Regresó el toro
El toro, en esta feria, había desaparecido. Se buscaba afanosamente y no se encontraba. ¿Dónde estaba el toro?, se preguntaba la gente. Y ayer, por fin, apareció. Salió el toro y la tarde se vistió de interés, del primero al último. No es que la corrida de Torrestrella fuera lo nunca visto, ni aparecieron toros descomunales. No hacía falta. Bastaba con lo que salió. Tres primeros justos de trapío y otros tres de irreprochable estampa, muy serios.
¿Ven los taurinos que no hace falta salirse de madre para encontrar el equilibrio? Y además de un comportamiento que nunca perdió el interés. Del excelente tercero, un gran toro para la muleta, hasta el correoso y complicado cuarto. Pasando por la boyantía de primero, segundo y quinto, hasta llegar al encastado y exigente que cerró plaza. Variedad, además. Se agradeció, de veras, que regresara el toro.
Torrestrella / Finito, Caballero, Barrera
Seis toros de Torrestrella, justos los tres primeros y bien presentados el resto, nobles y encastados. El tercero, excelente, fue ovacionado en el arrastre.
Finito de Córdoba: estocada (saludos); dos pinchazos, nueve descabellos -aviso- y otros cuatro (bronca). Manuel Caballero: entera trasera -aviso- y descabello (ovación); estocada algo trasera perdiendo la muleta y descabello (oreja). Vicente Barrera: tres pinchazos, casi entera baja y descabello (saludos); pinchazo -aviso- y dos descabellos (ovación).
Plaza de Valencia, 17 de marzo. Novena de feria. Casi lleno.
Un gran toro para la muleta fue el tercero, que no destacó en varas, aunque a la segunda se fue de largo. En banderillas, muy pronto, apuntó lo que llevaba en la sangre. Y en la muleta se descubrió. Alegre, noble, embistiendo al toque, fue muy bien entendido por Barrera en primera instancia, cuando se lo llevó con la derecha. Esa parte de faena tuvo dos virtudes: la distancia y el temple. Dejó Barrera lucir toda la pujanza del toro, cosa que se agradeció. Un torero cambió de mano y, luego, con la muleta en la izquierda, se desequilibró algo esa labor. Los circulares finales le pusieron colorido final a una faena bien medida en su caudal.
Encastado y exigente fue el sexto, de arrancada seca, que obligaba a esperarle mucho en la muleta. Barrera, poco a poco, fue entendiendo la complicada asignatura a medida que equilibraba sus pulsaciones. Aguantó con la izquierda, adivinó el interior del toro, y la faena, trabajada, tomó forma.
Otra faena con argumento, tampoco rematada con la izquierda pero bien generada, fue la de Caballero al quinto. Ese toro, que se había arrancado de largo en segunda instancia, fue pujante hasta quedarse con la gasolina muy justa. Con su primero, muy noble pero carente de chispa, Caballero anotó una faena de formas más mecánicas.
El toro que abrió plaza fue tan noble como soso. Finito tomó ventajas sobre la derecha, siempre con la pierna contraria retrasada, y se alivió sin confianza en un conato de serie por el pitón izquierdo. Al cuarto no lo quiso ni ver. Echó las cartas muy pronto y no se atrevió a jugar la partida que le proponía el toro -partida de lidiador- y se vieron los bajos fondos de una carrera en declive.
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