Lois Tobío, escritor galleguista y diplomático de la II República
Lois Tobío Fernández, diplomático de la II República Española y político galleguista, murió ayer en su casa de Madrid a los 97 años, según informó su familia. Hoy será incinerado en el cementerio madrileño de la Almudena, y de acuerdo con sus deseos, sus cenizas serán esparcidas en la ría de Viveiro (Lugo), la ciudad donde nació en 1906.
Tobío fue un pilar fundamental en la construcción política y jurídica del nacionalismo gallego, pero su figura era relativamente poco conocida en Galicia, quizá porque siempre actuó como el diplomático que fue, a pesar de que sólo pudo ejercer su carrera durante nueve años. "Fue, con Castelao, el personaje más importante que ha tenido Galicia en el último siglo. El que más entendía de la autonomía era él, y sin embargo, no se le utilizó en la constitución de la actual", declaró ayer el empresario e intelectual Isaac Díaz Pardo.
Lois Tobío fue uno de los promotores del Seminario de Estudios Galegos cuando era un estudiante de Derecho en Santiago. Estudió Ciencias Políticas en el Berlín de entreguerras, fue uno de los redactores del anteproyecto del primer Estatuto de Autonomía, en 1931, y elaboró con Castelao la declaración programática del Partido Galeguista. La Guerra Civil lo sorprendió en Bulgaria, como secretario de embajada. Volvió a España, donde fue secretario general del Ministerio de Estado, y en 1939 comenzó en Nueva York un destierro que continuaría en México, Cuba, Uruguay y Argentina. Fue uno de los promotores y asesores del Consello de Galicia, el gobierno autonómico en el exilio. Regresó a España en 1963, pero no pudo reincorporarse a la carrera diplomática hasta 1974, dos años antes de jubilarse.
Durante su exilio, escribió sobre política internacional y sobre cultura gallega. Desde su regreso, se centró en la investigación de la figura del conde de Gondomar, embajador de Felipe II en la corte de Inglaterra, sobre el que publicó varios ensayos. También tradujo al gallego numerosas obras de románticos franceses y alemanes, entre ellas Fausto, de Goethe, y los Sonetos a Orfeo, de Rilke.-
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