_
_
_
_
Reportaje:

Falla con conciencia social

La hoguera de Mancha Real se rebela contra el drama de los inmigrantes y el machismo

Ginés Donaire

Ni la intensa lluvia caída durante buena parte del día pudo impedir que los 5.000 kilos de madera y cartón de las dos hogueras de Mancha Real (Jaén) fuesen pasto de las llamas pasadas las nueve de la noche. Lo hizo en medio de la expectación lógica de una celebración singular en Andalucía, la misma que le valió para ser declarada hace tres años Fiesta de Interés Turístico Nacional.

La falla de Mancha Real ha cumplido 21 años de vida. Durante este tiempo, y en consonancia con el espíritu de las que se celebran en tierras levantinas, ha sido un fiel reflejo del acontecer local, pero también ha sabido plasmar con la habitual ironía y mordacidad de sus creadores aquellos acontecimientos que han marcado la vida nacional e internacional. Y este año no ha sido menos. Bajo el título Hay mucho fantasma, la hoguera principal de Mancha Real -desde hace cuatro años se quema otra infantil, más pequeña- representó un gran castillo medieval, de más de 10 metros de altura, de cuyos torreones asomaban una serie de fantasmas.

"Hemos querido enviar un mensaje con una doble intencionalidad a las personas que sólo les gusta figurar, pero que a la hora de la verdad no dan ni golpe. Es una crítica a la hipocresía y a la falta de humildad en parte de nuestra sociedad", explica Ángel Guerrero, presidente de la asociación cultural San José, el gremio de carpinteros que asume la organización de esta fiesta. Quizá tenga que ver ese título con la decepción, que intentan disimular, que este año ha invadido a los miembros de la asociación. Por vez primera se ha tenido que recurrir a un artista valenciano, Santiago Rubio, para que diera vida a la falla. "Es cierto que una de nuestras asignaturas pendientes es implicar en mayor medida a la gente joven para que no se pierda esta tradición", admite el presidente de los carpinteros de Mancha Real.

Desde que hace siete años dejara de confeccionarla Andrés Cubillo, auténtico estandarte de la falla jiennense, la hoguera de Mancha Real ha estado inmersa en una incierta situación de provisionalidad. Y eso se nota en el mensaje final que transmite. Este año, por ejemplo, no hay ninguna alusión a la inminente guerra con Irak. "Nosotros estamos en contra de cualquier guerra, pero no hemos querido politizar la hoguera", explica Ángel Guerrero para justificar la ausencia de alusiones a la paz.

No obstante, la falla de Mancha Real no ha prescindido de su habitual sátira con acento social. Como la escena que reflejó el drama de la inmigración, con las pateras y los agentes de la Guardia Civil. "Queremos denunciar que se pongan medios para acabar con esta tragedia", explicaba Benito López, vicepresidente de la asociación San José. Su compañero Enrique Ruiz hacía lo propio para interpretar otro de los cuadros de la falla, el que escenificaba a una cuadrilla de olivareros y, encima de ellos, unos buitres. "El sudor lo ponen los jornaleros y los beneficios del aceite del oliva se lo llevan las grandes multinacionales", decía. Además, se criticaba la posición de la Unión Europea de restringir la plantación de olivos.

Otra de las escenas era para criticar, de forma ácida, el machismo más exacerbado, aunque también se hacían guiños al feminismo más radical.

Dinamismo de la industria de la madera

La de Mancha Real no es la única falla de la comunidad andaluza -el pasado domingo se quemó otra en San Juan del Puerto (Huelva) y el martes otra casi testimonial en Torredelcampo (Jaén)- pero sí la que mejor ha heredado el espíritu de una tradición eminentemente valenciana.

¿El secreto? "Que hay más carpinteros que en Valencia, proporcionalmente", responde el alcalde, Francisco Cobo, satisfecho por el auge adquirido en los últimos años por este festejo.

Y es que, en Mancha Real, localidad de unos 9.000 habitantes, hay casi un centenar de industrias del mueble y el 54% del Producto Interior Bruto de la economía local procede del sector maderero.

Los muebles de Mancha Real se exportan a países tan diversos como Rusia, Japón, Argentina o Puerto Rico. Con todo, en sintonía con otros sectores productivos, la fabricación de muebles también está pagando los efectos de la recesión económica y la incertidumbre mundial a causa del conflicto con Irak.

En años alternos se celebra, de manera paralela a la falla, una feria multisectorial que pone de relieve la hegemonía de esta industria en la población.

La encargada de prender fuego a la hoguera de Mancha Real fue la delegada provincial de la Consejería de Turismo y Deporte, Rosario Morales de Coca. Y es que la asociación cultural San José ha querido reconocer el apoyo financiero de esta institución para relanzar una tradición casi única en la comunidad andaluza. Lo mismo que hacen la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Mancha Real, los otros dos organismos que se implican en el patrocinio de unos actos que congregan cada año a miles de personas llegadas de toda la provincia jiennense.

Al final, como mandan los cánones, también se indultó una de las 80 figuras de las que se componía la creación artística fallera. Le tocó a dos de los fantasmas del castillo, los que representaban a un padre y a un hijo.

El ingenio del artesano Santiago Rubio se plasmó también en la falla infantil, bautizada con el nombre de Castillos en el aire. Los sueños infantiles, las luchas entre vaqueros e indios o los célebres personajes de la factoría Disney, como Mickey o el pato Donald, fueron algunos de sus argumentos. Todos forman parte ya de la historia. Desde hoy toca pensar en la falla del próximo año.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_