. No pretendía describir musicalmente una ola, sino construir una estructura sonora que ofrece una organización del espacio y el tiempo equivalente siguiendo un modelo matemático común.
Exploraba la materia sonora, pero siempre hacía música al margen del procedimiento seguido. Y esa cualidad más humana se percibe en su música, que conmueve, sobrecoge y acaba transmitiendo una fuerza única y misteriosa al oyente. "Paco es un compositor de culto. Se conoce su obra en el ámbito reducido de la música contemporánea, en festivales de Londres, Bruselas y otras ciudades europeas, pero es desconocido por el gran público. Queda mucho trabajo que hacer para divulgar su música".
Guerrero nunca puso las cosas fáciles a los instrumentistas, ni en sus obras para pequeños conjuntos ni en sus creaciones para grandes plantillas sinfónicas. "La enorme dificultad de sus partituras, que echan para atrás a los instrumentistas, constituye un handicap a la hora de programar sus obras ya que exige muchas horas de ensayos y un esfuerzo que no todas las orquestas están dispuestas a realizar", comenta Encinar. "Sabía que es imposible tocar al ciento por ciento lo que está escrito y no pedía que se hiciera al pie de la letra, pero con una voluntad férrea a la hora de evitar lo que no quería que se hiciese".
Esa búsqueda de la máxima
precisión orquestal que caracteriza la escritura de Guerrero, plasmada con un rigor y un virtuosismo capaz de desesperar a los instrumentistas por su extrema dificultad, no era un capricho. El grado de exigencia comenzaba por él mismo. Trabajó durante 14 años, obsesivamente en su obra Zayin I, II, III, IV, V, VI y VII , estrenada en el Festival Internacional de las Artes Sibila de Sevilla en febrero de 1997 por el cuarteto de cuerdas Arditti, pocos meses antes de su muerte.
El estreno de Zayin fue un éxito rotundo, una de las mayores alegrías de su vida, y la crítica coincidió unánimemente en señalar su carácter de obra maestra. Cuando falleció, a los 46 años, a causa del estallido de una variz en el esófago, estaba terminando de componer una orquestación de la suite Iberia, de Isaac Albéniz, por encargo del Festival de Canarias. Tristemente, no pudo completar su trabajo, ni disfrutar la grabación de tan impresionante obra que realizaron un año después los Arditti en un soberbio disco editado por la Junta de Andalucía en su sello Almaviva.
Para Encinar, el hecho de que Guerrero, y otros compositores españoles, sean tan poco conocidos dentro y fuera de España es fruto de una "mala gestión cultural" de los responsables políticos. "En las artes plásticas, en la narrativa y en la poesía se promociona la vanguardia, pero en música seguimos siendo un país de sordos. En lugar de potenciar y divulgar la creación actual, se sigue con el repertorio de siempre en un ejemplo de mala gestión cultural que clama al cielo".
La orquesta hipnotizada
GRABAR LA OBRA orquestal de Guerrero no ha sido tarea fácil. Para el productor de la grabación, Juan Lucas, un proyecto tan complejo no habría sido posible sin la colaboración de una orquesta como la Sinfónica de Galicia, dispuesta a emplearse a fondo en los duros ensayos, y sin la entrega de un músico como Encinar. "Fue capaz de hipnotizar a la orquesta cuando las fuerzas de los músicos parecían flaquear ante la diabólica dificultad de la música", explica. "Casi hubo un conato de motín en los ensayos generales, por el esfuerzo que exige esta música. Ya la lectura de la partitura obliga a la máxima concentración. Y para cada partitura se necesitaron tres jornadas de ensayos y dos o tres sesiones de grabación. Basta señalar que para realizar la versión de Oleada, una obra para orquesta de cuerda que dura menos de 12 minutos, se necesitaron dos días de intenso trabajo".
"Grabar un disco así era algo absolutamente necesario. Por la extraordinaria importancia de la obra de Guerrero y por la necesidad de hacerlo en España y con la calidad artística y técnica equiparable a cualquier producción de nivel internacional", comenta Lucas. "Pero en España no existe un sello que refleje la creación musical española actual, así que acudimos al sello col legno, que siempre ha prestado atención a nuestra música, para asegurar la presencia del disco en el mercado internacional".
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