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Columna
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Mauthausen otra vez

Cuando los matones de la SS organizaban en Vernet sus pantagruélicas comilonas, indiferentes al hambre de los presos que les rodeaban, a Antonio Pastor, un "extranjero indeseable" más en aquel siniestro campo de refugiados, le incumbía volver a afinar su clarinete e interpretar con los otros componentes de la banda, en una barraca colindante, trozos de obras de Wagner. Amenizada así la fiesta por el dios nacional, los nazis despachaban aún más a gusto, y quizás echaban un poco de menos la patria. Pastor tocó tantas veces el Coro de los peregrinos de Tannhäuser que, pese a considerarlo música insuperable, vino el momento en que ya sólo le producía asco. La banda de Vernet llegó a adquirir cierta fama y actuaba cuando se organizaban los desfiles de deportados hacia Mauthausen, pero todo terminó al descubrir los alemanes que algunos de los músicos eran también judíos. Entonces mandaron a todo el grupo al dantesco campo de exterminio austriaco, Pastor entre ellos. Y allí fue donde empezó el verdadero horror para el joven granadino que tenia 17 años cuando empezó la guerra española, que quería ser maestro y que, casi 70 años después, acaba de difundir en Canal Sur (Sesenta minutos), al lado de otro compañero de sufrimientos, el almeriense Antonio Muñoz Zamora, su testimonio personal acerca del campo.

En octubre comenté aquí el excelente video dirigido por Alfonso Guerra, Exilio, donde también se recuerdan los crímenes de Mauthausen, con su cantera de granito y su escalera de la vergüenza donde murieron tantos miles de víctimas. Exilio nos da el marco amplio de la tragedia de la diáspora republicana, con muchos testigos y un gran acopio de información. Mauthausen: vivir para contarlo reduce el enfoque y nos relata, detalladamente, la experiencia de los dos últimos supervivientes andaluces de aquel lugar que será siempre sinónimo del oprobio humano. Los dos trabajos se complementan admirablemente. Y uno desea para ambos la mayor difusión posible.

Si todo el documental de Roberto Sánchez es memorable -los que todavía no han visto las secuencias de los cadáveres esqueléticos amontonados en las cámaras de gas se quedarán muy afectados-, lo más impresionante son los dos testigos. "Yo nunca creí que hubiese tal perversión en el ser humano", observa Pastor, al recordar cómo la SS se reía dándoles patadas a los muertos. En otro momento dice no poder olvidar el día en que se supo que Serrano Suñer acababa de instar a las autoridades nazis, en nombre de Franco, a acabar con todos los republicanos en el campo. Antonio Muñoz Zamora, condenado a muerte por su participación en el maquis y salvado por otro español, manifiesta su hondo desconsuelo al haber constatado, en sus visitas a colegios e institutos, la ignorancia de los jóvenes de hoy en relación con la guerra, el exilio y el franquismo. Él y los otros españoles de Mauthausen habían jurado, si alguna vez salían de allí vivos, contar lo que vieron. Han cumplido. Entretanto, van llegando cientos de consultas a la redacción de Canal Sur, que pronto ofrecerá en su página web la lista de los 1.100 andaluces exterminados en aquel campo cuyo solo nombre quema.

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