Alquimista de vocación militar

Hace unas siete décadas había un hombre de Aguilar del Campo (Córdoba) que recorrió muchas provincias españolas con su Ford recién comprado. En aquellos momentos sociales y políticos turbulentos aquel hombre, Diego Pérez Giménez (1903-1992), provocaba una lluvia papelillos que anunciaban recetas artesanales de los productos más diversos para la salud. Entre ellos estaba el Sarnical, un conocido combativo de la sarna durante la postguerra española. O el Aceite de Brujo, célebre preparado para atacar los piojos y las ladillas que mereció líneas novelísticas del Premio Nobel Camilo José Cela.

Aquella vocación alquimista y publicitaria fue el preludio de un auténtico imperio farmacéutico llamado Laboratorios Pérez Giménez, fundado en 1939 por aquel hombre que preparaba los remedios caseros propios mortero en mano. En sus comienzos, contó con la ayuda de su abuela y las criadas en la manufactura y envasado de productos como la Oleovolvina, bálsamo para paliar enfermedades hepáticas. De aquella época son también el Ceremente, un avivador de la memoria, o la Varonina, preparado que apuntaba contra la impotencia. Su carácter de publicista le hacía dotar a sus productos con nombres fácilmente identificables con al problema a tratar. Tanta era su preocupación por la difusión que la emigración de Aguilar del Campo en Cataluña quedaba sorprendida al ver cómo un producto fabricado en un pueblo mediano adornaba con sus reclamos los autobuses de Barcelona.

Calmante Vitaminado es todavía el analgésico que más se vende después de la aspirina

Pero el mayor éxito llegó en 1952, cuando asoció el analgésico con la vitamina B1 para crear el Calmante Vitaminado, una fórmula que a la vez tonifica los nervios y favorece la actividad. El Calmante Vitaminado es todavía el analgésico que más se vende después de la aspirina, según apunta Diego Pérez Giménez, nieto del fundador y presidente de unos laboratorios que desde 1973 se trasladaron al polígono de Chinales en Córdoba, dejando atrás su doméstico origen como rebotica en Aguilar.

Allí, Diego Pérez Giménez, el abuelo, había renunciado a su empecinada vocación militar allá por los años 20, cuando tantos españoles murieron en Marruecos, y sucumbió a la tradición familiar: la medicina. Las presiones de su padre no fueron en vano. También abdicó de un sector tan prolífico para algunos como es el olivar. Vendió su finca porque todo lo que tenía lo invertía en su emergente imperio farmacéutico. Su nieto, Diego Pérez Giménez, se lo agradece ahora al frente del laboratorio andaluz con mayor implantación y facturación (17 millones de euros en 2002), a lo que se suman unas ventas de 25 millones de unidades.

Datos como estos llevaron al fundador al reconocimiento expreso del Rey, que le recibió cuatro meses antes de morir para reconocer su labor empresarial. Diego Pérez nieto parece haber heredado también el afán emprendedor de su abuelo porque anda inmerso en una ambiciosa ampliación de la empresa. Pretende entregar al Ayuntamiento un proyecto que prevé dos nuevas plantas de producción de 2.354 metros cuadrados en la actual sede, que a vista de pájaro supone un comprimido de Calmante Vitaminado a escala gigante.

Diego Pérez, que comenzarán las obras antes del verano, espera las ayudas de la Junta de Andalucía y las autoridades locales. Esta expansión costará 6 millones de euros y supondrá elevar la plantilla hasta los 200 empleados. De los 167 trabajadores actuales, 100 desempeñan su labor en Córdoba. La ampliación también "busca el mercado exterior", corrobora Diego Pérez.

El recinto en ciernes contará con almacenes de más de 3.000 metros cuadrados para la recepción y expedición de productos y materias primas. A lo que se une instalaciones auxiliares como talleres de mantenimiento, depuradoras y sistemas de refrigeración con una superficie de casi mil metros cuadrados. El proyecto encamina a la empresa a su revolución más importante en sus siete décadas de vida.

Las previsiones para 2003 elevan la facturación a 24 millones de euros en una apuesta por los medicamentos genéricos. Pérez Giménez fabrica 4 de estos productos desde el año pasado (omeprazol, fluoxetina, enalapril y claritomicina) bajo la marca Cuve. El laboratorio espera lanzar seis nuevos genéricos este año, segmento en el que tiene depositadas las mayores esperanzas de futuro. Esto sin dejar de lado el alcohol sanitario, los termómetros, las soluciones fisiológicas, supositorios o el test de embarazo, que se sitúa entre las tres primeras marcas en el ámbito nacional. La romántica forma que el abuelo tenía de llevar sus productos a los confines del país se traduce ahora en una amplia red de distribución y comercialización propia. Aquel Ford ha dejado paso a una flota de 35 furgonetas conducida por comerciales que llegan a cualquier farmacia española desde los almacenes que Pérez Giménez tiene en las principales provincias.